Tengo veintisiete kilos
de anhelo en mi maleta,
cuatro más de los permitidos
por la compañía aérea,
con al menos veinte libros
de poesía que pesan
de amores deseados,
de guerras fratricidas,
de dioses
hechas en la tierra y otras
que vienen del otro lado
de la conciencia.
Y ahora
frente a la ventana
de la calle principal
de la gran ciudad
solo quiero que
me acompañes
en carne y hueso
sílabas y rimas
para caminar
juntos en estos versos.