Para hablar de literatura maravillosa primero, hay que tratar de deslindar las fronteras estéticas que separan la línea  semántica entre el realismo mágico, realismo fantástico y realismo maravilloso; en virtud de la confusión que por décadas ha habido en torno al tema. Así mismo, los debates y la confrontación teórica que ha generado esa confusión. Sobre todo, después que el cubano Alejo Carpentier escribiera el prólogo a su novela El reino de este mundo en el año de 1948. También conviene detenerse a estudiar cuáles son los puntos coincidentes entre las tres categorías y donde se separan una de la  otra. En lo adelante también habrá que resolver un campo estético por definir entre lo maravilloso europeo y lo maravilloso americano.

Desde hace tiempo, la crítica literaria ha confundido los términos “realismo maravilloso” y “realismo mágico”, por ser dos categorías ampliamente relacionadas con lo mítico-legendario y su intervención en  la realidad. Para muchos teóricos e investigadores de la literatura, ambas categorías encierran lo mismo desde el punto de vista semántico. Mientras que para otros, estas tienen un campo de diferenciación que la separan ampliamente, cuestión esta que podría estudiarse más adelante. Lo cierto es que tanto, realismo mágico como realismo maravilloso tienen puntos coincidentes, los cuales conviene definir para ver sus diferencias y poder estudiar a fondo la posición de los investigadores que se han referido a una y otra corrientes y el lugar que ambas ocupan en el campo de la teoría literaria y su aplicación, en toda Latinoamérica.

En su Introducción a la literatura fantástica (1976), cuando Todorov trata de definir lo fantástico, semánticamente esta definición se aplica también al campo de lo maravilloso. En consecuencia el autor sostiene:  “lo fantástico  es la vacilación que experimenta un ser que solo conoce las leyes naturales, ante un acontecimiento al parecer sobrenatural”. Consecuentemente el concepto de lo sobrenatural es propio y entra claramente en el campo de lo maravilloso. Más adelante advierte que “lo maravilloso corresponde a un fenómeno nunca visto, aún por venir” Partiendo de esta definición se puede colegir que en lo maravilloso intervienen también, tanto lo extraño como lo insólito. Esto significa que si es un fenómeno “por venir”, está determinado por  una condición temporal, por lo tanto  pertenece al futuro. Es bueno apuntar que si el fenómeno por venir es propio de una ley natural, puede que para ello no haya habido un llamado o una evocación. Sino por el contrario, si “el fenómeno por venir” es el producto de la intervención de fuerzas extrañas, entonces, este pertenece sin duda a lo sobrenatural y ese es precisamente el campo que explora el concepto de lo “real maravilloso americano” en El reino de este mundo. Por lo tanto, se advierte aquí un punto de contacto entre lo maravilloso y lo fantástico por su estrecha relación estrecha con lo sobrenatural.

Tzvetan Todorov.

Mientras tanto, Todorov define lo maravilloso desde un punto de vista racional, cuando trata de afincar su teoría en un fenómeno que, –según él—, puede ser explicado. Sin embargo, si lo maravilloso es propio de una “condición sobrenatural”, como bien apunta más arriba el propio Todorov, hay aquí una contradicción de orden semántico, en virtud de que lo sobrenatural no puede tener explicación racional posible, toda vez que es producto de la intervención de fuerzas desconocidas y extrañas, ajenas al hombre, entendiendo que lo extraño en ninguna circunstancia puede ser explicado, ya que  entra en el campo de la irracionalidad. Por ejemplo, en La caída de la casa Usher, uno de los cuentos más memorables del norteamericano Edgar Allan Poe, hay una intervención de lo sobrenatural. En el hecho están envueltos el señor Usher y su amigo, momento en que ambos entierran a la hermana del primero en el sótano de la casa. De repente, aparece un elemento inexplicable. Cuando ya es de noche, en la que arrecia una tormenta de lluvia, unos gritos de mujer se confunden con las ráfagas de viento y los relámpagos. Mientras tanto, ellos mantienen la sospecha de que algo inesperado está por suceder, cuando la muerta se aparece en el umbral de la puerta abraza a su hermano y los dos caen desmoronados en el suelo. El amigo sale corriendo despavorido y más adelante se detiene a mirar, instante en que la casa se desmorona como un terrón de azúcar a orillas  del lago y bajo la lluvia.

Para Todorov, “lo maravilloso se caracteriza, única y exclusivamente por la existencia de hechos sobrenaturales, sin que esto implique la reacción de los lectores”. Sin embargo, si la presencia de lo sobrenatural, como bien lo acentúa el teórico, tiene que ver además con algo extraño, en este caso, el episodio puede estar también relacionado con lo insólito y lo insólito es inexplicable.

Edgar Allan Poe poeta y narrador de EEUU.

Es pertinente aclarar que en la literatura de ficción lo sobrenatural no ocurre en ningún momento por obra y gracia del azar. Aunque el hecho no provoque reacción alguna en el personaje, tiene que haber un mecanismo de intención que justifique la existencia de éste. De manera que la participación del personaje tendrá una alta implicación en lo maravilloso, ya sea en forma evocativa o con la intervención de ceremonias rituales, a través de la música, efectos de magia y prácticas de hechicería. Es bueno destacar que en la estética de lo maravilloso el mito tiene una presencia imprescindible, por la alta significación simbólica de las fuerzas convocantes interventoras que provocan a la postre, la existencia del milagro. De manera que lo maravilloso pasa a tener así una intención de causa y efecto, por lo tanto hay un sometimiento de lo maravilloso que favorablemente acerca esta condición al campo de lo sagrado y de lo filosófico.

El reino de este mundo (1949), del escritor cubano Alejo Carpentier.

Sobre este particular interés Todorov explica que la “sensación de extrañeza parte por lo tanto de los temas evocados que están ligados a tabúes más o menos antiguos”. En cuanto a lo extraño europeo, la literatura obedece a ciertas lógicas posible, en tanto que en lo extraño americano la literatura está ligada con acontecimientos que obedecen a un llamado de fuerzas convocantes, dotadas de cierto grado de religiosidad, sin que necesariamente estos fenómenos tengan, ni vayan a tener una explicación posible, debido a su ligazón con tabúes, mitos y creencias antiguas y su relación con experiencias primitivas ancestrales.

Tanto la concepción de lo maravilloso vista por Todorov como la concepción de Alejo Carpentier tienen sus puntos de contacto con “lo extraño” y con “lo sobrenatural”. Es pertinente aclarar que, entre ambas posiciones hay un campo ideológico que es preciso salvar y que a la postre puede abrir un debate teórico, el cual dará la oportunidad de ver la cuestión desde dos puntos de vista diferenciables: Uno, atendiendo a lo netamente lingüístico y estético y el otro desde el punto de vista semántico. Específicamente se refiere a ese hiato que se percibe entre el mundo europeo y el mundo americano.

Sobre este particular interés Ana María Barrenechea propone que “pensemos en los cuentos folklóricos y en los cuentos de hadas donde aparecen gigantes, enanos, brujas, ogros, pájaros y fuentes milagrosas, plantas que crecen y sube al cielo”.

Siguiendo a Barrenechea, los mitos constituyen así la fuente primigenia de la ficción creadora, que tiene su base en el folklore, en el milagro, en la leyenda y en las fuerzas de la naturaleza. En ese sentido Todorov establece tres categorías que merecen ser atendidas: Lo extraordinario, lo fantástico y lo maravilloso. Las tres categorías están atravesadas por un eje importante asociado a la poética del relato y en todo caso, se refieren a lo sobrenatural. En tanto, lo fantástico está supeditado a la duda y a la vacilación, si por el contrario el hecho causa asombro entonces este pertenece al rango de lo extraordinario. Finalmente, cuando lo irreal arropa la conciencia del lector y modifica su estado psicológico entra en el rango de lo maravilloso. Esto significa que tanto lo fantástico como lo maravilloso, en última instancia están permeados por lo extraordinario y por lo insólito.

En cuanto a lo “maravilloso puro” Todorov hace una clasificación interesante que divide en tres subgéneros. Mientras tanto señala que “en el caso de lo maravilloso los elementos sobrenaturales del relato no provocan ninguna reacción particular en los lectores, ni en los personajes. Lo que caracteriza lo maravilloso no es la actitud hacia los acontecimientos narrados, sino la naturaleza de esos acontecimientos”. En este caso, el autor se refiere al origen y al estado primigenio de los mismos, el lugar que ocupan en el tiempo y donde está situada la raíz y la mecánica que mueve el relato. Si es posible, la habilidad del narrador para proponer una atmósfera mediante un hecho irreal que a la postre es el planteamiento de un mundo nuevo, un mundo inventado, si se quiere ante los ojos del espectador. Así que para justificar su teoría, Todorov hace una clasificación de “lo maravilloso puro”.

En primer término propone “lo maravilloso hiperbólico” en donde “los fenómenos no son aquí sobrenaturales, sino por sus dimensiones superiores a los que son familiares”. Esto significa que “lo maravilloso hiperbólico” obedece en cierta medida a un estado anormal de la cosa, a lo netamente exagerado. No en vano, esta clasificación hecha por Todorov encaja muy bien con la novela  El reino de este mundo, en virtud de su lenguaje barroco, cuyas características tiene tendencia a la amplitud de las cosas,  a la ampliación, al volumen y a la exageración de las formas y de los objetos. Es exactamente con la descripción que hace Carpentier sobre el Palacio de la Ferriere. Una construcción anormal, con señales de laberinto que sobrepasa las condiciones normales de cualquier palacio.

La segunda clasificación de Todorov tiene que ver con “lo maravilloso exótico”. A este respecto propone lo siguiente: “Aquí se relatan acontecimientos sobrenaturales sin presentarlos como tales; el receptor implícito de estos relatos se supone que no conoce las regiones, ni los escenarios donde se desarrollan, en consecuencia los objetos son motivo de una estética particular” . En el caso de El reino de este mundo el autor hace descripciones de grandes dimensiones, que por su condición de extraordinaria rareza pueden parecer algo exóticas. Por ejemplo: “el veneno se arrastraba por la llanura del norte invadiendo los potreros”, “Por culpa suya una negra parió un niño con cara de jabalí”.  Situaciones, que por sus condiciones exageradas caen dentro del rango de lo exótico debido a su inusual rareza, en virtud de que lo exótico provoca extrañeza y sobrecogimiento.

Eugenio Camacho en Acento.com.do