A MARTHA CHECO, cineasta, guionista, documentalista e investigadora, a quien me une 46 años de amistad ininterrumpida.
LIMINAR
… Cuando sentimos predicar y actuar ahora —como si olvidaran nuestra obra— a aquellas mismas a quienes enseñamos a atreverse a ello, nos viene al recuerdo lo que decía Lamartine de Rougert de L’Isle, creador de «La Marsellaise»—. Un día, fugitivo, hambriento, cansado, perseguido por la misma Revolución a la que prestó su voz, casi fuera de sí, trastornado, preguntó: « ¿Qué himno es ese, el que cantan esas hordas? » — Es la Marsellesa! —le dijeron— ¿Cómo es que lo ignoráis?… — Y así, hoy, cuando nos horroriza el desparpajo con que nos suplantan y nos glosan, preguntamos: —¿Quiénes son esas, las que así hablan?… — Feministas… —nos dicen—. ¿No las reconocen ustedes?…
Entonces, bajamos la cabeza…
ABIGAIL MEJÍA
Ideario feminista y algún apunte para la historia del feminismo dominicano (1939)
Cuando Abigail Mejía (Santo Domingo, 1895-1941) da a conocer —dos años antes de su fallecimiento a causa de septicemia provocada por una meningitis y una tuberculosis renal— una nueva edición en formato de Opúsculo de su Ideario feminista y algún apunte para la historia del feminismo dominicano (nueva edición, vol. I), en 1939, realizada en la imprenta del prestante abogado Lic. Pedro Antonio Gómez (imp.p.a.gómez) que era un destacado munícipe de la ciudad capital, y miembro del Consejo Administrativo del Distrito Nacional, nos deja la reflexión que presentamos como Epígrafe de este artículo.
- ¿EXISTE ‘FEMINISMO’ DE LA POSVERDAD EN LA REPÚBLICA DOMINICANA?
La Historia, la Historia oficial tiene temas que son tiránicos, autoengrendrados, divergentes, de tantas sombras que requieren de una semántica auroral para poder aproximarse a sus distintos planos. La Historia oficial se escribe a diario, no cambia de ruta ni su ruta porque sus fachadas se replican en todas las épocas; sus perfecits o desenlaces dependen de quien logre la victoria a través de la opresión. Es así y, al parecer (lamentablemente) continuará siendo así. Es por esto que la novela, el género novelesco, es lo que le crea catarsis y cataclismo a la Historia oficial; la sacude, la hace prolija de exámenes, le frustra su imposición, le extirpe sus mentiras, sus yugos, la instrumentalización. Es por esto, que es necesario develar a través de la novela o el género biográfico, las interioridades de cada conciencia que, irreparablemente, está en seres de carne y huesos y, esto es lo que se llama «extrovertir el sí», objetivar (además) al ser.
Así, hay temas de la Historia oficial que son, a la vez, apasionantes, y, es uno del presente el que se enmascara en la praxis de un ‘feminismo‘ que tiene su unicornios y sus cuernos, siendo los cuernos la Tradición, el engaño y la posverdad. Estamos en la época presente ante personajes que se disfrazan de feministas, que hacen el hilar y bordados de sus presencias mediáticas con ideas, palabras de otras y acciones de otras y, no saben que es ilícito, si ilícito satisfacer sus egos con sus pretensiones de arrancar a otras sus méritos. Un reducto del ‘feminismo‘del siglo XXI —lamentablemente— se preña y está preñado de cazadoras terciarias, de alcahuetas del patriarcalismo y, son (en el fondo) las caricaturas, curiosas caricaturas de sí mismas. Han sido esas posturas las que pretenden imponer, al estar al lado de la derecha y de militar en la derecha. Es por esto que, el ‘feminismo’ de la posverdad es una obscenidad, una tremendista hazaña que se hace auto de fe, virulencia, espectáculo público, lucha furiosa contra otras y crea fuertes contingentes de ‘seguidoras‘ para la sublimización, manipulación y tergiversación de la misma Historia, sí, la Historia oficial.
Ese híbrido ‘feminismo’ de ambigüedades cada día va acelerando su intensidad y el dominio complejo de posverdad que quiere imponer, ya que su emergencia y urgencia le impide construir interpretaciones certeras sobre procesos sociales. Aparece el ‘feminismo’ de la posverdad, cuando en las sociedades algunos grupos de mujeres se hacen reas de procurar un exagerado e intenso de protagonismo que, en nada tiene que ver con la añoranza del término «políticamente correcto.»
Víctimas del presente, las ‘feministas’ de la posverdad asisten sin ningún tipo de romanticismo o sentimentalismo a la agravante forma de conspirar contra las otras. Conspiran para exaltarse a sí mismas, ya que tienen heladas en sus corazones a las doctrinas y a las ideologías. Sus manifiestos no son libertarios; aparentan ser de exaltación, pero son de absolutismo pragmático, siendo el absolutismo pragmático su autopromoción.
Es por esto que, la República de Mujeres o la Nación Mujeres sigue siendo una utopía, una aspiración con velos, sin velos y desvelos. Porque lúgubre sigue siendo la comidilla de la actualidad de que, es el feminismo de la posverdad el que vertiginosamente se ha hecho parte del sistema de opresión del patriarcalismo. Es una fatalidad que estas antifeministas (con trajes acomodados de ‘feministas’) se ‘asuman‘delirantemente feministas al vapor, feministas light o bien feministas de la urgencia y a la urgencia; siendo su marca el egoísmo burdo, su apropiación del discurso de quienes (sin enojos, han sido las mujeres fundacionales del feminismo ilustrado, del feminismo de la igualdad, del feminismo revolucionario, del feminismo existencial y del feminismo de la diferencia).
Desengañar a los lectores de esa virulenta ola antifeminista del ‘feminismo’ de la posverdad, es un rol nada simpático, pero es un rol político. Porque ¿desde cuándo el feminismo se hizo una moda? O bien, ¿la expresión ‘luchadora’ de los derechos humanos de las mujeres o activistas por y para la mujer también se hizo una moda? Esto requiere un análisis muy cuidadoso en el cual no se puede desmayar, a sabiendas de que tampoco el feminismo del siglo XX fue eminentemente castísimo, pero si heredero de las fulgentes estrellas de las que no fueron hipócritas a carta cabal ni frecuentaron el séptimo piso del Infierno de Dante.
El feminismo necesita de juicios y procesos históricos; de una crítica que no sea oscura ni asumida solo con un ojo clínico o un ojo crítico antojadizo. No sé si el feminismo tiene lo que se llama «miseria filosófica», ya que a todo lo largo del siglo XX (aquí, en la República Dominicana) se produjo poco pensamiento filosófico. Sé, o, creo entender que, el ‘feminismo’ de la posverdad es una categoría infamante, dura, durísima, que puede ser objeto de discusión. Pero lo cierto es, que ese ‘feminismo’ (a diferencia del feminismo de la primera ola) no tiene ningún tipo de características subversivas. Está al servicio de la propaganda mediática, y hace su propia profilaxis de la Historia oficial. Al parecer, el siglo XXI trajo mucho trigo para quienes se sirven de la posverdad y pueden incurrir en la orgía de mentir y ser parte de los mentideros. Es tanta neurosis la que trae la era de las redes sociales (rrss), de lo virtual, que desgarran al pensar y al pensamiento y, a la memoria la convierten en desmemoria, en desmemoria incrustada en textos que se hacen desde la suplementariedad.
Sí, existe un divorcio entre el feminismo ilustrado, de la igualdad, revolucionario, existencial y de la diferencia y, ‘feminismo’ de la posverdad. Es por esto, que ya se está escribiendo sobre este tema; es que impera leer y releer esa práctica reaccionaria del ocultamiento de la realidad y de ‘afirmaciones’ sin fuentes fidedignas, creíbles y documentales primarias. Es curioso hablar de esto en un medio de comunicación en este tono como si fuéramos a asistir a un teatro/arena donde veremos la indisolubilidad o no del feminismo burgués, de origen burgués, que era minoría (desde el siglo XIX) con sus publicaciones de libros y, en revistas o en periódicos al surgir la república, más aun cuando decirse feminista (ahora) ofrece un status en el hecho de hacer cultura y/o vida social pública.
No sé si llegará el momento de cambiar de nombre a la jerarquía de esta categoría (feminista) por otra palabra o vocablo, que recobre la preeminencia de las ideas de las mujeres en torno a su relación, disputa, contrato, acuerdo, etc., con la inmensa acumulación de poder de los hombres. Curioso será decir que, el feminismo (en la República Dominicana) es una cultura que está ¿asfixiada?, la han asfixiado o la pretenden asfixiar. Entonces, habrá que acudir a un Oráculo y será, irremediablemente, a Casandra; a sus predicciones, si es que muere esta cultura de expresión y de libertad para impedir que la identidad de las mujeres sea segregada.
Entiendo que, es labor intelectual —inquebrantable— actuar contra la manipulación de las conciencias que trae el ‘feminismo’ de la posverdad, su deshonestidad, su preferencia a albergar el cavernicolismo mediático con etiquetas fetiches no temiéndole al misterioso arcano del tiempo y de los tiempos.
Recordemos que, lo colectivo se representa cuando los grupos dejan de ser y estar marginados y marginales entre sí mismos; lo colectivo no tiene subjetividades absolutas; lo colectivo se funda y se fecunda de manera referencial cuando se realizan actividades propias de lo humano y del ser humano. Así, el colectivo de mujeres (que son las mujeres) tiene sus sutiles abismos, ya que hay quienes (de ellas) se hacen cómplices conscientes de la opresión de las otras y de la invisibilización (adrede) de las otras como seudocastigo (para sí) de sus propias traiciones.
¡Qué horrible es decir esto! y, ¡qué horrible escribirlo!, pero es así. Sé que hay una falta de belleza lingüística o metafórica en esta expresión vertida que se hará célebre cuando se discuta que, la piel de muchas es de oveja sin necesidad de hacer representación gráfica.
Es por esto, que ahora es necesario atraer las miradas a este tema ‘feminismo’ de la pos verdad y, abrir discusiones sobre el mismo.
- ¿CUÁNDO SE INICIA EL ‘FEMINISMO’ DE LA POSVERDAD EN LA REPÚBLICA DOMINICANA?
Al parecer el ‘feminismo’ de la posverdad se inició en la República Dominicana a finales de la década del 20 y, es una de sus características la Traición, y quienes traicionan son las mismas de ayer, «aquellas mismas a quienes enseñamos a atreverse», como escribiera Abigail Mejía.
Sin embargo, es necesario reconocer que el ‘feminismo’ de la posverdad se afianzó en la República Dominicana a partir de 1943 cuando se realizó el «Primer Congreso Femenino Dominicano. Homenaje al Generalísimo Dr. Rafael Leonidas Trujillo Molina. Honorable Presidente de la República, Benefactor de la Patria y Restaurador de la Independencia Financiera de la Nación», realizado en Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, Enero de 1943.
A partir de ese año, el ‘feminismo’ de la posverdad re-elaboró en el imaginario colectivo su segundo pecado (porque primero fue, la Traición —que es el pathos trágico, sobrecogedor que ha quedado como anti-memoria espectral y ambigua de la existencia de quienes se hicieron prisioneras (con espejuelos empañados) de sus ansias intensas de protagonismo, al igual que sucede ahora en ciertos estamentos del ‘feminismo’ de la posverdad —) de que, el dictador Trujillo fue que las liberó de sus cadenas de la sumisión y las hizo ciudadanas, y de ahí la leyenda de que, «Trujillo les regaló el voto a las mujeres. »
No me cabe la menor duda de que, Abigail Mejía —con la plenitud lograda de su entrega a sus causas— antes de fallecer con desencanto y, ya muy enferma (de lo cual escribiremos en otra oportunidad, sobre sus últimos meses y sus últimos días) avizoró el surgimiento del ’feminismo’ de la posverdad. Es por esto que, deja como testamento de su pensamiento, de una manera críptica lo que miraba sobre cómo se tejen los hilos del fatum, ya que hilos del fatum van al encuentro de quienes pretenden entrecruzar los cabellos de la Luna Llena para hacerse hechiceras y re-situarse en la Historia oficial.
En contraposición a la Historia oficial, al patriarcalismo y el androcentrismo es que, surge la CONTRA-HISTORIA, la que empezamos a narrar desde el 2000, en ocasión del centenario de nacimiento de Delia Weber (Santo Domingo, 1900-1982) y fundamentada en un documento manuscrito (inédito), de su archivo personal, esclarecedor de su visión sobre la génesis de la opresión del régimen totalitarista de Trujillo.
El feminismo de la primera ola, en la República Dominicana, no es una «obra abierta», es, por el contrario, una «obra cerrada» que hay que ir conociéndola puntillísticamente; puede tener interpretaciones ‘positivas‘—para un sector—, pero solo desde la perspectiva de la Historia oficial vertida en revistas y en periódicos que pueden ser consultados en el Archivo General de la Nación (AGN); pero alcanzar a conocer la situación (real) socioideológica de las auténticas feministas de vanguardia, las que no tenían el síndrome del yo-en mí, y el yo-en- ellas, pero solo para mí (como aflora también ahora) requiere de una ardua, profunda, y comprometida investigación desde un apostolado donde ese mundo ficcional (creado por el ’feminismo’ de la posverdad ) sea desmantelado, porque las mujeres del siglo XX que hicieron de sus vidas una impronta de luchas desde distintos ámbitos , continúan como categorías mutiladas.
NOTA
Las fotografías que acompañan este artículo provienen del Fondo Conrado (© Kurt Schnitzer) del Archivo General de la Nación (AGN) de la República Dominicana, las cuales son de dominio público. La identificación de personas en dichas fotografías ha sido realizada por la autora de este artículo (YNP); corresponden al «Primer Congreso Femenino Dominicano. Homenaje al Generalísimo Dr. Rafael Leónidas Trujillo Molina. Honorable Presidente de la República, Benefactor de la Patria y Restaurador de la Independencia Financiera de la Nación», realizado en Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, el 8 y 9 de enero de 1943, del cual se cumplió 80 años de su realización en el 2023.