La Feria del Libro de Buenos Aires celebró un acto en homenaje al escritor y periodista colombiano, Gabriel García Márquez, cuándo se cumplen 40 años de ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982, y la capital argentina fue el lugar que lo catapultó a la fama.
“Su fama comenzó en esta ciudad (Buenos Aires), aunque también fue su primera frustración”, recordó el director general y cofundador de la Fundación Gabo, Jaime Abello, que se encarga de ofrecer talleres para la formación práctica y la búsqueda de la excelencia en el periodismo.
García Márquez o Gabo, para sus amigos y lectores, intentó en 1952, sin éxito, publicar "La Hojarasca" con la Editorial Losada. El rechazo por parte de la institución fue tan grande que hasta un editor le mandó una carta sugiriendo que se “dedique a otra cosa”.
Tiempo después, ese libro, divulgado en Colombia serviría como la base de García Márquez para escribir "Cien años de Soledad" en 1967, bajo la editorial Sudamericana de Buenos Aires, y que le haría merecedor del Nobel.
En 1982, la academia sueca lo reconoció por sus novelas e historias cortas, en las que combina “lo fantástico y lo real en un mundo compuesto de imaginación, que refleja la vida y los conflictos de un continente”.
"Cien años de soledad" está considerada como una de las novelas más representativas del realismo mágico del siglo XX y por el éxito que tuvo es el término con el que se aplicó a la literatura de los años 60 en América Latina.
“No nos sorprendió cuándo ganó el Nobel”, dijo Gloria López, editora de Sudamericana y de los libros que García Márquez publicó en el país, durante el homenaje.
“Cien años de Soledad nunca estuvo agotado, siempre era reeditado para sacar más ejemplares. Después de que ganó, decidimos por primera vez en la historia sacar 50 mil reediciones de sus libros más conocidos. No quedó ninguno”, agregó.
Treinta años después, esa misma obra se tradujo en, al menos, 37 idiomas y vendió más de 30 millones de copias en todo el mundo, y hasta se convirtió en la bibliografía obligatoria de escuelas y universidades de Latinoamérica.
El libro posee 20 capítulos no titulados, en donde narra una historia con estructura no lineal, ya que los acontecimientos del ficticio pueblo Macondo y de la familia Buendía, así como los nombres de los personajes que se repiten una y otra vez, mezclando fantasía con realidad. Además, el narrador es también el personaje principal, algo posmoderno para la época.
El homenaje también tuvo como invitado especial al director de cine y televisión colombiano, Rodrigo García Barcha, el hijo mayor de García Márquez.
“Gabo tenía desconfianza con los premios y al Nobel en particular, porque no se lo habían dado a Jorge Luis Borges o Virginia Woolf u otros autores que él respetaba y leía mucho”, comentó García Barcha. en directo desde una pantalla gigante en la Feria del Libro.
“La academia sueca le pidió que no se lo dijera a nadie, pero él estaba explotando por poder contárselo a alguien”, rememoró Barcha durante el homenaje, que de a poco se iba transformando en una charla entre amigos con audiencia.
“Cuándo se conoció la noticia el teléfono se saturó y los periodistas y lectores no paraban de llegar a casa, fue todo muy enloquecido y delirante, como si fuera una estrella de rock”, sumó.
GABO Y LA FAMA
Tres años después de ganar el Nobel, García Márquez publicó "El amor en los tiempos del cólera", una novela romántica inspirada en sus padres, que justificó con creces el motivo del premio.
La obra volvió a ser noticia durante la etapa más cruda de la pandemia por la covid-19, ya que en 2020 sus ventas se incrementaron un 621 % en inglés y un 168 % en español.
Hasta 1981, el escritor vivió entre México y Colombia pero un artículo en el periódico El Tiempo lo acusó de tener nexos con el grupo guerrillero M-19, algo que durante la presidencia de Julio César Turbay Ayala (1979-1982) podría llevarlo a la cárcel.
Por ese motivo, el ya reconocido autor decidió exiliarse a Ciudad de México donde vivió hasta el final de sus días.
Siempre quiso fundar su propio medio de comunicación, pero nunca lo consiguió, en cambio logró levantar su fundación junto a Jaime Abello para mejorar la calidad periodística de habla hispana.
Abello leyó al público una de las últimas palabras de García Márquez: “No quiero que se me recuerde por Cien años de Soledad, ni por el premio Nobel, sino por el periódico. Quiero que hagamos un periódico completamente exacto”.