El próximo 30 de octubre se producirá un choque frontal en Brasil. Dos candidatos presidenciales, el favorito Luiz Inacio Lula da Silva en los estudios de opinión, dos veces presidente de la República, de 2003 a 2010, que hizo de su tema de campaña “el derecho del pueblo brasileño a comer carne”. Del otro lado Jair Bolsonaro, actual presidente y candidato a la reelección para el periodo 2023 a 2027 que lleva como lema de campaña “Dios, Patria, Familia y Libertad”.

 

Sin lugar a dudas estas fueron las elecciones más divididas de la historia de Brasil, que ponen de manifiesto el rechazo radical a uno y otro candidato o partido por amplios sectores de la población. En una reciente encuesta después de la primera vuelta, un 51% a dijo que “nunca votaría por Bolsonaro”, y un 35% dijo que “nunca votaría por Lula”, quien ganó ampliamente en los estados del Noreste y el voto de la mujer, los negros, mulatos y pobres; mientras de Bolsonaro ganó en el Sur y en las grandes ciudades, con el voto de las clases medias rabiosamente anti petistas y anti Lula.

 

En Brasil el voto es obligatorio. Por ello una abstención por encima del 20% es bastante inusual. Unos 32 millones de votantes no asistieron a ejercer su obligación constitucional. ¿Qué harán estos electores que no fueron a votar el 2 de octubre? Evidentemente no querían ni a Lula ni a Bolsonaro. Pero podría ser un factor central en los resultados de la segunda vuelta el 30 de octubre. Lula obtuvo una votación récord en la historia electoral de Brasil: 57 millones de votos para 48,43% sobre un total de electores válidos de 156 millones. Nunca en la historia de Brasil candidato alguno había llegado a esa cantidad de votos. Por su parte, el presidente Bolsonaro obtuvo 51 millones de votos, dos millones más con los que fue electo en 2018 y por ello el segundo lugar en cantidad de votos en la historia de Brasil. La votación de Lula fue 25 millones de votos superior a la obtenida por el PT cuando fue impedido ir como candidato en 2018 y a última hora el partido llevó a Fernando Haddad debido a la “guerra judicial o Lawfare” desatada contra Lula y la presidenta Dilma Roussef que fue sacada de la presidencia por un golpe de Estado parlamentario, con el famoso “impeachment” dos años antes de concluir su segundo mandato. La combinación de fiscales venales, jueces politizados como el Juez Moro, y una presión fuerte del alto mando militar, hicieron imposible la participación de Lula por el Partido de los Trabajadores (PT) en 2018. La fractura social y política de Brasil, desde el ascenso de la izquierda al poder en 2003 ha ido creciendo exponencialmente. Ahora con la ultraderecha en el poder y la ideología religiosa entrando a todos los poros sociales, se ha hecho mayor.

 

El Supremo Tribunal Federal de Brasil, la Suprema Corte de Justicia en nuestro país, al comprobar la manipulación ejercida contra Lula, eliminó todos los cargos, anuló todas las condenas y Lula quedó rehabilitado para ejercer todos sus derechos políticos. De ahí, el regreso del líder sindical metalúrgico al primer puesto de la escena política.

 

Es innegable que la extrema derecha en Brasil han avanzado notablemente. Pero habría que hacerse una pregunta: ¿Por cuál razón los medios internacionales han creado la percepción de que Lula perdió las elecciones sacando 48,43% de los votos? Todas las encuestas situaban a Lula entre 44 y 48%. Lo que sí fue subestimado era el nivel de polarización y el voto por el Presidente Bolsonaro a quien situaban entre 32 a 38% las firmas encuestadoras, mientras que obtuvo un 43,2%. El resto de las opciones del sistema de partidos prácticamente colapsó. El partido socialdemócrata de Ciro Gomes, el PDT, que las encuestas situaban de 7 a 8% cayó a un cuarto lugar con 3,1%  y la candidata del viejo partido de la oposición legal durante la dictadura militar, el Movimiento Democrático Brasileño MDB de centroderecha, con Simone Tebet, se quedó cerca de sus estimaciones de un 4,2%. Ambos partidos ya han pactado llamar a votar por Lula.

 

La extrema polarización harán girar a Lula al centro. Ya se han anunciado los apoyos de Ciro Gomes y Simone Tebet a Lula. Pero sigue la interrogante ¿Se mantendrá la abstención en 20% próximo de 23 millones de votos? ¿Qué harán los abstencionistas de la primera vuelta? Es claro que esa es la clave del resultado del próximo 30 de octubre, aunque el apoyo de Gomes, Tebet, Cardoso y otros políticos de centroderecha y centroizquierda ponen a Lula en una posición muy fuerte para ganar el balotaje. Además, los resultados para la Cámara de Diputados y para el Senado han favorecido a la derecha y la ultraderecha. La alianza BBB (Bala, Buey y Biblia) de los cuerpos armados, la política militar, los representantes del agronegocio y los evangélicos han fortalecido la derecha y la ultraderecha de Bolsonaro. No debemos olvidar que en Chile, José Antonio Kast, del ultraderechista Partido Republicano, quedó primero en la primera vuelta y obtuvo un 44% en el Balotaje y un 27,91% en la primera vuelta, a pesar de quedar muy lejos de Gabriel Boric en la segunda vuelta que obtuvo 56%.

 

El fenómeno creciente de Javier Milei en Argentina, líder del llamado movimiento “La Libertad Avanza” también confirma el surgimiento de una franja de ultraderecha y neofascista en la región. En las recientes elecciones municipales de Perú el candidato de la ultraderecha, Rafael López Aliaga, de Renovación Popular obtuvo la alcaldía de Lima a pesar de sacar el porcentaje más bajo a la alcaldía en 40 años, con un 26,2%. Pero el candidato del partido que hizo posible la elección de Pedro Castillo, Perú Libre, quedó en último puesto con 1,4% de la votación. López Aliaga, investigado por lavado de dinero, quedó en tercer puesto en las elecciones presidenciales de Perú, con 11,75%, detrás de Keiko Fujimori con 13,41%. Este resultado coloca a López Aliaga muy bien para las próximas presidenciales…a menos sea condenado por las acusaciones que le pesan.

 

 

La ultraderecha no solo avanza en Europa occidental y en países de América Latina, sino que presenta un desafío a la democracia liberal clásica que occidente opuso al avance del socialismo al final de la segunda guerra mundial. Los dados están echados.