Llama ardiente que asusta y calcina.

Reacción química que ilumina y calienta.

Luminosidad que despierta vehemencia y pavor.

Fenómeno generador de emociones apasionadas.

Energía y colorido que envuelven con calor.

El fuego nos inspira:

para sembrar esperanzas y utopías,

construir comunidades resilientes,

fortalecer la solidaridad humana,

esparcir el ímpetu del amor de Dios,

propiciar la cohesión comunitaria,

descubrir destellos del Espíritu.

Señor, enséñanos

a descubrir tu presencia en la luz del fuego,

a encontrar la belleza detrás de su color,

a distinguir los efluvios de su movimiento,

a valorar el arte de balancearse,

a escaldar los pensamientos que nos alejan de ti,

a convertir en cenizas, actitudes excluyentes,

a liberarnos de la insolidaridad cotidiana que abrasa,

a reconocer inflexibilidad en el trato a las personas.