El presidente Luis Abinader ha expresado que la reforma de la Policía Nacional podría durar varios años, y que no se trata de un cambio que se realice apresuradamente.
El tema viene arrastrándose desde el inicio de esta administración. Hubo un compromiso del presidente Abinader para transformar la Policía Nacional.
En su primer discurso lo asumió como un compromiso de su gobierno. En la última rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional Reunida para escuchar su informe de gestión de dos años, también lo sostuvo. La reforma de la Policía Nacional es un proyecto grande, de compromiso de este gobierno, y contempla todos los elementos de una reforma moderna, para garantizar la seguridad ciudadana.
Una comisión de intelectuales y entidades de la Sociedad Civil trabaja para impulsar la reforma. El Ministerio de Interior y Policía se ocupa también del tema. El presidente mismo da seguimiento cada semana a los asuntos de seguridad ciudadana y de reforma policial.
Se trabaja, sin embargo, aplicando cambios a una estructura trujillista iniciada en 1936, con fines muy distintos a los que demanda el mundo moderno. Fue una policía con una cultura de mando y de autoridad de una dictadura, con un concepto del policía como si fuera militar, lo más alejado de un cuerpo civil para proteger la seguridad de la ciudadanía.
Los oficiales de la policía, profesionales, son relativamente pocos. Muchos oficiales se formaron en otras áreas. El mérito para los ascensos y los salarios tiene una tradición corrosiva, y el gobierno está obligado a cambiar las condiciones miserables del salario de los policías de la base y las condiciones en que realizan su trabajo.
La Policía Nacional moderna tiene que ganarse el respeto de la ciudadanía, y debe dar pruebas de que está para el servicio de los ciudadanos, no para agredirlos o para quitarles parte del dinerito del día.
Los agentes policiales deben respetar y hacer respetar los derechos de los ciudadanos. No es cierto que todos los ciudadanos sean sospechosos de la comisión de crímenes, cuando están ante un agente policial.
Las armas en manos de la Policía Nacional son para proteger a los ciudadanos, no para agredirlos con ellas.
Es entendible lo que ha dicho el presidente Abinader: Un cambio de esta cultura trujillista en la PN no es una tarea de meses, sino de años. Hay que apostar que la comisión que designó el presidente siga trabajando y comience a recibir resultados de sus esfuerzos y los recursos aportados.