“Las buenas historias proporcionan una explicación coherente de las acciones e intenciones de las personas. Siempre estamos dispuestos a interpretar el comportamiento como una manifestación de pensamientos generales y rasgos de la personalidad, causas que enseguida relacionamos con efectos”. (Daniel Kahneman: Pensar rápido, pensar despacio).

Los resultados de las elecciones nos hicieron pasar de la ilusión de validez, de la mera ilusión cognitiva, a la confiabilidad, que es el producto del mundo del pensamiento con la realidad misma. Es la configuración de la ascensión del pensamiento a lo concreto, para volver de nuevo al pensamiento; empero, no ya con el laberinto de la subjetividad, sino, con la aprehensión de la realidad por el cerebro en su escala máxima de la dialéctica del conocimiento. Es que el conocimiento se obtiene de lo abstracto a lo concreto, para volver a lo abstracto nuevamente, en proceso ascensional de dos niveles del pensamiento

Las encuestas, como instrumentos técnicos, cimentadas en las ciencias nos arrojaban información, datos, pero no con el grado de predictibilidad que la gente le confiere. Ellas miden, en percepción, el momento, el presente, el ahora. Por ello, mientras más cerca son divulgadas, siempre que sean realizadas con rigor, con competencias técnicas y la asunción de la ética en la investigación, más certeras son con la realidad. ¿Qué nos dijeron las encuestas más creíbles?

Que Luis Abinader ganaba en primera vuelta. Las tres quedaron en el margen de error con niveles de confianza de una exactitud inconmensurable. Mark Penn, Greemberg y Gallup nos invitaban a seguir creyendo y apuntando a la ciencia, como mecanismo de soporte para la práctica política, para la obtención de información, que nos permita realizar diagnóstico y orientar, con verdadera luz y alumbramiento, nuestra praxis social.

Veamos:

  • Que el PLD como partido ha perdido 1,862,512 electores desde el 2020 al 2024 con respecto a las elecciones del 2016, cuando obtuvieron 2,315,980.
  • Que la sumatoria del PLD y Fuerza del Pueblo en el 2020 (1,352,862 + 233,538), representaron 1,586,400 votos, equivalente a un 38.69%.
  • En el 2024, Fuerza del Pueblo logró un 26.67% y el PLD 10.39%, logrando en cantidad: 1,164,122 (FP) y el PLD: 453,468. Esto suma: 1,617,590 votos válidos emitidos, entre ambas organizaciones partidarias, para un 37.06. 1.63% menos que en las elecciones del 2020.
  • En el 2024, la franja PLD- FP disminuyó su porcentaje con relación al 2020.
  • En gran medida, el “crecimiento” de la Fuerza del Pueblo no ha sido generado por la captación de electores fuera del PLD nuevos, si no, expresión de una exacción, de una sangría de votantes del PLD a Fuerza del Pueblo.
  • Hay alrededor de un millón de electores que votaron por el PLD en el 2016 que no lo está haciendo ni en el 2020 ni en el 2024. Las hipótesis podrían ser:
  1. Por la división en el 2019.
  2. Por la enorme corrupción que caracterizó al PLD, desnuda a partir del 2020 en varios expedientes.
  3. Por la no recuperación de esos votos, ante las expectativas negativas de las dos organizaciones para las elecciones del 2024, de que no ganaban, que decían todas las encuestas.
  • En República Dominicana tenemos que dividir abstención y ausentismo. Hay que motivar para realizar investigaciones al respecto. Un 45.5% no votó. ¿Cuántos lo hicieron por no tener motivación, por descontento, desinterés, desconfianza? Gallup/RCC Media arrojó, en su penúltima encuesta, que un 54% no votó en las Municipales por esas causas. Es lo que llamaríamos ABSTENCION. El millón que votó en el 2016 por el PLD y que no lo está haciendo por nadie, representa un 25%, del padrón electoral.
  • ¿Qué porcentaje no votó o no vota por realidades materiales, fácticas, esto es, tuvieron que trabajar, se enfermaron, viajaron y la distancia para trasladarse, pues una gran mayoría no cambia de lugar de residencia?
  • Cuando miramos el Censo de Agosto del 2023, que tenía 10,760,028 y el Padrón Electoral de 8,145,548, nos encontramos que en varias provincias hay entre un 19% y un 8% de su población que viven ahí, sin embargo, no votan en las mismas. Veamos:
  1. La provincia Altagracia con un 35% que no vota en la misma.
  2. La Romana con un 12%.
  3. San Cristóbal con un 13% que no vota en esa demarcación. Se censaron allí, no obstante, no están matriculados para votar.
  4. San Pedro de Macorís con un 10% que no vota en la Sultana del Este.
  5. La Provincia de Santo Domingo con cerca de un 28% que no vota ahí.
  6. Santiago con un 7% que no sufragan ahí, aunque se empadronaron en el censo.
  7. La Vega con un 5%.
  8. Monte Cristi con un 10%.

¿Qué debemos hacer frente a una realidad que obstaculiza y merma la participación, consecuencia de la migración interna, territorial, atraídos por una movilidad laboral, la atracción económica? Consideramos que en varias de esas provincias hay que instalar recintos, colegios electorales especiales, incluso, cercanos a los grandes hoteles, como Bávaro, Punta Cana, Cap Cana, Romana, Samaná, Puerto Plata.

El voto del dominicano en el exterior, si es con la modalidad actual, debemos de eclipsarlo, ello porque de 863,000 empadronados, solo votó un 19%. Teníamos presencia en 35 países y 46 ciudades. Demasiado costoso y su viabilidad es infecunda. Para el 2028 la Junta deberá implementar el voto electrónico y por correo, por lo menos en el exterior, a fin de disminuir ese ausentismo, como consecuencia de la distancia a que se ven abocados, una inmensa mayoría de los que tienen que sufragar.

¿Cuál es la realidad actual de dos partidos que ocuparon el espectro político de 34 y 50 años respectivamente? Hablamos del Partido Reformista Social Cristiano y el PRD. Veamos:

Año Partido Reformista Social Cristiano Partido Revolucionario Dominicano
2000 24.60% 44.84%.
2004 8.14 30.67
2008 4.59 38.57
2012 5.87 42.13
2016 5.62 5.86
2020 1.80 2.38
2024 0.87 0.45

Dos partidos que otrora representaron un bipartidismo fuerte, dominante, desde el 1966 hasta el 1994. En el 2000 hubo un tripartidismo al alcanzar el PRSC: 24.60, el PLD: 25% y el PRD: 49.87%. Esos dos partidos hoy existen porque la barrera de salida es muy tenue, por cuasi no decir, inexistente. La clase política nuestra no conoce lo que se denomina cuestión de honor, honorabilidad, para asumir la retirada y el cierre de los ciclos. Del 2012 al 2016, el PRD perdió 36.27%. Esto es, de obtener 2,130,189 con los aliados, pasó a 270,450.

El eje del dominio ideológico-político de los 34 partidos reconocidos, 29 son al menos de centro derecha y de ultra derecha. Los tres más votados no se diferencian en lo absoluto. El debate presidencial así lo reflejó. ¡Nada de sorpresa ni sobresalto! Las elecciones pasaron y al otro día parecía que hace mucho tiempo que ocurrieron. Ninguno de los tres partidos hace honor al nombre que llevan: Liberación, ¿de qué? Revolucionario, ¿de qué? Moderno, ¿de qué? Fuerza del Pueblo, ¿de qué pueblo?

En el horizonte, en perspectiva, se advierte una reconfiguración política. Actores políticos que disminuirán su peso político y su jerarquía. Una profunda renovación y cambio ha de producirse al interior del PLD, que puede reciclarse, dependiendo de la medida del calado de los cambios producidos y de los actores que emerjan como protagonistas. El espíritu de cuerpo y la unanimidad, como parte del centralismo estalinista, ya no tiene cabida. Fuerza del Pueblo, que no fue invitado por el Presidente Abinader, si no Leonel Fernández, respondió posponiendo sin fecha el encuentro.

Ostensible obviedad de que Leonel Antonio Fernández Reyna augura volver, al tiempo que destaca su pobre dominio del protocolo, donde la delicadeza estuvo de vacaciones para una persona que fue tres veces Presidente. ¡El encuentro con los aliados así lo atestigua! Pensar, en estos momentos, solo en los intereses personales y particulares sin observar el horizonte societal, es no solo una miopía, un craso error, es seguir con la vieja política, con la atomización y fragmentación, sin contenido ni sustancia. Significa seguir jugando a una crisis de gobernabilidad, pues ya en el 2023 Latinobarómetro señalaba que un 62.3% de la población dominicana no está nada satisfecho, ni muy satisfecho con la democracia.

Jugar al escondido, tirar la piedra y esconder las manos, en aras de un proyecto personal, de adicción al poder y abdicación a los valores de la democracia, es empujar para su propio entierro, sin historia y sin consideración.