La tragedia sufrida por España, en en la Comunidad Valenciana (este) y en Castilla-La Mancha (centro), lugares en donde una tormenta provocó inundaciones que hasta el momento han dejado 95 personas muertas y no se sabe todavía cuántos se encuentran desaparecidos, no es un caso aislado.

En la República Dominicana hemos sufrido en años recientes los efectos de grandes cantidades de lluvias, con sus secuelas de inundaciones, destrucciones y muertes.

Y los casos se multiplican alrededor del mundo: inundaciones en Estados Unidos, Italia, Francia, México, Brasil.

De igual manera los incendios forestales cada día son más destructivos.

Recientemente en la reunión de COP16 , en Colombia,  la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) presentó un informe que advierte que el 38% de los árboles del mundo están amenazados de extinción.

La especie humana ha dañado y destruido los recursos naturales, ha abusado de la explotación del planeta, y ahora sufre las consecuencias.

En esa misma reunión, el informe Planeta Protegido 2024 se advirtió que el mundo debe duplicar las áreas terrestres y marinas protegidas para alcanzar la meta del 30 % preservado al 2030.

Por si fuera poco, días antes el informe de referencia del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) daba cuenta de que las diferentes poblaciones de animales salvajes han perdido en promedio el 73% de sus individuos en 50 años, y en América Latina y el Caribe la pérdida es de hasta el 95%.

En resumen, la especie humana ha dañado y destruido los recursos naturales, ha abusado de la explotación del planeta, y ahora sufre las consecuencias.

El desorden climático es una realidad. Y más que todo es un desafío para todos los países, y es necesario contar con políticas y programas preventivos.