– El guerrillero y el capitán

El guerrillero (Rafael Pérez Modesto), herido en una pierna, se encuentra rodeado de guardias con intenciones de rematarlo. De pronto se presenta un capitán y de manera furiosa lo insulta. Lo llama comemierda y ordena a un sargento que lo amarre para llevarlo al campamento, porque hay que interrogarlo. De manera discreta le susurra: No hable nada, cállate, soy el capitán Gregorio. En altavoz ordenó a un sargento, de apellido Estrella, llevar vivo al prisionero, haciéndolo responsable de su vida.

Ya estando en el campamento, se presentó de nuevo el capitán. Le dijo en voz baja: "¡Coño! Mataron a Polo. Yo soy Gregorio y ésta era su pistola que yo le había regalado". con profunda tristeza y abatido frente al joven herido, le brotaron lágrimas por la muerte de ese hombre extraordinario, decidido y valiente que era más que un amigo del capitán, el comandante del frente guerrillero de Rafa, Hipólito Rodríguez Sánchez (Polo). Pérez Modesto, sorprendido, sintió una satisfacción al saber que un capitán de la antiguerrilla era subrepticiamente partidario de los ideales del 14 de junio.

Lo que hizo el capitán con el prisionero es una acción que eleva la condición humana y al mismo tiempo es un ejemplo de valor por el riesgo que corría, pero también por constituir un acto de caballero que enaltece la carrera militar. Se quitó su corbata y le hizo un torniquete en la pierna. Le introdujo un trozo de tabaco de andullo en la boca, explicándole que eso serviría para la infección y para evitar el tétano. Le indicó que no debía ingerir alimentos sólidos y le dio a beber de su cantimplora jugo de naranja agria.

– El médico y el sargento.

Trasladado al Palacio de la Policía Nacional, el joven (el muchacho como era la mayoría de los guerrilleros), vive una atroz situación. En el dispensario médico, donde debía ser atendido y curado por su herida, el galeno encargado, arremetió contra él. Se burlaba y con desdén no quería atenderlo. Entre los insultos y maldiciones lanzados al guerrillero le dijo: "Tú debía estar muerto.” Y para producirle angustia y tensión: "Aquí no se te puede atender, porque hay que cortarte la pierna. Te llevarán al Dario Contreras, pero allá no hay policías para vigilar a un preso tan peligroso". Ese médico indolente, en vez de aliviar al prisionero, decidió recurrir a la tortura sicológica. Imaginemos lo que significa para un joven de apenas 18 años, someterlo al terror de amputarle una pierna que solo requería curación.

Rafa Pérez no pudo contener su ira e indignación y le lanzó al matasanos una altiva y contundente réplica:

“¿Usted es médico?"

“¿Usted conoce el Juramento Hipocrático?" Usted es un asesino con bata blanca que debía estar en el frente de batalla para que demuestre que es un hombre".

No sabemos qué siguió en la vida de ese médico, pero en la guerra de abril se destacaron por su sadismo en la Base Aérea de San Isidro, un cura y un médico. ¿Sería ese mismo?

Entre la mala suerte de Rafa, se presentó otra buena, parecida a la acontecida con el capitán Gregorio. Esta vez le tocó a un sargento de la P N. de apellido Valdez, convertirse en el buen samaritano en defensa y ayuda al preso herido. Se identificó contra el golpe de Estado al gobierno de Bosch y le confió a Rafa que tenía un hijo que simpatizaba con el 14 de junio. Le prometió proteger su vida y llamó por teléfono a un coronel, diciéndole :

"… aquí han traído un muchacho malherido del monte, es un guerrillero que no remataron y ahora lo traen a la Policía para echarle esa vaina al general Belisario Peguero. Ese muchacho lo hirieron entre Ocoa y Constanza y mire usted donde lo vienen a traer."

Ese sargento era un hombre muy inteligente y supo aprovechar, para beneficio del prisionero, las contradicciones existentes entre altos oficiales del ejército y la policía. Desde su intervención Rafa fue llevado al pabellón donde estaban los demás compañeros apresados. El plan del matasanos fracasó. Ya no sería llevado a contarle la pierna o asesinarlo en el camino.

Rafa Pérez, describe la actitud del capitán con las siguientes palabras:

"Ese gesto de alta solidaridad humana se correspondía con un hombre comprometido con nuestra causa, con alto sentimiento humanista y amigo entrañable de Manolo Tavárez Justo y de Polo Rodriguez.”

“Con su gesto evitó que me quitaran la vida, protegió mi integridad y veló por mi salud. Eso demuestra que el bien está repartido en todas partes y aun en las filas que uno considera enemiga existen almas generosas y de nobles sentimientos."

En este relato se describen las conductas de dos tipos de seres: los humanos propiamente dicho y los "Cuadrumanos". Pero lo más importante es destacar la confirmación del presidente Juan Bosch, cuando escribió sobre las fuerzas armadas lo siguiente:

" … la fuerza armada es la base de sustentación del Estado y se halla en todos nuestros países en manos de la pequeña burguesía militar, partidaria de la oligarquía. Y sucede que esa pequeña burguesía pro-oligárquica tiene escasa preparación política y muchos apetitos de dinero, tierras, casas lujosas, automóviles pescuezos largos y prestigio social, de manera que es fácil llevarla a acciones aventuradas. Ahora bien, no todos los oficiales de las fuerzas armadas han entrado en ellas para satisfacer esos apetitos. En el caso de la República Dominicana podemos mencionar a Rafael Fernández Domínguez y Francisco Alberto Caamaño, para poner dos ejemplos nada más. Ninguno de ellos tenía que buscar en el ejército ventajas económicas o sociales; ambos eran hijos de padres ricos que habían desempeñado altas posiciones militares. Otros fueron a los Cuarteles porque tenían verdadera vocación de soldados, y tal es el caso de Manuel Montes Arache, Hector Lachapelle, Mario Peña Taveras, Hernando Ramirez y tantos otros como ellos."

El capitán Calderón y el sargento Valdez, están entre los oficiales descritos por Bosch y de esta estirpe hay muchos en nuestras fuerzas armadas, aún con los planes de desvíos, trazados por el Frente oligárquico y el pentagonismo.

Nota :
El capitán y el sargento actuaron muy distinto al médico y a los demás guardias.

Fuente: "Vivencias de un Guerrillero" de Rafael Pérez Modesto.