Hacía mucho tiempo que me proponía acompañar a mi amiga Alba Rodríguez al ensanche Capotillo, más precisamente, a uno de los lugares más deprimidos de este depauperado sector donde Save the Children desarrolla un proyecto educativo en una escuela del barrio en alianza con el Barça de Barcelona.
Mientras Trump pronunciaba su temible discurso nos fuimos p’allá. Para situarnos geográficamente, después de dejar la “civilización” en la calle 6, emprendimos una larga bajada por un callejón estrecho por donde apenas pasa un carro hasta el Túnel y las orillas del río Isabela, donde se acaba el mundo.
El centro del lugar es la escuela Básica del Túnel, construida en 2010 para evitar que los niños pequeños tengan que hacer largas bajadas y subidas para llegar a un centro educativo.
Cuando llegamos, a las once de la mañana, un grupo estaba sentado en la sombrita contra una pared al lado de la escuela. Con una mayoría femenina, parecían estar en chercha visto el número considerable de botellas de cerveza que los rodeaba. Eran todos miembros de la familia Ramírez, que ocupan varias casuchas de este lugar central frente al escuela.
No pude resistir a echar un conversado con ellos. Me enteré de que celebraban los 19 años de una de las hijas. La madre M…, una fuerte y bonita mujer, parece la hermana de sus cinco hijas. Tuvo de último un varón que no es mucho más viejo que sus tres nietas.
Parió su primera hija a los 15 y una de sus hijas que ya tiene dos niñas fue madre a los 13. La hija más joven de M…, de 15, no estaba en el “cumple”. Casualmente había huido con su novio a Hato Mayor el domingo anterior, sellando su destino y repitiendo el único patrón que la sociedad ofrece a las adolescentes del lugar.
A 50 metros otras dos adolescentes flaquitas meneaban la colita con la barriguita al aire mientras un chico las filmaba…
El lugar expulsa olores malolientes, uno no sabe bien si vienen de la cañada, del río, del montón de basura que se encuentra a la orilla del río o de excrementos. Muy próximo del rio viejos colchones podridos hacen función de cercas, los rincones se encuentran sucios, con escombros y hojas de zinc oxidadas.
A mano izquierda uno llega entre casuchas a una pequeña poza con agua aparentemente clara, pero que comunica con el río Isabela, lo que pone en dudas la limpieza de sus aguas. Esto no impide a un ramillete de muchachitos tirarse allí con alegría y sin supervisión.
Unos pescadores que viven de la pesca de cangrejos y peces que encontramos del otro lado en las riberas del río denunciaron que más arriba de la Zurza camiones vertían materiales cloacales en el río, matando los peces y contraviniendo toda legislación ambiental.
Las casuchas tienen realmente los pies en el agua. Los dueños de una casa se han hecho una pequeña poza individual en medio del camino con el agua del río, que sirve para baños, lavar los trastes y todas las necesidades de la familia.
En este mundo, el tiempo pasa con la lentitud del río. Una imagen me chocó, quizás más que las otras, una madre sentada sobre un cubo con un plato de comida y sus 5 hijos pegados de ella y del plato como si fueran perritos pegados de la teta de la madre como única fuente de vida.
Visitamos también, encaramada en los altos del sector, una fábrica de calderos. Un emprendedurismo local fuera de toda norma y completamente irreal. En una casucha tres héroes desconocidos calientan el metal y lo vacían en moldes de diferentes tamaños por cuenta de un patrón que vende el producto en el Mercado Nuevo.
Hice un viaje en el tiempo, en medio de los olvidados y rechazados por la sociedad, de los que no tienen esperanzas a corto, mediano y largo plazo y que además portan el estigma de vivir en Capotillo, con su estereotipada calle 42 asociada a droga, violencia y bandas.
No vi a gente mala sino a gente a quienes se le está negando sus derechos más elementales. Gente que vive en medio de una pobreza material y espiritual indescriptible, a niños y niñas sin horizonte, sin más porvenir que la maternidad temprana, la prostitución, trabajos informales o la integración al microtráfico y a las bandas.