Carlos Alcaraz sufrió este jueves, pero acabó remontando en los octavos de final del Masters 1.000 de Toronto ante el gigante polaco Hubert Hurkacz, a quien derrotó por 3-6, 7-6(2) y 7-6(3) en dos horas y 38 minutos.

El número uno del mundo, que conquistó sus dos últimos torneos de forma consecutiva (Queens y Wimbledon), acumula con esta 14 victorias seguidas (sin contar la Copa Hopman).

Alcaraz, que en 2022 cayó en segunda ronda en tierras canadienses, se medirá este viernes en cuartos al estadounidense Tommy Paul, que fue precisamente su verdugo el año pasado en este torneo y que venció este jueves a su compatriota Marcos Giron por 6-3 y 6-2.

El de El Palmar tiene ahora un balance de 49-4 en 2023 con seis títulos este año (el mejor de la ATP en ambos registros).

Hurkacz, número 17 del mundo y que estuvo muy cerca de dar la sorpresa esta noche, y Alcaraz solo se habían enfrentado hasta hoy en una ocasión: en las semifinales del Masters 1.000 de Miami de 2022, donde se impuso el español.

Después de este torneo en Toronto, Alcaraz seguirá con su puesta a punto en pista dura en Norteamérica y afrontará la próxima semana el Masters 1.000 de Cincinnati antes de acudir a Nueva York para defender su corona del Abierto de Estados Unidos.

En los cuartos de Toronto también estará otro español: Alejandro Davidovich, que superó este jueves al noruego Casper Ruud y que se jugará un puesto en las semifinales frente al estadounidense Mackenzie McDonald.

FALTA DE RITMO

Como en su debut el miércoles en Toronto (6-3 y 7-6 frente al estadounidense Ben Shelton), Alcaraz pecó esta noche de falta de ritmo y consistencia en su tenis, algo esperable tras su descanso después de Wimbledon con la excepción de la Copa Hopman.

Alcaraz empezó a acumular errores no forzados prácticamente desde el principio y concedió el 'break' en su primer turno de saque, lo que dejó al polaco, muy seguro y potente con su servicio, con un 0-3 a su favor en menos de diez minutos de encuentro.

El murciano entró poco a poco en calor mejorando con su derecha y ganando algo de confianza en su juego desde el fondo de la pista.

Pero Hurkacz, con 1,96 de altura y finalista de este torneo el año pasado (perdió ante el español Pablo Carreño), no mostró ninguna flaqueza en un primer set muy sólido, solventó dos bolas de 'break' con 1-3 y puso la directa para anotarse la primera manga por 3-6 en 32 minutos.

Tras un primer set con siete errores no forzados, Alcaraz empezó el segundo también con dudas y fallos ante un Hurkacz que empezó a creer que podía sellar en Toronto un triunfo de muchos quilates.

El polaco subió sin miedo a la red para romper el servicio del español en la apertura de la segunda manga, pero Alcaraz reaccionó devolviendo el 'break' y ganando el juego a continuación para situarse por delante (2-1).

Todavía no estaba al cien por cien, ya que alternaba momentos de frustración con instantes espléndidos de garra y fantástico tenis.

Pero Alcaraz igualó en ese segundo set a un Hurkacz que ya no parecía tan infranqueable con su primer saque.

El murciano desperdició dos bolas de 'break' con 3-2 a su favor y tampoco su rival pudo romperle el servicio por lo que el set se fue al 'tie break'.

Fue entonces, en el momento de mayor tensión, donde por fin brilló el gran catálogo de Alcaraz, que combinó derechas y dejadas con gran aplomo para cerrar el segundo set con un estruendoso "¡vamos!" y forzar una tercera manga.

Allí pareció acabar la resistencia de Hurkacz, que acusó las ocasiones malgastadas en el segundo set y que dio un importante bajón.

En cambio, Alcaraz se creció totalmente como si se hubiera quitado un enorme peso de encima, apretó el acelerador con su derecha y, ya con su maquinaria a pleno rendimiento, rompió dos veces el saque a su rival (5-2).

Sin embargo, no acabaron las curvas para el español, que desperdició dos bolas de partido y que concedió dos 'break' consecutivos cuando sacaba para ganar con todo a favor (5-5).

De vuelta en el carril del sufrimiento, Alcaraz tuvo que recuperar su mejor derecha para forzar el 'tie break' y, tras una velada de incontables momentos de sudores fríos, por fin pudo levantar los brazos y respirar tranquilo al culminar su quinta bola de partido.

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