Al celebrarse este 10 de diciembre el Día de los Derechos Humanos, y ante los peligros que acechan a la patria y a la educación dominicana, es importante recordar a Ercilia Pepín Estrella, destacada defensora de estas causas. Ella nació en Santiago de los Caballeros, en 1886, en una época en la que las niñas no iban a las escuelas y la mayoría no sabían de letras y números. Aunque provenía de una familia pobre, a los 14 años, o sea  en 1900, por sí misma se hizo maestra y fue nombrada directora de una escuela para niñas. Y luego, llegó a dominar el inglés, el francés y el italiano.

De temprana edad, desarrolló dos pasiones: el amor por su patria y por la escuela. Y no  se planteó formar familia ni tener pareja, aunque tuvo pretendientes importantes, incluido don Mario Fermín Cabral, uno de los políticos más destacados del país y padre del poeta Manuel del Cabral; y el educador Salvador Cucurrullo, un talentoso italiano y su maestro, y luego trabajaban juntos.

Según familiares y biógrafos, desde niña veneraba y comprendía el pensamiento nacionalista de nuestro patricio Juan Pablo Duarte, y recibió dos grandes influencias. Una, según el ingeniero Rafael Corominas Pepín -Fellito-, provenía de  su tío,  Pedro Pepín, al que llamaban  Perico Pepín, quien se distinguió por su valentía en la Guerra de Restauración, por lo que el general Gregorio Luperón lo recomendó al presidente Ulises Heureaux, Lilís, y éste lo nombró Gobernador de la provincia de Santiago.

Y para defender al gobierno de su compadre Lilís, Perico mantuvo en su ejército a personas de confianza, en su mayoría familiares, que vivían cerca de la Fortaleza, y así surgió el  vecindario de Los Pepín o Los Pepines. El general Perico era tan influyente, que las frases  “Perico dice”, “Pedrico manda” o “Perico no quiere", determinaban la vida y la muerte de los ciudadanos. Y era tan guapo que, cuando mataron al presidente Lilis en 1899, voló a Moca a caballo y llevó a Santiago el cadáver de su amigo, y lo enterró en la catedral, donde  reposa, en contra de la voluntad del obispo. El religioso inicialmente se opuso, pero que Perico convenció al ordenar que se construyeran dos tumbas, una para Lilís y otra para el obispo. Sin embargo, los generales Perico y  Jose Pepín, el padre de Ercilia, murieron violentamente en 1903.

Estos hechos familiares probablemente influyeron en la formación de su personalidad y en el inicio de su campaña nacionalista contra la Ocupación estadounidense de 1916. Ella escribía artículos y cartas que enviaba a las autoridades estadounidenses, pronunciaba charlas y organizaba marchas y concentraciones multitudinarias en contra de los invasores. Luego, desafió la tiranía de Trujillo en 1932, al colocar la bandera nacional a media asta en su escuela, en protesta por la muerte del profesor Andrés Perozo; y sensibilizó personas en torno a este hecho, por lo que el tirano la canceló.

La otra influencia determinante en la  vida de Ercilia Pepin,  provino de su mentor Eugenio María de Hostos, nacido en Puerto Rico y conocido como “el apóstol, el sembrador y el libertador  Antillano". A partir de 1906, ella  aplicó los conceptos y principios educativos de Hostos, que incluían la enseñanza de valores morales, éticos y sociales, además de conocimientos intelectuales. El respeto a los símbolos patrios: bandera, escudo e himno. El trato respetuoso en el aula, usar el “usted” y el “señorita” entre alumnos y maestras.

La visión hostosiana planteaba una  educación  laica, es decir, separada de la religión, basada en la ciencia y la verdad objetiva, en lugar de la providencia o entidades sobrenaturales. El uso de herramientas científicas como microscopios, mapas y reglas. Apertura de las escuelas, o sea, que aceptaran a todos sin importar origen, género, color de la piel ni condición económica ni social. Que enseñaran habilidades manuales y competencias, conectadas con las realidades y necesidades sociales. En pocas palabras, que formara ciudadanos responsables y comprometidos con la realidad social.

Los principios de Hostos la llevaron a actuar de acuerdo con la ciencia y la verdad, a fortalecer la defensa de los valores democráticos y los derechos humanos, principios que eran repudiados por los tiranos Lilís y Trujillo. Y Hostos, fue odiado por el Jefe.

La maestra Ercilia Pepín no solo fue de las pioneras en la defensa de la patria y la escuela; también se destacó en el feminismo y el internacionalismo. Y era escritora y poetiza. A honrar siempre y cada día más, a la maestra Ercilia Pepín, un ejemplo de dignidad e integridad. ¡Gloria eterna para ella! Arriba nuestra patria soberana.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.