Este recién iniciado año del dragón puede ser especialmente auspicioso según las tradiciones chinas que asocian esta figura con el esplendor y la buena suerte. Pero sin importar el animal del zodíaco, es indiscutible que estamos frente a un panorama donde económica y socio políticamente este país es cada vez más importante a escala global. Lo que se verifica a nivel mundial también tiene su expresión concreta en la relación sino-dominicana. Los primeros chinos que vinieron a República Dominicana eran súbditos de la dinastía Qing, escasos hombres y todavía menos mujeres que constituyeron una tímida migración de trabajadores agrícolas instalada en la región del Caribe durante el final del siglo XIX. De esa época viene la costumbre de hablar del “médico chino”, personaje que los cubanos han identificado con nombre y apellido (según ellos Juan Cham-Bom-Biam y vivió en las ciudades de La Habana, Matanzas y Cárdenas) para referirse a un sanador al que la población recurría en situaciones extremas. Este sería el predecesor del apreciado cardiólogo dominicano Ángel Samuel Chan Aquino, nacido en 1923 y que fuera altamente valorado por su labor profesional y social.
Más adelante, y de nuevo motivadas por razones económicas, volvió a haber un influjo de personas que ahora eran ciudadanas de la República China, dirigida por Chiang Kai-Shek. Fue con este gobierno que el régimen de Trujillo estableció relaciones diplomáticas formales en el año 1946 y de ahí vinieron “los chinos de Bonao”, que sí enterraban el hielo, como dice la gente, aunque sus motivaciones eran más lógicas que supersticiosas. Inmediatamente bajo tierra la temperatura se mantiene estable a unos 12 grados centígrados, que derrite el hielo, pero más lentamente que cuando está expuesto a los 28 y 30 grados que suele haber sobre la superficie. Además de establecerse en Bonao, esa generación de migrantes se repartió por todo el país abarcando puertos como Barahona y San Pedro de Macorís, pero también las ciudades de Santiago y Santo Domingo, donde surgieron los restaurantes El Pez Dorado y el Mario, respectivamente. Estos migrantes son los responsables de adaptación de la receta del pollo frito empanizado característico del sur de los Estados Unidos para crear lo que actualmente denominamos “pica pollo” y que en nuestra gastronomía se concibe como plato vendido por “chinos”. Dentro de este grupo se encontraban los emprendedores que se establecieron en la conocida avenida Benito González, principal arteria del Barrio Chino de la capital. Los hijos de esta migración empezaron a destacarse y así tenemos a todos los hermanos Sang Ben en distintas áreas profesionales y al cineasta Claudio Chea, por ejemplo.
Luego de la proclamación de las diferencias entre la República de China (Taiwán) y la República Popular China (la que fundó Mao Zedong) con el apoyo de los Estados Unidos a la primera y de la Unión Soviética a la segunda, durante decenios la mayor cercanía de los dominicanos fue con Taiwán. Este país envió equipos y asistencia financiera y técnica. Algunos de esos profesionales y sus hijos se quedaron en el país. De esta migración los dominicanos aprendimos a cultivar hortalizas y a realizar varias tareas técnicas. Un descendiente conocido de esta camada es el escritor y predicador católico Yuan-Fuei Liao.
Todavía más tarde, mediante el acuerdo sino-británico de 1984 se estableció la salida del Imperio Británico del territorio de Hong Kong, efectiva a partir del año 1997. Eso significó la migración de varias decenas de miles de personas que preferían continuar viviendo dentro del capitalismo. Estos son los chinos “de los Jardines del Embajador” porque durante unos años muchos adquirieron moradas en ese proyecto habitacional construido por el estado dominicano a finales de los años 1970 y que fuera adquirido en gran parte por Andrew Leung, de nacionalidad británica y, por ende, probablemente nativo de Hong Kong.
Cada uno de esto grupos han formado instituciones destinadas a fomentar las relaciones comerciales entre chinos y dominicanos. En el año 1936 Miguel Sang se estableció en la República Dominicana y aquí se casó con Ana Sang, una hija de inmigrantes de la generación anterior. Después de viajes, vicisitudes y éxitos, en 1980 ellos fundaron la más antigua de las instituciones de promoción del comercio entre ambos países, la “Cámara de Comercio y Cultura Dominico-China”. Casi veinte años después, en 1999, el ya citado Andrew Leung, estuvo a la cabeza de la incorporación legal de la “Cámara China de Comercio de la República Dominicana”, donde se incorporaron dominicanos como Antonio Alma, Cesar Lam, Nelson Crespo e Iván Gatón, este último como su director ejecutivo. Más tarde, luego del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los gobiernos dominicano y de la República Popular China, y como fruto de acercamientos a China que databan de la época de 1970, Roberto Santana fue el primer dominicano de nacimiento en establecer una “Cámara de Comercio Domínico-China”. Al momento de su creación, esta cámara contaba con un representante del estado chino, en esa época Li Dong. Finalmente, en el año 2012 fue creada la Cámara de Negocios e Inversiones China-Dominicana, cuyo primer presidente fue el empresario dominicano José Manuel Armenteros.
Los lazos que empezaron a tejerse hace más de cien años se han ido fortificando y creciendo con el tiempo, al punto que a finales del año 2023 la balanza comercial entre ambos países superaba los cuatro mil millones de dólares, una cifra inconcebible para los “chinos de antes”.