¿Hasta cuándo seguiremos retrocediendo? Al leer el decreto 337-24 del Poder Ejecutivo, que crea la Comisión Meta RD 2036, no pude evitar sorprenderme y cuestionarme hasta qué punto continuaremos desperdiciando todos los esfuerzos realizados durante tantos años en la elaboración de un Plan de Nación.

Parecería que quienes redactaron el decreto no han leído ni conocen la Estrategia Nacional de Desarrollo, el Plan de Competitividad Sistémica, el Plan de Acción del Consejo Nacional de Competitividad, ni el Pacto por la Reforma de los Sectores Educativo y Eléctrico, aunque todos se mencionan en el documento.

Me duele la cantidad de recursos económicos desperdiciados, el tiempo perdido y la ineficiencia mostrada por los mismos gobiernos que han propiciado estos planes y han sido incapaces de ejecutarlos cabalmente. Y ahora, volvemos a lo mismo.

Es una norma repetida, incrustada en la médula de los políticos de este país. ¡Cuánta ineficiencia! Progresamos a pesar de estas limitaciones, prácticamente por inercia. Nuestras ventajas comparativas nos ayudan, pero el crecimiento no se ha traducido en desarrollo. Basta con observar nuestras deficiencias en salud, educación, seguridad pública, agua potable, electricidad, la brecha de la desigualdad, y tantas otras áreas.

Debemos proteger al país de los peligros que nos acechan, tanto por la crisis mundial como por nuestras propias debilidades. No hay tiempo que perder. Los partidarios del atraso no creen en los cambios ni en la transformación; se alimentan del desorden.

Se requiere voluntad política para avanzar y seguir creciendo, pero debemos hacerlo bajo una visión desarrollista que tenga al ser humano como el centro de las políticas públicas.