Hace unos meses quería dedicar varios escritos en esta columna a esta práctica ancestral legada a nuestros abuelos y abuelas. He comenzado con este primero esta semana, para compartir saberes, miradas y experiencias que uno va viviendo, reviviendo, acumulando y sistematizando en el transcurso, con la intención de luego de luego compartirlas y ponerlas en valor.
En el mes noviembre del año 2021 realicé un viaje a los Estados Unidos de América, luego de que el mundo se fue organizando por la situación vivida con el coronavirus, volviendo a la realidad, con el corre corre con las incomodas e insoportables mascarillas y el pesar de tantas personas que se nos fueron. Pero teníamos que seguir, a medida que los procesos se iban normalizando. Por eso tuve que salir de viaje, para cumplir compromisos académicos ya pautados y aplazados y además para tomar unas vacaciones o respiro, visitar y compartir con familiares y amigos que residen en diferentes ciudades de EE.UU.
Como en otras ocasiones llegue al país por la ciudad de Massachusetts, que se ubica en Nueva Inglaterra, conocida por su importante historia colonial, con Boston, su capital y su vinculación histórica con la Revolución de Estados Unidos. Tengo parientes y amigos en varios estados de la zona.
La ciudad de Salem en Massachusetts honra a los curanderos dominicanos
Una tarde fui invitado por un amigo a visitar el pueblo de Salem, para conocer la zona de los murales que se habían preparados con grafitis y dentro de ellos se dedicó uno a la cultura popular dominicana. Mi amigo Alfred, sabe de mi pasión por la temática y su intención era, que disfrutara de la obra que se había dedicado a los curanderos dominicanos, que habían emigrado desde Republica Dominicana y se habían establecido en esa zona, donde continuaron su práctica de curanderos o sabedores.
Llegamos al lugar y fue muy impresionante disfrutar de tanta belleza que evocaba esa ruta de murales cajeros, pero al ver el dedicado a los curanderos de inmediato comencé a preguntar como investigador, sobre las características, dedicación, autoría y otras interrogantes de esta obra que visibilizaba a estos hombres y mujeres sabedores que vivieron y vivieron haciendo el bien o como decía mi abuelo, Ramón De Oleo, cumpliendo con su misión dada en la tierra.
La ciudad de Salem en Massachusetts es también conocida como La ciudad de las brujas, nos contaron unos visitantes dominicanos residentes en la zona. Sobre el mural nos contaron que fue elaborado por el artista dominicano Rubén Ubiera, dentro de la ruta de los murales callejeros, para honrar a los curanderos dominicanos.
Es un mural de grafiti muy grande ubicado en la calle más importante de la ciudad. Luego buscando información sobre la creación, un medio local establecía: “Los curanderos dominicanos han sido honrados con un gigante mural, pintado al estilo grafiti, por el artista dominicano Rubén Ubiera, en una de las calles más transitadas de Salem, en Massachusetts, poblado conocido mundialmente como “La Ciudad de Las Brujas”. El mural es parte de una iniciativa para promover la diversidad cultural y “atravesar” las fronteras raciales de la organización comunitaria North Shore Coalition For Community Development/CDC (Coalición para el Desarrollo Comunitario de North Shore), que acudió a Ubiera, seleccionado como el artista del grafiti del año 2012”.
La pintura tiene 40 pies de ancho. Fue realizada en una rústica pared urbana y expone a un curandero dominicano no identificado con el clásico pañuelo en su cabeza, hecho con hojas de plátano y un grueso cigarro en la boca.
Yo me imagino, ese mural de esa dimensión creado en la avenida 27 de febrero, honrando a los curanderos y curanderas dominicanos y dominicanas que tanto hemos tenido en esta isla. Yo me imagino la situación que se daría en este tiempo de las redes sociales, con los grupos de paisanos que son anti todo, que se oponen a todo lo que se vincula a la historia negra, africana ancestral. Se acaba el país, se hunde la isla. Yo me imagino todo lo que ocurriría con el autor de la obra, con quienes dieron el permiso para hacerla, con los auspiciadores, en fin, aquí todo es un problema, pero todo lo que se quiere visibilizar de la cultura negra, que se niega y se ha negado desde un sector hasta la saciedad.
Bueno, pero total no fue aquí, fue un país donde la diversidad abunda, donde se respeta la cultura y donde nadie se muere por la realización de un mural. Algún día sueño con murales como esos en las calles principales de mi país, en los salones del Teatro Nacional, en el Palacio Presidencial, en los hoteles, escuelas y universidades y todo lugar que se pueda poner en valor este legado ancestral de nuestros abuelos y abuelas que con tanto orgullo y respeto hacían su práctica y cumplían su misión.
Los curanderos y curanderas
La Real Academia Española de la Lengua, refiere que, un curandero es una persona que, sin ser médico, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales.
Lopez, Rebecca A. (2005) en la obra «Use of Alternative Folk Medicine by Mexican American Women», refiere: “Un curandero es un sanador tradicional que utiliza elementos naturales para curar medios tanto físicos como espirituales. Por ello, su posición antropológica puede incorporar también los roles tradicionales del hombre que cura y del chamán. Sus funciones van desde proveer curación a enfermedades mentales, emocionales, físicas y espirituales mediante tratamientos herbolarios y masajes, hasta la purificación del espíritu y la sanación de males mágicos con la ayuda de espíritus o deidades”.
Quienes estudiamos esta temática, pero además quienes hemos vividos mirando la práctica de la curandería, sabemos como plantea Salazar, CL; Levin, J (2013) en «Religious features of curanderismo training and practice»: Existen curanderos y curanderas especializados en una técnica o disciplina como son las yerberas (hierbas), oracionistas (rezos), hueseras (huesos), parteras (partos), etc.
En la cultura latinoamericana, el curanderismo es un remanente moderno de antiguas tradiciones mágico-religiosas profesadas por los pueblos originarios del continente americano previo a la llegada de los europeos, muchas veces sincretizadas con las prácticas religiosas occidentales modernas. Su práctica antigua se encuentra atestiguada por los códices precolombinos y documentos coloniales, y su amplia difusión moderna por los testimonios etnográficos contemporáneos. Actualmente las prácticas de curanderismo en América se han extendido más allá de los países latinoamericanos, y desde la década de 1990, es común saber de curanderos en las ciudades del norte de Estados Unidos (Sleath, BL; Williams Jr, JW 2004).
Estamos muy claros, que, aunque un curandero asegura que sus rituales tienen efectos sanadores, esa afirmación no puede sostenerse mediante pruebas obtenidas a través del método científico. Por lo tanto, su efectividad no puede ser confirmada por la ciencia, por eso se le denomina tradicional o popular, en antropología se le llama folkmedicina.
La curandería surgió en los pueblos de la antigüedad. Con el avance de la historia muchas de sus prácticas comenzaron a combinarse con elementos y acciones de la medicina occidental o científica, generándose un sincretismo. En la actualidad, hay pueblos donde los curanderos trabajan en conjunto con los médicos para mejorar la salud de la población, como pudimos conocer en la ciudad de Tena en Ecuador en un viaje en octubre del año 2023 a la zona de la Selva Amazónica donde habitan comunidades aborígenes Warani.
Otro caso que conocimos sobre esta práctica fue en el año 2014 en un viaje a Buenos Aires en Argentina, y en nuestras notas encontramos, que el propio Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires (Argentina), por ejemplo, impulsó la creación de un centro de salud intercultural a través del cual un curandero mapuche (el lonko o cacique de su comunidad) está en contacto con el sistema sanitario provincial. Una iniciativa que integra la labor de los curanderos a la asistencia de salud que brinda el Estado. Lo mismo lo conocimos en Guatemala con las abuelas sobadores o parteras.
De la misma manera, hay que tener en cuenta que en otros rincones del mundo también los curanderos o chamanes son verdaderas autoridades dentro de la población. Esto sucede, por ejemplo, en cantidades de países de África. De ahí que en muchos casos las instituciones de salud se topen con el problema de que la gente confía más en los curanderos que en la medicina y en la ciencia. Por ese motivo, se han visto en la necesidad de acercar posturas con los curanderos y de enseñarles nuevas prácticas, técnicas y medicamentos que son efectivos para que los utilicen para tratar a sus pacientes, establece en sus informes sobre el seguimiento que da a estos temas la Organización Mundial de la Salud OMS.
Las investigaciones de Fradique Lizardo
En el contexto dominicano conocemos de investigaciones y obras publicadas sobre la temática, como es el caso de los trabajos que llevó a cabo Fradique Lizardo en sus recorridos por todo el país. De uno de ellos hace referencia el colega Edis Sánchez en un artículo publicado en Acento el 2 de agosto del 2021, con el título: “Raíces, hojas y vegetales usados en la medicina tradicional”, donde refiere:
“La situación antes mencionada, no era ignorada por Lizardo que sabía muy bien que, dentro del ámbito del folklore, la medicina popular tiene su espacio y que donde los servicios sanitarios no son accesibles o declaran desahucio, la salud depende de personas (como los curanderos, las parteras, los que hacen ensalmos, etc.) que se han ocupado tradicionalmente de conocer las plantas y otros elementos y procesos, efectivos para resolver y sanar necesidades sanitarias y dolencias múltiples. Por eso Lizardo se ocupó de archivar recortes de periódicos que hoy podemos consultar en el Fondo Fradique Lizardo, Patrimonio de la Memoria Latinoamérica de la UNESCO (MOW) que custodia El Centro León para contribuir a la nación dominicana y el mundo, a través de su mediateca y de la web”.
Para finalizar compartimos lo que plantea Eduardo Menéndez (1990), en la obra «Recursos y prácticas médicas «tradicionales»:
“Existen tres formas de hacer frente a una enfermedad o una dolencia desde tres modelos médicos: el modelo médico hegemónico, el modelo basado en la autoatención y el modelo médico alternativo subordinado. El primero es aquel ofrecido en instituciones públicas y privadas, es el modo de curar legitimado por el Estado, enseñado en la academia. Saber que se caracteriza por la biologización de los procesos encarados desde una concepción anatomofisiológica de las personas. El modelo médico de autoatención es el que aparece generalmente en primer lugar, no incluye la presencia de ningún especialista de la salud. El último modelo es el alternativo subordinado: aquí se encuentran las terapéuticas denominadas «alternativas», yoga, reiki, medicina ayurvédica, etc. y las medicinas tradicionales como el curanderismo y el chamanismo, llamadas también «medicinas empíricas o populares». Estos modelos presentados ordenan, en mayor o menor medida, las formas no solo de entender las enfermedades y los padecimientos, sino también cómo atenderlas, quiénes deben tomar parte en los procesos de restauración de la salud, qué tipo de técnicas se pueden emplear para sanar; en síntesis, qué tipo de estrategias se establecerán ante un proceso de enfermedad/atención”.
En la medida en que iremos compartiendo los artículos con la temática, iremos retomando y analizando las diferentes visiones o miradas desde la curandería o la folkmedicina o, como decía Malinowski, «su posición ante la vida, para comprender su visión de su mundo». Hasta la próxima semana.