La República Dominicana ha experimentado un desarrollo significativo en las últimas décadas. Este empuje se observa en el turismo, en la construcción, en el desarrollo de microempresas y en otros renglones. Sin embargo, este desarrollo ha sido difícil captarlo en el campo de la educación. Hemos de admitir que, en el ámbito educativo, el país ha avanzado en la capacidad de análisis de sus problemas y en agilidad para darle vuelta a más de lo mismo. La capacidad propositiva ha sido más económica o precaria. Estamos frente a un descontento educativo que viene de lejos y que ahora se ha encendido. Este malestar se convierte en expresión cotidiana. La decepción educativa es tan acentuada, que, en diversos sectores de la vida nacional, lo que prima es un pesimismo enervante. El que un campo tan determinante como la educación sea objeto de análisis y valoración crítica, es un hecho importante y necesario. Pero, mantener por décadas la mera crítica no salva la educación, ni le aporta nada al país. La educación, desde mi punto de vista, no puede ser un debate eterno sin resultados transformadores. Las plataformas educativas actuales, Pacto Educativo, Foro Socioeducativo e IDEC, han de establecer una alianza estratégica para hacer más, en una misma dirección. En este mismo orden deberían de hacerlo la Academia de Ciencias de la República Dominicana y los Ministerios de Educación y de Educación Superior. Iguales responsabilidades para mejorar la educación tienen las Instituciones de Educación Superior. Este sector tiene que repensar su compromiso académico articulado al avance socioeducativo y económico del país.
El Pacto Educativo tiene que enfocarse y reducir la burocracia; Foro Socioeducativo debe potenciar su capacidad de análisis y de propuesta. La Iniciativa Dominicana para una Educación de Calidad (IDEC) ha de reactivarse y desempeñar el rol que le compete. Me pueden decir que el Pacto Educativo reúne las distintas fuerzas educativas, empresariales, políticas y sociales. Sí. Pero el Pacto Educativo necesita ayuda, especialmente para comprender el valor del tiempo educativo en un país, en el que la ignorancia le gana terreno al conocimiento. Los dos ministerios tienen que trabajar de forma más articulada procurando un fortalecimiento recíproco. Ambos han de buscar una convergencia más efectiva con el Instituto de Formación Técnica y Profesional (INFOTEP)
Tenemos en estos momentos una gran oportunidad para proponer cambios sustantivos, aunque no sean duraderos. Creo que los cambios duraderos van acompañados de transformaciones estructurales. Aquí todavía estamos en la fase cosmética. Este es uno de los problemas que deberíamos asumir como tarea. Se ha de procurar que la crisis de la educación se analice vinculada directamente a los problemas estructurales que violentan la equidad y la dignidad de los actores de la educación y de la sociedad en general. Todas las plataformas y las instituciones señaladas han de tener como objeto de estudio y de propuestas el modelo educativo que el Ministro de Educación de la República Dominicana afirma que está poniendo en ejecución. En primer lugar, es necesario conocer el modelo educativo; después, analizarlo para constatar que responde a los requerimientos de un modelo. A partir de lo que se constate, se han de aportar las transformaciones que demande. Urge un aterrizaje en la cuestión educativa. Hagamos del debate educativo una experiencia más productiva. Los que creemos en la educación, hemos de ser más libres para defenderla de la demagogia y de las simulaciones. Hemos de ser más corresponsables para convertir la ilusión educativa en una realidad que cambia la educación y la vida de la gente en el país.