Los partidos políticos o los ciudadanos que crean que desacreditando la JCE consiguen algo bueno, están equivocados. Es todo lo contrario, se descalifican sí mismos. La razón de lo dicho es que se trata de un sistema, y como tal refiere; conjunto de partes de órganos que dependen uno de otro para formar determinado organismo, ente o cuerpo. O lo propio, cabe decir que respecto al tema, que, el asunto va más lejos, ya que refiere desde la óptica política, sistema electoral, que resulta lo tratado, y que se define como conjunto de órganos dispuesto por la Constitución Dominicana, que se intervinculan para garantizar el perfecto funcionamiento del derecho fundamental al sufragio y los procesos electorales.
¿Y cuáles son esos órganos?, simplemente, desde el orden constitucional, el gobierno, la Junta Central Electoral, Tribunal Superior Electoral, cuerpo electoral desde su condición de ciudadanía, Partidos Políticos y demás órganos que se entrelazan, incluimos también, el Tribunal Constitucional, en simple palabras, el Estado mismo, y sobre todo, el pueblo como estructura de soberanía popular.
Es decir, a ello se refiere el sistema político que para ser fuerte y de buen funcionamiento, tiene que intervincularse, por ejemplo, si falla el corazón o cualquier órgano vital, sucumben todos los demás órganos del cuerpo, y la muerte es segura.
Es decir, uno sin el otro no sería nada. Y aquí, en materia de democracia no hay dudas de cuál órgano tendría que cuidarse más, que sin vacilación resulta ser, el órgano electoral, esto, por asunto lógico y simple, porque a través del montaje de las elecciones es que se instalan todos los demás poderes, Y más, en palabra llana, si la Junta Central es desacreditada todo lo que salga de ahí, queda automáticamente prostituido. Entonces, tendríamos un Estado débil, ilegítimo y, sobre todo, carente de respecto ante los ojos del pueblo. ! Comprenden!
Es como decir, que la propia familia devore sus miembros, lo cual derrumba automáticamente su pudor, su sobriedad familiar, sus fortaleza de órgano primario, y en efecto, dando al traste con la frase lapidaria acuñada por Martin Fiero, citada por José Hernández, (1834-1866) que sintetiza, ¨Si los de adentro-él dice hermanos-, se desacreditan -él dice nos peleamos-, los de afuera nos devoran¨. Por lo tanto, cayendo de nuevo al tema esencial, cabe decir que el descredito a la Junta Central, como ha sido norma, y esta vez no es la excepción (son muchos los actores políticos que azuzan para quitarle autoridad moral al órgano, y la práctica no es solo vernácula, es un mal ancestral de Latinoamérica y, diríamos, a nuestro juicio, el gran caos político y fundamentalmente de pataleos, resabios, no aceptación de resultados y grandes protestas, incluso conflagraciones, simplemente tienen su explicación que los políticos desacreditan el órgano y en efecto, se produce un bumerang, que no es más que un tipo de arma con una curvatura-proveniente de los indígenas-, que se lanza hacia un determinado punto y si no encuentra su objetivo, se devuelve a quien la lanzó y se dice, en la crónica popular, que a quien desgañota es a su ejecutor, cuando no, a las estructuras misma de la sociedad.
La naturaleza política, a parte de su voraz intención de conquistar el poder, ha de ser como la madre naturaleza que a fin de garantizar la especie, le provee mecanismos de defensa y protección a fin de que su muerte no sea tan sencilla producirla, pero, los síntomas de la decadencia de democracia, como asevera Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en; Cómo mueren las democracias, que se ven todas las diabluras como un estado de degeneración y por lo tanto, es como el que tiene un cáncer silente que explota cuando ya ha hecho metástasis , o sea, extensión de una enfermedad o de un tumor a otra parte del cuerpo. ¡Y cuidado con eso!
El asunto de campaña y celebración periódica de elecciones es tan solemne, que algunos politólogos, como es Javier del Rey, refiere que esa es la etapa del ritual electoral, significando que se desarrolla como un rito que ha de cubrirse y desarrollarse bajo reglas de juegos éticas y morales y que jamás, pueda tener cabida la profanación, sería el caso de que a través de la desinformación grosera se le dé una estocada mortal al árbitro como ha sido la especie en muchos casos. Viejos y nuevos.
En efecto de todo lo dicho más arriba, llamarnos a una reflexión de que todos los organismos sociales,-corresponsables todos de la democracia-, y en especial los partidos políticos y el propio estado, tienen la obligación cívica y la de protección del sistema democrático, garantizando la protección a la Junta Central Electoral y todo tipo de blindaje y sosiego, a que todos disfrutemos de la democracia que es, en este caso, la garante de un sistema de amplias libertades como método de sistema político.
Y es importante reforzar lo que se acuña en biología social, -que es lo mismo que un cuerpo humano-, si se enferma uno de sus órganos, y más de uno de los vitales, entonces, ha esperarse la muerte segura. Y lo propio, del sistema como cuerpo político electoral. Es de ahí que me permito recrear lo que un compadre mío le decía al corazón cuando le palpitaba de taquicardia, y poniéndose la mano en el pecho, exclamaba, " corazón, corazón, no me mates, que si tú me matas, tú morirás primero. Es decir, asumiendo un símil, sea el Estado, sean los partidos o cualquier órgano del sistema político y electoral, que mate la JCE, los primeros en morir son quienes la maten.
Es más, en relación a preservar la JCE debería suceder lo del rey que mediante una trama quiso matar el sabio para quedarse sin competencia sin que nadie le hiciera sombra. Para él hacer todo sin orden ni rigor. Pero el rey se equivocó. Porque el sabio le dijo, " moriré un día ante que usted, majestad. Queriendo decir, si usted me mata hoy, el que muere mañana es el rey. Todo lo cual es que el rey en vez de ser, bruto, lo que hizo fue proteger su vida no matando al sabio. Y esto aplica a los anarquistas de la democracia, que seguro se arrepentirán de haber matado la gallina de los huevos de oro.
Y en efecto, muchos órganos del sistema de un cuerpo, un ente o una estructura orgánica cualquiera no saben que si se enferma uno, morirán todos a la vez, repito. Pero si esto fuera poco, si muere la democracia emerge la dictadura. Que es lo que quiero sentenciar. Por lo tanto, a quienes más les conviene que no muera la Junta Central, son a los partidos políticos, pero con mayor razón, los propios gobiernos que es de donde nace su legitimidad, y conforme a la ley de la relatividad, opera en el caso que un gobierno dimane de órgano desacreditado, y por efecto, sin moral y sin credibilidad, en igual proporción sin moral política.
Y finalmente, me permito inferir que en un estado subversión como decir, sin pruebas solamente por hacerse gracioso y granjearse temeridad, capciosamente que el presidente de la Junta Central se reunió con funcionarios del partido en el poder, se tipifica como crímenes contra la integridad de las elecciones establecidos en el artículo 217 de la ley 20-23, Orgánica del Régimen Electoral. Finalmente, no es que se trate de censura a cualquier manifestación de libre expresión, no obstante, cabe la reflexión de que esa misma libre expresión de libertad de asociación, de reunión de expresión e información, consagrada en la constitución dominicana, en su el párrafo que cierra estas facultades del articulo 75 C.D,, también matiza que el disfrute de estas libertades, se ejercerá respectando la dignidad y la moral de las personas (…) nadie puede decir que lo dicho como medio de descredito, no obedece a un plan macabro de desacreditar el órgano, y con ello, matar la democracia que tanta sangre le ha costado al pueblo dominicano. Y cierro, esas nubes de conjeturas macabras, son de las cosas que matan las democracias.