El multimillonario Elon Musk y su grupo de jóvenes de Silicon Valley, operando como DOGE, una nueva institución, han “desguavinado” una serie de instituciones públicas quitándole recursos y personal, pero sin alterar su estructura jurídica, algo que solo compete al Congreso americano. Los demócratas liberales han designado esa movida como un golpe de Estado, pero “constitucional “, aunque ya están impugnando el asunto en las cortes.
El caso que más compete a los dominicanos es el de la USAID, la cual ahora no puede desembolsar ayuda a los pobres de este mundo y, además, se ha ordenado a su amplio personal que retorne a su país. Según Trump el USAID es “manejada por lunáticos radicales de izquierda”. Según Musk el USAID “es una organización criminal”. Con más de sesenta años funcionando en nuestro país los dominicanos sabemos cómo el USAID ha ayudado a paliar el hambre y las enfermedades de los pobres. Los chinos tienen que estar felices pues les han dejado con mayor libertad y espacio para desarrollar aún más su iniciativa de la franja y la ruta.
Pero los servicios de inteligencia también han sido golpeados con la eliminación de cargos en la CIA y el FBI. Putin, los chinos y los iraníes deben de estar felices. El nuevo jefe del Pentágono es un controversial político sin experiencia administrativa. Si el dictador coreano Kim Jong-Un, en algún momento pensó en sorprender a los americanos con un ataque con misiles, el momento sería ahora, cuando están tan débiles y confundidos.
Los jóvenes del DOGE, los muchachos de Musk, han tenido acceso a secretos de Estado sin contar con autorización para ello. Tienen acceso a todos los pagos que se hacen desde el Tesoro norteamericano, lo que les permite estar enterados de todo. Nadie eligió a Elon Musk como para poder desempeñar esas funciones. Además, ese multimillonario, el hombre más rico del mundo, tiene tantos negocios con el gobierno norteamericano y sus agencias que, lógicamente, enfrenta conflictos de intereses. Musk también ha removido inspectores cuya función es evitar la corrupción dentro del gobierno.
En cuanto a la política impositiva de Trump, el establecer aranceles aumenta el costo de la vida de la clase media y de los pobres, pero esos nuevos ingresos fiscales se necesitan para poder mantener los bajos impuestos a los ricos. El resultado obvio es un deterioro en la distribución del ingreso en un país donde la curva de Gini ya es de las más injustas del mundo. Mientras tanto, los demócratas lucen confundidos y sin liderazgo evidente.
Para colmo, no sabemos si como distracción o como ficha de negociación, Trump ha propuesto que su país, con sus soldados y contratistas, elimine los escombros en Gaza (resultantes de los bombardeos israelíes) y construya allí, al lado del mar, una nueva “Riviera“, que atraería a ricos y turistas. Hace ya un año que Jared Kushner, el esposo de la hija de Trump, citó las bondades de un desarrollo de bienes raíces en una Gaza con más de veinte kilómetros de playa. Los palestinos que la habitan serían trasladados a otros países árabes, un éxodo que recuerda el de los judíos desde Egipto y luego Europa en el siglo XX. Por razones religiosas e históricas, judíos, palestinos musulmanes (y también cristianos) tienen derecho a vivir en Israel, pero Trump, el experto en proyectos de bienes raíces, quiere eliminar la solución de “los dos Estados” en el territorio de Israel. Mientras Trump sugería por televisión la nueva “Riviera” Netanyahu a su lado sonreía.
Cuando Savannah, Georgia fue destruida durante la guerra civil americana y también Berlín y San Petersburgo durante la Segunda Guerra Mundial, a nadie se le ocurrió tumbar los cimientos que quedaban y mudar a sus habitantes a otro lugar, y mucho menos a otro país.