Las encuestas políticas son técnicas que recopilan informaciones sobre creencias, opiniones, intenciones, actitudes y comportamientos de una pequeña población, llamada muestra, sobre asuntos políticos, partidos, candidatos, gestión de gobierno, y otros asuntos importantes para una sociedad. Consisten en un grupo de preguntas y respuestas estructuradas y estandarizadas, o sea, las mismas preguntas y posibles respuestas. Para algunos, presentan visiones fotográficas o instantáneas; y cuando se repiten en corto tiempo, actúan como videos de una realidad.
Tienen diversos objetivos, como son, tal vez el más popular, predecir resultados de votaciones; orientar sobre realidades y necesidades de los electores a fin de programar sus mensajes y campañas mercadológicas; evaluar la situación política, la correlación de fuerzas, sus cambios y tendencias, entre otros.
Los especialistas sugieren que las encuestas políticas informales tienen una larga historia, pero las actuales, con criterios científicos, empezaron a raíz de la Primera guerra mundial, cuando el gobierno estadounidense, en las primeras década del siglo pasado, aplicó métodos de investigación de opinión para comprender las actitudes de la gente sobre su política intervencionista y el nuevo orden mundial que se iniciaba.
La confiabilidad de las encuestas depende de varios factores, como: a) la calidad de su muestra, la que debe ser adecuada y representativa, sin preferir a ciertos grupos por razones políticas, raciales, o ideológicas; b) la selección y entrevista de los encuestados, que puede ser presencial o cara a cara, permite aclarar dudas o preguntas, y suelen ser más confiables, pero más costosas, requieren más tiempo y esfuerzos. Y abundan otras por redes sociales o por teléfono, más económicas, abarcan una mayor de encuestados, pero tienen menos control y confiabilidad. También, c) el comportamiento de los encuestadores; de su objetividad e imparcialidad en la formulación de las preguntas; y d) la profesionalidad y seriedad en el procesamiento, análisis y presentación de datos.
Permítanme ofrecer mi testimonio personal. Recientemente me encuestaron o entrevistaron presencial dos veces, ambas en un parque público. En cada caso eran mujeres, con sus identificaciones colgadas, un cartón, un celular o una tableta. Se identificaron y me preguntaron si deseaba colaborar en la encuesta. Al responderle afirmativo, me preguntaron donde vivía, si pensaba votar próximamente, y que les dijera mis posibilidades de votar, del 1 al 10. Que cuales eran los principales problemas del país, por cuales candidatos a la presidencia, al senado y a diputados pensaba votar, y cuales había oído mencionar y por cuales medios; entre otros temas.
Sin embargo, otra función, no escrita pero muy importante de las encuestas, consiste en influir en que los candidatos obtengan recursos y apoyos de empresarios y personalidades. En tal sentido, le atribuyen a don Alejandro Grullón haber dicho que los empresarios suelen colaborar con los políticos en campaña, al aportar, una vaca, una chiva o una gallina, y que las encuestas orientan para que el respaldo sea útil y cumpla su objetivo.
Aunque yo creo en las encuestas, en unas más que otras. En nuestro medio, la práctica y las evidencias revelan que la generalidad de los votantes, participan o no, por sus intereses especiales, por sus y percepciones y creencias, coincidan o no con las encuestas. Y que las acciones que se realizan el día de las votaciones, como llevar gente a votar, el conteo y manejo de los votos; son más importantes que los resultados de las encuestas.
A votar libre y espontáneamente el próximo 19 de mayo; y así fortalecer nuestra democracia e institucionalidad. ¡Que viva nuestra patria soberana!
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván.