Hasta el año 1994, la República Dominicana se regía por un sistema electoral de mayoría simple para la elección presidencial: es decir, ganaba la presidencia quien obtuviera más votos sin importar la cantidad.

¿Por qué se cambió eso en la reforma constitucional de 1994?

Desde la década de 1980 se había hecho evidente que nadie ganaba con más del 50%, y, en el 1990, Balaguer había ganado con solo el 35.1% de los votos. La razón fue que el bipartidismo que existía en 1978 entre el PRD y el Partido Reformista se fue transformando en un tripartidismo por el crecimiento electoral del PLD.

Cuando en el sistema presidencial se rompe el bipartidismo surge la pregunta de si es legítimo que un presidente gane con una mayoría simple, aún tan baja como un 35.1% como ocurrió en 1990; o si se establece un mecanismo de mayoría calificada con la posibilidad de celebrar segunda vuelta si nadie obtiene el puntaje necesario en la primera.

Ante la crisis electoral que se produjo en 1994, cuando se disputó el triunfo de Balaguer contra José Francisco Peña Gómez, la solución pactada fue hacer una reforma constitucional que, entre otros puntos, limitara a dos años la presidencia de Balaguer, se celebraran elecciones presidenciales nuevamente en el 1996 y se estableciera la doble vuelta.

Hay distintas fórmulas numéricas para requerir la doble vuelta: una es si ninguna candidatura obtiene el 50+1 en la primera vuelta; otra es si ninguna candidatura obtiene un porcentaje relativamente alto (por ejemplo, un 45%) y la diferencia entre la primera y la segunda fuerza es significativa (por ejemplo, 10%).

En aquel momento, el PRD prefería 45% como umbral de triunfo en primera vuelta, pero Balaguer y el PLD prefirieron el 50+1, que se impuso.

Los sistemas presidenciales están diseñados para funcionar con dos partidos dominantes. Por eso la legislación electoral de Estados Unidos, cuna del sistema presidencial, dificulta que proliferen los partidos políticos mediante el colegio electoral (solo hay dos partidos electoralmente competitivos: Demócrata y Republicano).

Aunque en la República Dominicana hay una tendencia a concentrar el voto en dos partidos o alianzas electorales, la realidad es que la legislación electoral dominicana favorece el surgimiento de muchos partidos, razón por la cual debe mantenerse un sistema de doble vuelta para evitar que alguien gane la presidencia con un porcentaje bajo. Ahora bien, ninguna disposición electoral es perfecta, todas tienen ventajas y desventajas.

Para el caso dominicano considero que debe dejarse vigente el sistema de 50+1 establecido en 1994 por tres razones: 1) no genera ningún problema importante al sistema político, 2) la ciudadanía se acostumbró a esa modalidad y la entiende, y 3) solo una vez, en 1996, hubo segunda vuelta; o sea, tener la opción de segunda vuelta no ha sido un incentivo para utilizarla, a pesar de los muchos partidos que hay registrados.

El 50+1 no es el responsable de la proliferación de partidos políticos ni del clientelismo en la República Dominicana. ¡Déjenlo tranquilo! Es un correctivo para cuando se fracciona mucho el voto.