Estos son tiempos de celebración y alegría, de reencuentros familiares y espacios para refrescar amistades. Viendo el mundo como va, sin embargo, se nos diluye el ánimo para celebraciones.

Si una palabra define el ambiente actual esa es la incertidumbre. Después de un tiempo de expectativas positivas, la sociedad humana ha tomado un rumbo diferente al que muchos aspirábamos. La confianza entre personas que, por alguna razón se consideran diferentes, se ha ido desvaneciendo; la esperanza ha dado paso al resentimiento y la solidaridad al odio hacia el “otro”, o al menos, a una irracional negativa a aceptar sus razones.

Muchas de las cosas que hasta hace poco parecían ilusionarnos a todos, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible o pretender detener el cambio climático, dos hermosos sueños acariciados por la humanidad, ahora constituyen motivos de separación y conflictos. Nunca en nuestras vidas habíamos visto tan cerca la posibilidad de una conflagración mundial.

Pero debemos confiar en que este ambiente no prevalecerá. El resentimiento y el odio no pueden permanecer mucho tiempo. Sencillamente porque no puede ser. Los seres humanos no somos así. Si algo tiene bien desarrollada la naturaleza humana es el instinto de supervivencia, y hasta eso está en juego. “El presente nunca es un destino. Las cosas no están condenadas a ser como son” escribió el siempre bien recordado Hamlet Hermann.

Por suerte, con escasas excepciones, América Latina es un remanso de paz en este mundo convulso; y nuestro país, aun con sus rezagos e inequidades, es un oasis comparado con los vecinos.

Por eso, confío en que todos, y así lo deseo, disfruten estos días finales del 2024 lo mejor que puedan y que el venidero 2025 nos traiga alguna luz que alumbre un camino por donde podamos transitar hacia verdaderos motivos de celebración.

MUCHÍSIMAS FELICIDADES Y FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS

Isidoro Santana