Estoy totalmente de acuerdo con la nota editorial de Acento: Este odio malsano debe detenerse ya. Es muy peligroso para todos. Me pregunto, ¿dónde está el Presidente? ¿Dónde está el Arzobispo? ¿Dónde está la Iglesia Evangélica ¿Y dónde están los dominicanos que se consideran tan buenos, que son muchos? He leído con detenimiento la Biblia y, hasta donde tengo entendido, Jesús nunca proclamó un odio así, ni siquiera contra aquellos que le hicieron daño. ¿Por qué los seguidores de Jesús en el país no dicen nada contundente para parar este odio malsano?
A quienes asistieron a esa manifestación llena de encono, les pregunto: ¿cómo se sentirían si fueran testigos de algo similar en Estados Unidos, donde la gente protestara masivamente por ‘la gran cantidad de migrantes ilegales dominicanos que han llegado al país, quitando empleos a los norteamericanos y pidiendo que sean expulsados’? Que no se les olvide, aunque no lo queremos admitir, los dominicanos en Estados Unidos somos como los haitianos en República Dominicana. Si esos manifestantes realmente amaran a su país, no estarían actuando de la manera en que lo hacen. Cuidado, porque la memoria de la maldad se ancla y resucita en el odio y se vuelve en contra.
La migración es un asunto complejo que necesita ser tratado con una política clara y con fronteras bien protegidas, algo que lamentablemente ningún gobierno ha querido hacer seriamente. Sí, debemos abordar el tema, pero nunca con violencia ni con tanto odio. El odio y la discriminación solo llevan al caos. Por el amor de Dios, con una isla tan hermosa y bendecida, deberíamos ser los portadores de la alegría, la bondad y la solidaridad, no del tridente encendido que todos saben quién lo lleva y para que!