El gobernante Partido Revolucionario Moderno reivindica la figura del socialdemócrata José Francisco Peña Gómez como su paradigma ideológico y moral. La más reciente tradición historiográfica de la República Dominicana coloca a Peña en una tríada de los mayores líderes históricos de la segunda mitad del siglo XX junto a Juan Bosch y Joaquín Balaguer. De los tres, el fogoso orador del «color de la noche» era el más joven. Su vida fue relativamente breve, si se compara con la de los dos nonagenarios, y su participación en la esfera pública fue, por tanto, de menor duración, aunque de similar intensidad y resonancia internacional. Tras estudiar en Francia en los años setenta, Peña abrazó el corpus doctrinal de la socialdemocracia y llegó a ser vicepresidente de la Internacional Socialista (IS) y presidente del Comité de la IS para América Latina y el Caribe (SICLAC).
Las candidaturas presidenciales de Peña Gómez por el Partido Revolucionario Dominicano tuvieron lugar entre 1990 y 1996, justamente en la agonía y fin de la Guerra Fría. La transición global, desde la dicotomía comunismo vs. capitalismo al triunfo del modelo liberal —el celebérrimo End of History de Francis Fukuyama—, impactó en la noción de lo político en nuestra isla. La izquierda moderada de Peña era más pertinente que nunca para ampliar la protección social y el desarrollo sostenible con el modelo híbrido de lo que más tarde denominaría Mariana Mazzucato «el Estado emprendedor». Al no triunfar Peña, el postbalaguerismo de los noventa y del siglo XXI devino de derechas y por tanto fue inorgánico. Peor aún, la discusión ideológica se fue evaporando en el horizonte de la República Dominicana.
Es ante este contexto que una nueva generación de políticos del PRM, bajo el liderazgo del presidente Luis Abinader, ha retomado el discurso socialdemócrata de Peña. En la última renovación de autoridades del partido, un joven de 31 años, José Julio Gómez, ha sido elegido como Secretario de Asuntos Internacionales. Con agudo sentido de la historia y de la complejidad geopolítica contemporánea, y en cohesión con el ideario peñagomista, Gómez —quien es también viceministro de Política Exterior Bilateral del Ministerio de Relaciones Exteriores—impulsa, junto a un formidable equipo, la formación política socialdemócrata en una legión de jóvenes brillantes, actuales y futuros internacionalistas, que forman parte de la Secretaría a su cargo. Esta iniciativa debe servir de paradigma a otras organizaciones políticas de nuestro país.
El más reciente espacio de transferencia de conocimientos en esa dirección fue el seminario «La socialdemocracia como sistema de gobierno», que tuvo lugar el pasado 25 de noviembre en la sede del PRM en Santo Domingo. Los ponentes, el Dr. Wilfredo Lozano, la Dra. Olaya Dotel, embajador Nolberto Soto y la Dra. Lucy Arraya, introducidos por el viceministro Gómez, explicaron los cimientos teóricos de la socialdemocracia, desde Eduard Bernstein y Karl Kautsky, y sus aplicaciones en gobiernos progresistas durante los siglos XX y XXI.
Insistir en la socialdemocracia desde América Latina es más imperioso que nunca, y hay que hacerlo acentuando su actualización epistemológica «mediante […] la integración en el proyecto de la globalización y la liberalización económica» (Borja Barragué), su urgencia en el Sur global como respuesta a la indefensión ciudadana y al populismo cortoplacista de la Nueva Derecha. Hay también que hacer atractiva esa oferta programática en su compromiso con los derechos humanos, el medio ambiente, la paridad de género, las políticas distributivas y la libertad.
En el caso dominicano, la agenda socialdemócrata, estatuida institucionalmente en el PRM, debe ser el punto de partida de una revitalización ideológica del debate público, que se ha degradado en este siglo en la República Dominicana. Solo con el protagonismo de las ideas garantizaremos que los actores políticos tengan que exponer las políticas públicas que pretenden contribuir a diseñar desde los espacios de poder. Solo así las actitudes críticas y coherentes respecto a los temas nacionales podrán propiciar una conversación pública de calidad, donde haya que tomar posturas bien fundamentadas en torno al futuro dominicano.
La escisión entre lo académico y lo político, que en nuestro país ha tenido lugar desde finales del siglo pasado, debe ser resarcida. La propia ciudadanía lo demanda, porque tiene más acceso que nunca a las discusiones propias del instante multipolar y policromático que vive el mundo. La socialdemocracia como antídoto a la desigualdad, como rescate de las ideas de Peña Gómez y como paliativo al populismo conservador, resulta una propuesta esencial para el desarrollo de la República Dominicana y especialmente ante un nuevo mandato del presidente Abinader y el PRM.