Eliseo Rondón Sánchez, ilustre maestro de la ortopedia, ha partido hacia lo infinito dejándonos una hermosa hoja de servicios, pletórica de acciones positivas en beneficio de la sociedad dominicana. Fue médico militar, separado de las instituciones castrenses por sus posiciones democráticas, que no eran toleradas en los tiempos de oscuridad política. profesor de la cátedra de ortopedia en la UASD y denodado gremialista.
Proveniente de Hato Mayor, muy joven ingresó al desaparecido Hospital Militar Marión, y luego pasó al hospital militar de San Isidro. Recibió entrenamiento en ortopedia, fue asistente del pionero de esa disciplina en el país el doctor Manuel Vicentore.
Eliseo en el 2004 publicó su libro La aventura de vivir, magnifico relató de su desempeño como médico, con múltiples ejemplos de la medicina desde los tiempos del trujillato hasta periodos cercanos. Obra excelente, nos presenta facetas muy interesantes de la medicina dominicana, que pudieron perderse si el maestro no las rescata.
Son múltiples los aspectos de interés en su obra, por ejemplo cuando conoció al héroe de Abril, Francisco Caamaño, entonces alférez de marina, que fue llevado enfermo al hospital Marión. En Canadá lo habían intervenido de emergencia con una laparotomía (incisión quirúrgica del abdomen para explorar alguna patología) pensando en un abdomen agudo por un fuerte dolor en esa área, la sintomatología persistía. Al llegar al país fue enviado al hospital Marion, decidieron hacerle una radiografía de tórax y se trataba de una neumonía.
También describe la saturación de los hospitales militares con pacientes de los cuerpos castrenses, cuando la invasión patriótica del 14 de Junio de 1959. Cita el caso del capitán Juan de Dios Ventura Simó, que llegó en la expedición antitrujillista, fue apresado, y torturado, luego lo querían presentar a la prensa pero no podía valerse por los golpes que había recibido.
Ventura Simó Fue asistido por los ortopedistas del hospital de San Isidro (Bustillo, en homenaje al médico que salvó a Trujillo de difteria en su niñez) entre ellos Rondón, quienes determinaron debían someterlo a tracción continua de dos meses porque entre sus lesiones tenía una fractura de fémur. Los jefes dijeron que eso era mucho tiempo y decidieron llevarse el prisionero sin la intervención quirúrgica con muchos dolores (realmente lo iban a matar), Rondón como alternativa les propuso ponerle un clavo ortopédico de Smith Peterson, que el paciente podía ser sentado en una silla de ruedas en un plazo de diez días. Le prolongaron la vida por ese lapso, después se lo llevaron lo presentaron a la prensa y tras ese drama lo asesinaron.
Cuando fue ajusticiado el tirano y se desató una cruel persecución contra los héroes de la jornada, Pedro Livio Cedeño herido durante la balacera que extirpó al “Jefe”, luego de ser operado en la Clínica Internacional fue trasladado al hospital de San Isidro, también Huáscar Tejeda y el general Román Fernández con graves lesiones por las torturas fueron conducidos a dicho centro, tratados adecuadamente por el personal médico entre ellos Rondón Sánchez, e incluso se citan testigos.
Rondón señala cuando se llevaron a Pedro Livio Cedeño para enviarlo a la Penitenciaria de La Victoria, de manera discreta le dijo al prisionero que le ofreciera saludos en su nombre a Marcelino Vélez Santana (muy querido maestro de microbiología) prisionero en ese recinto por su colaboración con las actividades del ajusticiamiento. En su libro Rondón, describe el peligroso momento:
“A Cedeño lo ayude a subir a la camilla cuando se iba. Rápido y con sumo cuidado le dije casi secreteado: -Salúdame a Marcelino Vélez si lo ve-. Abrió los ojos como parábola y se quedó mirándome al irse, cuando vi a Marcelino al salir de la cárcel lo primero que me dijo fue que había recibido los saludos que le mandé con Cedeño”.
El maestro relata su experiencia con los guerrilleros heridos del Movimiento 14 de Junio, como consecuencia del alzamiento de diciembre de 1963 contra el Triunvirato golpista. Estos fueron trasladados al Hospital militar de San Isidro que ya tenía el nombre del gran héroe antitrujillista Ramón de Lara. Rondón le correspondió asistir a varios de ellos, el historiador y combatiente Rafael Pérez Modesto, herido gravemente en una pierna en La Horma, San José de Ocoa, puede ofrecer testimonios de las buenas atenciones que recibió de Rondón.
El distinguido médico en su libro prosigue con múltiples facetas muy importantes como las de la Guerra de Abril, concluiremos con el siguiente relato que motivó su cancelación como mayor médico en medio del autoritarismo balaguerista de los doce años. Casimiro Castro que en 1967 era de los principales opositores al régimen, sufrió un atentado con fósforo blanco que deja quemaduras mortales, en ese tiempo solo lo usaban los Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Rondón había recibido entrenamiento para tratar esas heridas, estableció sobre el particular:
[…] Casimiro Castro estaba herido en la clínica del doctor Abel González al borde la muerte; esa semana celebramos, a propósito, una charla en nuestro hospital sobre el fósforo blanco y sus quemaduras, al final decidimos pasarle nuestras conclusiones al doctor Abel González por si lo ayudaba en el tratamiento del paciente, esto lo propuso Luis Fernández y fue aprobado por todos los asistentes, pidieron que yo le pasara la información porque, como fui su alumno, y me distinguía; llamé al doctor González desde la oficina del director y en su presencia le conté sobre lo que sabíamos en esa materia no pasaron 24 horas cuando me llamaron para informarme que había sido cancelado”.
Era miembro del personal médico de la Clínica Rodríguez Santos. Previamente tenía un consultorio en el barrio de San Antón. El apreciado colega Pedro Sing, ha escrito una digna necrología sobre el maestro de la que extraemos el siguiente párrafo:
“Conocimos al Dr. Elíseo Rondón Sánchez durante mi niñez en el barrio de San Antón (donde nací y crecí), en la calle Duarte casi esquina Juan I. Pérez donde junto a Eros Cruz Sánchez (EPD). Tenían un consultorio, ofrecían consultas de ortopedia y de cuando en vez, nos facilitaba Z-O para nosotros hacer la pelota y jugar en el patio de la escuela Argentina, y más aún, nos decía como quedaba más apretada”.
Recuerdo el consultorio, frente a la destruida cancha Jiminian, al igual que el Liceo Intermedio Argentina alguien se inventó derrumbarlos para supuestamente extender las ruinas del monasterio de San Francisco.
Rondón como médico civil pasó a ser un activo gremialista en el Colegio Médico Dominicano (Asociación Médica Dominicana) fue presidente de su comité ejecutivo, con una gestión impecable. Llegó a ser aliado del grupo avanzado «Shanghai» (como nos bautizó el muy querido colega Rafael Estévez Roche) que veníamos de librar largas jornadas de lucha contra el balaguerato en la UASD.
El maestro fue organizador de la Sociedad Militar de Ciencias Médicas. También presidente fundador de la Sociedad Dominicana de Ortopedia y Traumatología. Investido con el grado de Maestro de la medicina y miembro emérito de la Sociedad Internacional de Ortopedia y Traumatología.
Eliseo Rondón maestro de generaciones, profesor de la residencia de ortopedia del Hospital Darío Contreras, coordinador y maestro de esa cátedra en la UASD. Lo recuerdo como el primer día que lo conocí, como docente con los también muy queridos profesores Rafael Camasta y Simón Hoffiz, además de mi entrañable amigo Pedro Green. Los que conocimos de cerca a Eliseo Rondón Sánchez, sabemos que fue un gran dominicano, que se empeñó siempre con mucha energía en ayudar a su pueblo de todo corazón.