Decía el laureado Premio Nobel, Ben Bernanke, “Creo que la política monetaria es 98% hablar y es la parte principal”. Partiendo de esa sentencia decimos que la pasada semana al concluir la última reunión de la Reserva Federal de los EE. UU. se habló poco, pero que se dijo mucho.
Veamos. Lo primero es que a pesar de que se esperaba el aumento de la tasa de política monetaria (TPM), donde las expectativas eran de por lo menos dejar abierta la posibilidad de la disminución de la aceleración del aumento de los tipos, nada más lejos de realidad, pues en la conferencia de prensa el presidente de a Reserva Federal, Jerome Powell afirmo:
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Que el nivel final de la tasa de interés será más alto de lo esperado, superior al 4.63%.
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Que se mantendrán las tasas altas hasta cuando sea necesario.
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Y que si se ajusta demasiado, se podrán utilizar otras herramientas para dinamizar la economía más adelante, pero que si no se logra mitigar la inflación será un problema mucho mayor.
A nuestro entender, Powell no puede admitir públicamente que quiere un “hard landing”, es decir, pasar de un alto crecimiento del PIB a un frenazo muy brusco del mismo, como también una caída de los mercados bursátiles. Sin embargo, todo da señal de eso; de ahí uno de los motivos de nuestra opinión la semana pasada en nuestro artículo “Los fantasmas del 2008”. .
A la luz de lo anterior vemos que se ha continuado la misma tendencia en los Banco Centrales de las principales economías del mundo. En el caso concreto del Banco Central de Reino Unido, ha aumentado por igual 75 puntos básicos (0.75%) de su TPM, su mayor alza desde 1989, elevando así su tasa de interés al 3%, su más alta en los últimos 14 años. En el caso inglés, se observa una inflación rampante por encima del 10%, con un panorama muy desafiante, que apunta a una prolongada recesión.
En un panorama parecido a lo señalado se sitúa la Unión Europea (UE), que provocó las contundentes declaraciones de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, al referirse a la presente inflación: “…la recesión no será suficiente para controlar la inflación…” , lo que se traduce en que todo apunta al continuo aumento de las tasas de interés aún en medio de una recesión.
Dentro de todo ese panorama tenemos el caso particular de la UE, que aunque sea muy doloroso admitirlo, creemos que es la postura correcta al observar los datos recopilados de los 27 países que componen esta comunidad, dándonos cuenta de que el Banco Central Europea (BCE) todavía está muy rezagado en su política monetaria. Así lo demuestra su inflación general que aumentó en un 10% y la subyacente en un 5%, duplicando en ambos casos su promedio de los últimos 20 años.
En realidad, no es de sorprender las posturas “hawkish” de esos bancos centrales, ya que era de esperarse, pues habíanHole en el 2021, donde el principal tema que se trató fue la disminución de manera paulatina de la compra de activos por parte de las autoridades monetarias, mejor conocido como “tampering”. Al igual que en el simposio del año 2022, el tema fue la inflación. El mismo Powell señaló que “…en este momento el objetivo es reducir la inflación a nuestra meta del 2 %. Actualmente, es casi el 9%. Lo que eso significa que las subidas de tipos pueden continuar hasta que las cifras de inflación bajen. Si bien las tasas de interés más altas, el crecimiento más lento y reajustes del mercado laboral reducirán la inflación, también traerán algunos problemas a los hogares y las empresas. Estos son los costos desafortunados de reducir la inflación, pero el hecho de no restaurar la estabilidad de precios significa un dolor mucho mayor”.
Como se ve, las señales han sido claras y no ponemos en duda los motivos de la persistente lucha contra la inflación; sin embargo, contrario al cambio de la postura monetaria, tales como en 1980, 1994, y 2004, hoy en día el espacio fiscal es totalmente mucho más restringido; como muestra, solo hay que ver la alerta del Fondo Monetario Internacional, donde resalta la deuda global pública y privada para el cierre del 2021, alcanzando 356% del PIB.
Conscientes de que la inflación es un gran dolor de cabeza, al mismo tiempo hay que estar atentos al costo del servicio de la deuda para los países en desarrollo y más aún para todos los países emergentes, los cuales están abiertos a muchas mayores vulnerabilidades ante un financiamiento que cada vez está más escaso y caro.