La semana pasada en la red social X Hugo Beras y Chanel Mateo indicaron que comparten algo más que vínculos a marcas de perfumes famosos. Los dos ahora se relacionan a casos distintos de privaciones de libertad. A Hugo la situación le dificulta su defensa contra imputaciones de corrupción y a Chanel lograr una opción más favorable para su ahorro previsional.  Ambos se merecen nuestro apoyo y, después de argumentar en su defensa, espero que reciban el apoyo de ustedes.

Sobre Hugo Beras no tengo que abundar mucho. Escribí en este medio el artículo “Donald Guerrero debe defenderse en libertad” donde sustituyendo al colega y amigo por Hugo Beras no hay que cambiar absolutamente nada.

La prisión preventiva es una medida de excepción que hemos convertido en una norma en casos de imputaciones corrupción administrativa para enjaular como sanción anticipada, complaciendo así “la sed de justicia del pueblo” y dando premio de consolación a los fiscales que fracasan en probar la mayoría de los casos.

Algo, por demás, absurdo cuando no se ha estrenado el listado de la PEPCA con los nombres de los imputados que han abandonado la isla para evadir la justicia después de variar la medida de coerción de prisión preventiva.

Hugo Beras fue, tal vez, uno de los funcionarios que calmó “su sed de justicia” con la imposición de prisión preventiva a Donald Guerrero y aplaudió que perdiera cada una de las instancias en que solicitó la variación de la medida de coerción.

La percepción de que la cárcel es el mejor sitio para los imputados me motivó a solicitar a todo el que así pensaba que completara en los espacios en blanco de esta declaración su nombre y cargo, que la firmara ante notario y me avisara para enviar un delivery a recogerla y entregar a la PEPCA:

"Señores Procuraduría General de la República Yo ___________ que tengo estas funciones en la administración pública ____________en este acto notarial declaro mi renuncia a ser tratado con presunción de inocencia en los casos que la PEPCA considere he malversado fondos y aceptaré sin apelar la prisión preventiva en el plazo que los fiscales consideren apropiado para presentar su expediente."

Mi listado de los que renunciaron a esos derechos también está vacío. Lo que me parece es que Hugo Beras pareció estar en el aire al comentar sobre su salida de la cárcel. Habló en pasado y que está feliz de estar en su ambiente dentro de una cabina, no detrás de unas barras de hierro, como si el proceso ya terminó y ahora todo es “borrón y cuenta nueva”.

Por lo menos así se expresaron en los comentarios al post varios de sus seguidores. En realidad a él se le cambió la prisión preventiva por otras medidas, una de ellas impedimento de salida, y cualquier violación a las nuevas lo puede devolver a prisión.  Esta en libertad para preparar su defensa junto a sus abogados en la próxima fase que será la audiencia solicitando apertura a juicio de fondo.

Los jueces, en realidad, le acaban de aplicar a él las mismas medidas que en Estados Unidos recibió Bernard Madoff por un fraude colosal de 64 billones de dólares. Mientras los fiscales construían un expediente sólido del imputado hay fotos caminando en Manhattan a buscar su pan certificado como kosher.

Ojalá que con Hugo Beras pasemos a la regla de que los imputados en casos similares se defiendan en libertad, que la medida no sea un favor al director de la Escuelota y tengamos que volver a recordar a Orwell con “Todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros.”

Ahora vamos con la prisión de Chanel en el sistema previsional. Mostró en X su estado de cuenta de la AFP con el monto de las contribuciones propias (todas salen del salario del trabajador, por favor, dejemos eso de que existe una contribución del patrono) y la suma de la capitalización de intereses.

Chanel ha dejado de cotizar, no tiene empleos formales donde se le descuenta la seguridad social, y la única alternativa que tiene es recibir ahora una pensión de la AFP que no le cuadra para resolver su actual situación financiera. Explica que ante la falta de ingresos se ha estado financiando con tarjetas de crédito y lo que más le conviene es recibir ahora una combinación de parte de los fondos en un solo desembolso y con el resto pagos de pensión.

Pero está preso y, como se decía antes, mal preso, ya que la ley solo permite a su AFP entregarle una pensión hasta que cumpla noventa años, por lo que escribe en su comentario.  En todo caso presenta como solución transferir el fondo completo a una compañía de seguro donde podrá recibir una póliza que le promete combinar la entrega de 2.8 millones de pesos que necesita ahora (supongo en parte para saldar deudas tarjeta de crédito que están a una tasa de 60% anual) y una pensión de 50 mil pesos.

La sentencia, lamentablemente, ya está escrita rechazando la solicitud a esa forma de transferir todos los fondos a una compañía de seguro o una como la que paso a describir que dejaría los fondos en su misma AFP.

Con los datos que ofrece Chanel Mateo Rosa (7.6 millones acumulados) calculo que hasta los noventa años puede disfrutar una pensión de 59,300 pesos mensuales. La frustración ahora que llega la edad de retiro es que de esos fondos propios necesita de 2.8 millones y que con una ley con “bajaderos” o flexibilidad pudiera tener una opción de recibirlos y con los 4.8 millones restantes tener una pensión de 37,500 pesos hasta los 90 años.

¿Por qué no es posible una flexibilidad de esa naturaleza? Otra persona hoy con la misma situación de Chanel, que decida mantener el 100% de su fondo para recibir los 59,300 pesos mensuales, se puede molestar si ve al tuitero decidir hoy por esa flexibilidad y a los cinco años estar buscando una compensación gubernamental que le lleve su pensión a esa suma porque se quedó con una que califica “de hambre”.

Pero esa es una posibilidad que simplemente se cierra excluyendo a los que así disponen de su ahorro previsional de apoyos públicos para los que existen millares de casos tienen una justa prelación. Chanel firma sin pensar esa renuncia.