El lunes 6 de junio iniciará en Los Angeles la Novena Cumbre de las Américas, convocada por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. El convocante es quien establece la agenda de discusión, quien decide los invitados y quien termina concluyendo un pacto final, que implica puntos de atención, inversión y el mejoramiento o no de las relaciones de los Estados Unidos con América Latina.

Estados Unidos tiene serios conflictos en América Latina. También en el mundo. El escenario internacional ha cambiado. Las relaciones de poder han sufrido transformaciones. Hay nuevos actores. Por ejemplo la República Popular China, que con la India y Rusia representa un bloque importante de poder en las relaciones económicas, ha ido dejando a un lado a Estados Unidos.

Las cumbres de las Américas fueron siempre un esfuerzo de acercamiento y de atender los asuntos bilaterales entre Estados Unidos y los países latinoamericanos invitados. Cuba no ha sido parte de estas reuniones. Chávez, cuando asumió el poder en Venezuela, hizo serios cuestionamientos al esquema democrático americano y latinoamericano. Quiso que cambiaran las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.

Los países del continente han tenido cambios significativos. México, vecino de Estados Unidos, ahora es gobernada por MORENA y Andrés Manuel López Obrador. Ha pedido que Estados Unidos invite a Cuba. El gobierno americano dice que por la relevancia de México estudia la posibilidad de invitar una comisión cubana de tercer nivel. Cuba no lo aceptará y se quedará fuera, como siempre. Pero Cuba arrastra a Venezuela, Nicaragua, Bolivia. En Perú y en Chile hay gobiernos que no son leales a Estados Unidos. Argentina tiene sus propias particularidades. República Dominicana ha dicho que deben acudir todos los países del continente.

La guerra en Ucrania, por la intervención rusa, representa un escenario caldeado para Estados Unidos. Es un frente abierto que tiene con Unión Europea y todo occidente contra Rusia, que se ha acercado mucho con China y la India, que ahora compran una buena parte del petróleo ruso. Los efectos de las presiones de Estados Unidos contra Rusia no son tan efectivos como se esperaban. Occidente está desconcertado. La guerra ha durado mucho más de lo esperado. El gas y el petróleo rusos son vitales para una buena parte de Europa. La economía rusa anda bastante sólida, contrario a lo que occidente esperaba.

En este contexto Estados Unidos necesita tener tranquilidad en su región, con los gobiernos de más de 30 países, algunos de los cuales se han convertido en contestatarios frente a las políticas de Estados Unidos. China tiene negocios, inversiones, presencia en América Latina. China financia ya en muchas áreas, a veces más que Estados Unidos y que los organismos multilaterales regionales que tienen el mismo propósito.

Por tanto, es urgente que el gobierno norteamericano defina su agenda con América Latina. La novena Cumbre de las Américas es una oportunidad. Tal vez los problemas de Estados Unidos sean mayores en Europa o Medio Oriente que los que tiene en su entorno. Sin embargo, la creciente variación política puede convertirse en un desaguisado conflicto para la gran potencia del Norte. A la vista están las elecciones en segunda vuelta el 19 de junio en Colombia, y las elecciones presidenciales en Brasil. Estados Unidos debe presentar una agenda al continente más allá de los temas de salud, energía limpia, cambio climático, democracia y digitalización.

Tal vez ha llegado el momento de replantearse el modelo de las relaciones de Estados Unidos con sus vecinos. Es lo que desean los gobiernos del continente. Hay que replantear las relaciones de Estados Unidos con Cuba, que lleva más de 60 años sin éxito, tratando de derrocar a ese gobierno porque no comulga con su modelo de democracia. Ha pasado algo parecido con Venezuela y con Nicaragua. En estos países hay déficits democráticos, muy profundos, pero no corresponde a Estados Unidos descalificar y tratar de cambiar esos gobiernos.

La Cumbre de los Angeles es una oportunidad para que el presidente de los Estados Unidos plantee una agenda innovadora y desafiante. De lo contrario será más de lo mismo.