Dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad, debido a que las partes utilizan a su favor la información como un medio para influir en los resultados, comenzando por ganar legitimidad para sus acciones, o bien diseminar rumores que minen la moral del contrario.
Cuando Rusia invadió Ucrania y se inició la guerra en Europa, una de las primeras acciones ejecutadas por los Estados Unidos y los países de Europa fue el bloqueo de los medios de comunicación rusos y de otros países que le pudieran servir de apoyo. De inmediato también Rusia decidió bloquear las transmisiones y periódicos occidentales.
A partir de ese momento, si un misil ruso impacta un edificio en Ucrania, de este lado todos estamos obligados a creerles a los diarios y noticiarios si nos dicen que han bombardeado un hospicio de ancianos o un hospital de niños; pero con seguridad al otro lado, todo el mundo cree si se les dice que fue destruido un cuartel militar o un depósito de armas.
No siempre la mentira es usada con propósitos malsanos. A inicios de la larga lucha por la independencia de la India, el ejército imperial británico llevó un fusil que constituía lo más avanzado de la tecnología militar de su tiempo. Lo único que para funcionar necesitaba ser engrasado. Resulta que de cada diez efectivos del ejército imperial nueve eran nativos de India y, por tanto, de religión hinduista, musulmana o judía. Los patriotas pro independencia divulgaron el rumor de que los ingleses engrasaban los fusiles con una combinación de manteca de res (animal sagrado para hinduistas) y de cerdo (prohibido para musulmanes y judíos). Así que los militares nativos se negaron a disparar con ellos.
En realidad se trata de un genocidio y limpieza étnica contra el pueblo palestino, similar a la que sufrieron los judíos en Europa. Parecería que los culpables de ese crimen histórico fueran los palestinos. Claro está, es más fácil descargar la rabia y sed de venganza frente al más débil.
Ahora que vivimos en ambiente de guerras por diversos lados, nuestras mentes vienen siendo manipuladas incesantemente por los medios de comunicación occidentales, que son los que más nos llegan. La anécdota de la India pudo no tener mayor alcance en el tiempo y el espacio porque en esa época ni siquiera el mimeógrafo se usaba; mucho menos la radio y televisión, y ni qué decir de las verdaderas “armas de destrucción masiva” actuales en términos de propaganda, como son las plataformas digitales y redes sociales.
A propósito del conflicto en el Medio Oriente, se le denomina la Guerra Israel-Hamás, y se nos repite por todos los medios habidos y por haber que se trata de una guerra Israel-Hamás. Con ello se va moldeando nuestra mente, de manera tan sutil, a que lo vea como si efectivamente fuera una guerra de un Estado contra un grupo terrorista, hasta el punto de que, sin darnos cuenta, todos contribuimos a la desinformacion, cuando de lo que realmente se trata es de una guerra de Israel contra Palestina.
Como si los niños que todavía ni siquiera pueden caminar o hablar fueran terroristas de Hamás. Y como si cerrarle a la población el paso al agua y la luz, a la comida y los medicamentos o destruirles sus viviendas, escuelas y hospitales fuera luchar contra terroristas. Parecería increíble ver en el mundo actual médicos tener que amputar brazos a sangre fría a niños porque no les llega anestesia. En realidad se trata de un genocidio y limpieza étnica contra el pueblo palestino, similar a la que sufrieron los judíos en Europa. Parecería que los culpables de ese crimen histórico fueran los palestinos. Claro está, es más fácil descargar la rabia y sed de venganza frente al más débil.
Otra obra del bombardeo publicitario es decir que Israel tiene legítimo derecho a la defensa, cuando el derecho a la defensa le asiste legítimamente solo al país ocupado, no al Estado ocupante.
También se nos quiere vender la idea de que la guerra comenzó a partir del 7 de octubre, pese a que realmente comenzó hace más de medio siglo, mucho antes de que existiera Hamás. Incluso, para impresionar al mundo, se difundió la imagen de que el ataque terrorista agarró desprevenido al ejército israelí y al servicio de inteligencia militar más eficiente del mundo; y después se ha sabido, por diversas fuentes, incluso de Estados Unidos y el mismo Israel, que ellos sí estaban informados, pero que les convenía dejarlo correr porque eso servía perfectamente a su propósito de hacer lo que están haciendo ahora.
Lo que querían hacer resulta evidente al ver que les dijeron a los palestinos que abandonaran el norte porque ahí iban a bombardear; cuando se desplazaron al centro, que se mudaran más al sur, porque ahí también iban a bombardear; y cuando llegaron al extremo sur, que se vayan de ahí porque van a bombardear. Y ahora están proponiendo que se trasladen al continente africano. Estados Unidos y Europa apoyan, financian y aportan armas para ese genocidio, porque creen que apoyando todo lo que hace Israel expían sus culpas por los crímenes contra los judíos.
Además, objetando que se sancione a Israel en Naciones Unidas; mientras tanto, al otro lado de Palestina, en Cisjordania, donde no gobierna Hamás, colonos judíos están matando palestinos para que también se vayan de ahí. Claro, porque de lo que se trata es de que los palestinos se vayan lejos de Palestina porque Israel quiere toda su tierra. Pero va a ser difícil sacarlos, porque de la primera Nagba (catástrofe) de hace 75 años, todavía hay gente viviendo en campos de refugiados en otros países, que guardan las llaves de sus hogares, porque les dijeron que se fueran momentáneamente, que pronto podrían regresar.