Un intento de reforma fiscal ha concentrado la atención durante las últimas semanas y principalmente durante los últimos días en República Dominicana.

Aunque lo pintoresco y lo estridente llaman mucho la atención, a quien busca, el tema le alcanza para sacarle mucho provecho y hasta para entrenarnos en la urgente necesidad de “leer entre líneas”. Y como es fácil entender, después de leer, para quien no se contenta con cualquier cosa, lo que sigue es entender y actuar en consecuencia.

Desde que se anunció que sería sometido un proyecto con ese propósito comenzó la toma de posiciones. El manejo del relato fue dejando ver algunos detalles. Para unos, lo que se estaba proponiendo no era una reforma fiscal sino tributaria. Y en cuanto a nombre, se contó con un abanico que iba desde “modernización” hasta “bombazo” fiscal.

No faltó quien escogiera vía en solitario para “buscarle un bajadero” y “amarrar su chiva”, aunque ello implicara acudir a espacios en donde no se estaba dirimiendo el asunto, pero sí manejan ciertos hilos. Podríamos decir que se trató de una especie de “cada quien rascándose con sus uñas”.

El caso es que cada sector procuró usar los medios a su alcance para “librarse de ese mal”. Y eso evidenció que “quien tiene más saliva come más hojaldre”. Por eso quien dispone de medios y conocimiento para manejarlos insistió en su propósito. Y quien, aun teniendo medios, carece de la pericia para sacarles provecho, tuvo que apelar a otras argucias.

De manera generalizada, las posiciones y los discursos en torno al frustrado intento tuvieron enorme parecido a lo que ocurre con un juego de “pelota”. Si revisamos bien, entre otras similitudes, con este tema se esperaba una especie de “quítense del medio”, por la amplia mayoría con que cuenta el partido oficial en el Congreso. Finalmente, no ocurrió así.

Otras características parecen comunes a ambos contextos: luego del anuncio del retiro se ha aplicado una especie de “el que gana es el que goza”, se ha intentado identificar a “culpables de la derrota” y hasta da la impresión de que los dirigentes del “equipo” que parece perdedor se disponen reorientar su estrategia.

Lo real es que se trata de ámbitos muy diferentes. Eso ha de implicar que abordemos con otro enfoque los temas con alta trascendencia para las condiciones de vida y la generación de oportunidades a que aspiran y merecen las grandes mayorías del país.

Recordemos que una de las ventajas de la democracia es que tanto quien gobierna como quien está en la oposición han de contar con escenarios y oportunidades para demostrar la validez de sus planteamientos. Cuando eso se hace en el marco del respeto, más que “ganadores” y “perdedores” ha de verse a “demócratas” conviviendo y queriendo aportar. Y eso incluye coherencia en dos ámbitos: entre el dicho y el hecho, e independientemente de que se esté en la oposición o en el gobierno.

Ojalá se entendiera que la solución a los grandes temas nacionales implica ir mucho más allá de la simple emoción que genera un relato acomodado. Cuando así se opera, la gobernanza se convierte en garantía para resolver problemas y mejorar vidas, no para un reducido grupo a costa de las mayorías sino para la colectividad.

Tanto Jeffrey Sachs, economista, catedrático y analista de políticas públicas, como la Organización de las Naciones Unidas, entre diversos estudiosos, han advertido sobre la necesidad de lograr equilibrio entre economía, medio ambiente y bienestar social. Se ha insistido en esa necesidad para poder lograr verdadero desarrollo humano. Pero lamentablemente, de manera generalizada, demostramos una vergonzosa preferencia por el “sálvese quien pueda”.

Sachs (2015) indica que el desarrollo sostenible solo puede lograrse si todos los actores trabajan juntos bajo un mismo objetivo, y eso es posible a través de una gobernanza sólida. En tanto que la ONU (2015) señala que una gobernanza inclusiva es esencial para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Ojalá tomemos prestada un poco de la pasión que sentimos por “la pelota” para aplicarla a la gestión orientada a la gobernanza. Ojalá, aunque en principio solo sea como ensayo, propiciemos procesos más participativos de cara a crear políticas más efectivas y justas, que beneficien a todos los sectores de la sociedad.