En 1916, en la fase final de la Primera Guerra Mundial, se reunieron en Londres dos representantes de los imperios francés y británico. Mark Sykes, inglés, representante del Foreing Office, y François George-Picot, francés, representante de la Tercera República francesa y ministro de exteriores. Tenían el encargo de definir las esferas de influencia y la repartición de los territorios del Imperio Otomano, en caso de que la Triple Entente (Reino Unido, Francia y Rusia) venciera a las Potencias Centrales (Alemania, Imperio Austro-Húngaro e Imperio Otomano). Particularmente ante el inminente derrumbe del imperio otomano. En 2016 se cumplieron a penas 100 años de ese evento que marcó Europa y el mal llamado Medio Oriente.
El imperio otomano era un imperio basado en la dominación multiétnica, multiconfesional, y la dominación territorial laxa. No existían propiamente naciones como se conocen en la actualidad o en la llamada Europa Occidental de entonces. Desde las puertas de Viena hasta casi toda la cuenca del Mediterráneo Sur, incluyendo Libia, pasando por Egipto, la Península Arábiga, Palestina, Siria, Líbano y el actual territorio de la República de Turquía, Bulgaria, Grecia, la antigua Yugoeslavia, y las fronteras del Imperio Austro-Húngaro se extendía el Imperio. El Imperio Otomano se alió en la Primera Guerra Mundial con el Imperio Alemán de base prusiana, el Imperio Austro-Húngaro y estados menores como el Reino de Bulgaria bajo la influencia otomana.
La Triple Alianza la formaron Gran Bretaña, Francia y la Rusia de los zares, con el objetivo de frenar la expansión del Imperio Alemán. A esta se sumó ya en los fines de la Gran Guerra como se le llamó, los Estados Unidos de América que ya había librado su primera guerra imperialista, contra España, la Guerra Hispano-Americana de 1898 que terminó de liquidar el Imperio Español y le arrebató Puerto Rico, Filipinas y Cuba.
Los negociadores británicos y franceses previeron que al colapso del Imperio Otomano se repartirían las más grandes zonas de influencia entre ambos imperios, y que una parte al este y el estrecho del Bósforo pasaría a control del Imperio Ruso de los zares. Por tanto, el acuerdo, secreto desde su firma, fue entregado también al gobierno ruso, que lo acepto de buen agrado, y preveía incorporar el principal paso del Mar Negro al Mar Mediterráneo a través del Estrecho del Bósforo y la ciudad de Estambul, antigua Constantinopla, sagrada para el cristianismo ortodoxo ruso y de Europa oriental.
Palestina, el Sinaí, Jordania, La Meca, Medina, los emiratos del Golfo, el fértil valle entre los ríos Tigris y Éufrates (Irak) y Egipto, pasarían a control británico. La actual Siria, Líbano, y el sur de Turquía pasarían a control exclusivo de Francia, además de la administración conjunta del Canal de Suez. Con este acuerdo, los británicos y los franceses delinearon lo que es hoy el medio oriente, y las “monarquías” que los gobiernan. Crearon fronteras, Estados, como Irak, para asegurar el petróleo entre Kirkut, Mosul, Bagdad y el actual Kuwait. Unieron así a Chiitas del sur de Irak, Sunitas del centro y el norte, y los kurdos a quienes les prometieron una Patria, y después violaron su acuerdo, y repartieron a los kurdos entre los actuales Irak, Siria, Turquía, Irán y parte de Armenia. Un pueblo sin Estado. ¿Por qué lo acordado por Sykes-Picot no se cumplió como estaba previsto? ¿Qué salió mal en las negociaciones secretas de los británicos y los franceses?
Dos cosas sucedieron “no previstas”. En Rusia, en 1917, hace más de 100 años, se produjeron dos revoluciones: primero la revolución de febrero, que terminó con la monarquía de los zares, y ocho meses después, el triunfo de la revolución de los soviets, la toma del poder por el Partido Bolchevique, que trastocó todo. Un partido marxista radical, fiel a los ideales de Marx y Engels, a diferencia de todos sus pares socialdemócratas en Europa Occidental.
La revolución de Octubre de 1917 es, sin lugar a dudas la apertura del siglo XX, tal como lo llama el historiador y autor marxista británico Eric Hobsbawm. Es decir, el siglo XX comprendido entre el triunfo de la revolución bolchevique y la disolución del mega-estado plurinacional surgido de esa revolución, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991 es lo que constituye propiamente el pasado siglo. Hasta ese momento del siglo XX, había sido una continuación del siglo XIX, y a partir de 1991, con el fin de la URSS, se abre el mundo unipolar de la globalización capitalista del siglo XXI.
A fines de 1917, la Revolución de Octubre en Rusia sucedió al Gobierno provisional erigido tras la caída del Zar Nicolás II. Días más tarde, los bolcheviques hallaron una copia del acuerdo Sykes-Picot en las oficinas del gobierno zarista y lo publicaron en los periódicos Pravda e Izvestia, desatando un escándalo internacional: la salida a la luz del documento expuso las pretensiones de franceses y británicos sobre su proyecto en la región, las cuales entraban en conflicto con las promesas a los árabes, como también respecto de los líderes sionistas judíos emigrados a Palestina.
Aunque Sykes-Picot no se materializó en el terreno tal como había sido diseñado, sentó las bases para el afianzamiento de la administración europea a través de un sistema de mandatos. A partir de la Conferencia de San Remo en 1920 y de la naciente Liga de las Naciones, Gran Bretaña adquirió el mandato de Irak y Palestina mientras que Francia se hizo responsable de Siria y Líbano. En los hechos, se trató del comienzo de la construcción de los Estados-nación en un Medio Oriente post-otomano.
Estos eventos crearon un polvorín inagotable en el Medio Oriente. Alentó la emigración de judíos de Europa oriental, Rusia y Polonia mayormente, a tierras árabes-palestinas. El establecimiento de colonias judías expansionistas en tierras árabes crearon un conflicto que hasta el día de hoy no parece tener fin. Metieron en “estados” artificiales a poblaciones chiitas, kurdas, sunitas, cristianas en creaciones como Iraq, Siria y Líbano. La República de Turquía pudo formarse en 1923 gracias a la lucha tenaz de los Jóvenes Oficiales Turcos, encabezados por Mustafá Kemal, que impidieron el desmembramiento total de todo el Imperio Otomano, y salvaron la parte turca de la Anatolia occidental y central, e incorporaron gran parte de los territorios kurdos en el este de la península a la nueva República. La Rusia bolchevique y los territorios liberados por ellos no rusos, vieron con simpatía al movimiento nacionalista de Mustafá Kemal, y su lucha contra los imperios occidentales.
El reparto del mundo por parte de Francia, Gran Bretaña, y los Estados Unidos, en la Conferencia de Versalles, que concluye en 1921, imponiendo condiciones draconianas a la Alemania derrotada, llevó a uno de los miembros de la delegación británica, el economista John Maynard Keynes, a escribir un famoso panfleto, titulado “Las consecuencias económicas de la paz”. Donde previó que la imposiciones de las condiciones y reparaciones de Guerra tan draconianas a Alemania, conducirían a su rearme y a una nueva Guerra Mundial. Efectivamente, el colapso de la República de Weimar en Alemania, dio paso al surgimiento del nazismo hitleriano y su ascenso al poder en 1933 y seis años después el estallido de una nueva guerra mundial, con Alemania, Italia y Japón como protagonistas, finalmente derrotados, por la alianza entre Gran Bretaña, la URSS y los Estados Unidos, a los que hay que agregar Francia a pesar de la ocupación por Alemania del territorio de Francia.
El triunfo de las potencias aliadas sobre Alemania y Japón dieron nacimiento al mundo de la guerra fría entre EEUU y la URSS, y la era atómica militar lo que permitió un equilibrio precario por entre ambas superpotencias hasta 1991, a pesar de las llamadas “guerras proxis” como las guerras anticoloniales en Vietnam, Argelia, Angola, Mozambique y Cuba entre las más relevantes. A la fecha actual, más de 30 años después del colapso de la URSS en 1991, asistimos a un intento de los imperios occidentales –encabezados por EEUU y su bloque militar la OTAN- de derrotar a la Rusia postsoviética y a la China fortalecida económica y militarmente. ¿Habrá uso del recurso nuclear? ¿Se llevará la guerra de Ucrania a una guerra entre la OTAN y Rusia y eventualmente, a una confrontación entre China y EEUU en la región Asia-Pacifico? Las señales indican que si, aunque la razón nos dice que no.