En la República Dominicana, estamos consternados por los recientes asaltos a bancos en los que han estado involucrados jóvenes que, según nuestro patrón social, no deberían estar enfrentando problemas económicos. Esta situación nos lleva a reflexionar sobre las razones que llevan a tantos jóvenes a ingresar a bandas criminales.
Una de las múltiples causas es el mundo irreal que se presenta a través de las redes sociales.
Las redes sociales han transformado la manera en que interactuamos, compartimos información y percibimos la realidad. Sin embargo, esta realidad virtual muchas veces distorsiona la percepción de la vida cotidiana, especialmente entre los jóvenes. Influencers y figuras públicas suelen presentar una imagen de vida que no se corresponde con la realidad. Este fenómeno no solo afecta la percepción de quienes los siguen, sino que también puede tener consecuencias profundas en su bienestar psicológico y en sus decisiones de vida.
Una realidad fabricada
Las imágenes y videos que algunos influencers comparten son cuidadosamente seleccionados y editados para mostrar una vida de ensueño. Visitando apartamentos lujosos solo para tomar fotografías, presentando vacaciones nacionales como si fueran internacionales, utilizando prendas de vestir sencillas que aparentan lujo y exhibiendo cenas ocasionales en restaurantes exclusivos como si fueran un hábito diario, estas figuras crean una narrativa ficticia de éxito y felicidad constante.
Además, aunque algunos pueden sufrir de depresión o enfrentar problemas personales, su vida en las redes sociales está llena de sonrisas y fiestas. Esta disonancia entre la realidad y lo presentado puede llevar a los jóvenes a desarrollar expectativas irreales sobre lo que constituye el éxito y la felicidad.
Consecuencias de la distorsión
La constante exposición a estas imágenes idealizadas puede generar insatisfacción y frustración en los jóvenes, quienes comparan sus vidas con las de estos influencers. Al no poder alcanzar esos estándares ficticios, algunos pueden sentirse fracasados, lo que podría llevarlos a buscar formas rápidas y riesgosas de obtener lo que ven en las redes sociales. Esta insatisfacción puede ser un factor que contribuya a la incorporación de jóvenes en actividades delictivas, buscando una salida rápida a sus frustraciones y deseos insatisfechos.
La búsqueda de una autenticidad perdida
Como sociedad, es fundamental que reconozcamos el impacto de las redes sociales en la percepción de la realidad. Los jóvenes necesitan orientación y apoyo para entender que lo que ven en línea no siempre es un reflejo fiel de la vida real. Es urgente fomentar un ambiente donde se valore la autenticidad y se promueva una representación más honesta de la vida cotidiana.
Los líderes comunitarios, religiosos, educadores y padres tienen un papel vital en esta tarea. Debemos enseñar a los jóvenes a discernir entre lo real y lo ficticio, a valorar sus propios logros y a comprender que la verdadera felicidad y éxito no se encuentran en la imitación de vidas ajenas, sino en el desarrollo de sus propias capacidades y en la construcción de relaciones genuinas.
Reflexión final
En un mundo donde las apariencias pueden ser engañosas, es esencial que cultivemos una conciencia crítica y un sentido de autenticidad en nuestros jóvenes. Solo así podremos contrarrestar el impacto negativo de la irrealidad presentada en las redes sociales y fomentar una juventud más consciente, equilibrada y comprometida con valores reales. Como sociedad, debemos trabajar para crear un entorno donde la verdad y la autenticidad sean valoradas sobre la apariencia y la superficialidad, asegurando así un futuro más sólido y esperanzador para nuestros jóvenes.