No escribo lírica siempre. He cruzado al país
de la prosa y del ensayo. He esbozado cuentos
y poemas noticieros. Pero ante las torres

del lenguaje barroco con sus puertas llenas
de senderos sin salida y flores derramándose
nunca he quitado mi sombrero y admito

que me siento bien, sin sentido de falta,
y te invito a hacer tus arreglos
con los fanfarrones y por la luz del día

ven con nosotros. Tenemos espacio,
una tienda grande. Y te necesitamos
para la guerra final entre el bien

y el mal, la lírica y todas las expresiones
que no ofrecen música verbal donde viven,
muertas en vida, poetas que componen

cada día sus epitafios ante el jurado
de generaciones muertas.