Entre toda la basura que uno lee en las redes sociales aparecen propuestas de una minoría de intelectuales, técnicos, especialistas y comunicadores, personas de experiencia y formación produciendo de manera sistemática y continua ideas que pueden ayudar al mejor desenvolvimiento del país y sus instituciones públicas y privadas.
Desafortunadamente, muy pocos le hacen caso.
Mientras esto sucede, los partidos políticos de oposición, teniendo también en su seno jóvenes intelectuales de prestigio produciendo un material valioso, ni dentro de su partido les hacen el caso que se merecen y mucho menos son capaces de formular alguna propuesta de valor fundamentada en las ideas que ellos producen y pelear por ellas.
Y esto sucede porque esa minoría formada, con ideas nuevas, sigue sometida a un grupo de politicastros que solamente piensa en ponerles zancadillas para que fracasen.
Y esto aun en el caso de aquellos jóvenes que su único pecado es pensar con cabeza propia.
Los aplauden, los felicitan de la boca para arriba, pero no los quieren, no quieren que progresen, no quieren ser desplazados por obsoletos.
Pero lo peor es en el propio gobierno, un gobierno que se está caracterizando por cometer una serie de errores, por incapacidad de sus funcionarios y sin ningún régimen de consecuencia.
El presidente Luis Abinader se ha mostrado flojo en aplicar correcciones, al punto que la principal oposición que tiene hoy día el gobierno es su propia gente. Es hora que dé sobre la mesa y les diga a sus funcionarios, ¡Basta ya!
Los partidos de oposición no están en eso, no son capaces de hacer una oposición constructiva, no son capaces de oír a aquellos que pueden ayudarlos a construir un proyecto.
Mientras tanto, los problemas que tiene el país no se resuelven a la velocidad que se pudieran resolver, aun con los pocos recursos presupuestarios que tenemos.
Hay un desperdicio enorme de dinero y de esfuerzos que se pierden en manos de una burocracia verdaderamente penosa.
Para no hablar de las cámaras legislativas donde nuestros representantes, en su gran mayoría, no leen ni lo que aprueban.
Por lo menos debiéramos solicitarles a aquellos que están ocupando funciones dentro del Estado que antes de tomar una decisión la ponderen y que por lo menos lean lo que está produciendo esa minoría de intelectuales y técnicos, que cada día hace su aporte al país, aun conscientes de que están arando en el mar.
Particularmente tengo diferencias conceptuales con algunos de ellos, pero hay que oírlos, ya que en su mayoría sus propuestas están muy en consonancia con las necesidades del nacionales y estoy seguro que sus aportes podrían contribuir a mejorar los niveles de eficiencia de las instituciones del estado en todo su nivel.