Inicio a este proyecto: "Cinco preguntas a un escritor o escritora dominicano/a", con este destacado escritor de las nuevas generaciones. Vamos a conocer un poco más sobre él.
Fernando Berroa es poeta, escritor, crítico de arte y docente universitario. Licenciado en Letras por la UASD y Doctorando de Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca (USAL). Ganador de los más importantes premios literarios de la República Dominicana. Entre sus galardones figuran: el primer lugar del Premio de Novela Federico García Godoy 2012, Funglode, con la obra El turno de los malos; el primer lugar del Premio de Cuento Juan Bosch 2012, Funglode, con la obra La verdadera muerte de Pedro Henríquez Ureña; primer lugar del Concurso Internacional de Cuento de Casa de Teatro, con el texto René; primer lugar del Certamen Nacional para Talleristas 2010, con el relato El atentado; tercer lugar en el XX Premio de Cuento de Radio Santa María, con el título Significa sombras, segundo lugar del Concurso de Cuento de Casa de teatro, con el texto El secreto, primer lugar del Premio de Ensayo Pedro Francisco Bonó 2014, Funglode, con la obra El poder de la técnica: La estructura narrativa de la novela Sólo cenizas hallarás (bolero), Premio de Poesía de la Feria Internacional del Libro 2015, con el poemario La destrucción del mito.
Ahora que conocemos un poco sobre nuestro invitado, veamos qué nos respondió en nuestras cinco preguntas.
Gerson Adrián Cordero: ¿Qué le impulsó a convertirse en escritor?
Fernando Berroa: Me llevaron a ser escritor mi afición por la lectura y la incapacidad de comunicarme verbalmente con mis amigos de la infancia.
Ocurre que de niño era algo tímido, aficionado a la lectura desde que tengo memoria, comencé hurgando libros y revistas en casas ajenas, porque en la mía no teníamos ni la Biblia. En consecuencia, desarrollé un mundo interior muy rico, un vocabulario muy avezado con relación a la edad, lo que me causaba dificultad para expresarme o comunicarme con eficiencia con mis amiguitos no-lectores. Me decían “Éste priva en sabio, en sabelotodo”. Ese fue el aluvión, la necesidad de expresarme en libertad. Entonces descubrí la literatura y me sentí como pez en el agua. Comencé escribiendo poesía y pensamientos. Luego descubrí que eso se llama aforismo. Hay uno que recuerdo de memoria: “Procura caminar siempre hacia delante, porque los sueños suelen avanzarnos en pasos de tiempo”. Ya a los 13 o 14 años estaba yo reflexionando de ese modo. Por mi timidez, para mí era más cómodo escribir un poema que cortejar o galantear directamente a una chica. Entonces dedicaba poemas y largas cartas de amor. Sin pretenderlo, me ahorraba palabrería y descubrí un atajo a los besos de las primeras novias. Incluso, algunas de esas muchachas con las que me relacioné en mi adolescencia todavía conservan algunas de esas cartas melodramáticas y poemas hiperbólicos en que sobre todo exageraba su belleza física. Versos malos, malísimos. Hace poco me enviaron la imagen de uno de esos garabatos por WhatsApp. Una cosa horrible. La prehistoria de un poeta.
G. C.: ¿Qué escritor o escritora de las nuevas generaciones dominicanas has leído?
F.B: De mi generación hacia atrás lo he leído casi todo. De Cristóbal Colón a Junot Díaz, de Pedro Henríquez Ureña a Odalís Pérez, de Zacarías Espinal a Luis Alfredo Torres, de Juan Sánchez Lamouth a Pedro Peix, de Aurora Arias a Hilma Contreras, de José Acosta a Rita Indiana Hernández…
Posterior a los autores que comenzaron a publicar a inicios del siglo XXI (Homero Pumarol, Frank Báez, Rita Indiana Hernández, Alejandro González, entre otros), también he leído la mayoría. Están activos, en el apogeo de su carrera.
En mi generación, que se dio a conocer sobre todo a partir del 2012, hay tan buenos escritores que pasaremos a la historia de la literatura como los más potentes autores en términos individuales, y si se analiza en su conjunto, como generación o promoción, solamente se nos podría equiparar a la calidad de la Poesía Sorprendida. Somos más diversos, originales, cultivamos más géneros y tenemos la proyección de publicar más libros que todas las generaciones anteriores juntas. Un legado más rico y diverso. Somos mucho mejores, pero en ausencia de crítica de verdad, tampoco nos damos ese autobombo generacional, como lo hacía el Boom y lo hacen los escritores dominicanos del pasado. Con el agravante de que los escritores dominicanos jóvenes prefieren escribir una crítica de un consagrado, vivo o difunto, que de un futuro clásico de su propia generación. Pero creo que no es tiempo de meternos en ese debate, además no creo que se tenga la valentía y la ecuanimidad. (Creo que me veré empujado a sostener mi tesis en libros y antologías). Veremos de aquí a 20 años qué crítico tendrá las órbitas entre las piernas para deslindar estas cuestiones. No te haré un inventario de los mejores autores de mi generación para no incurrir en elisión de algún amigo o enemigo, que como quiera es problemático. Además, hay que dejarle tareas a la crítica literaria y los historiadores.
G. C. ¿Qué consideras que se debe tomar en cuenta para que la literatura dominicana logre una mayor valoración en el extranjero?
F.B. La literatura dominicana, sobre todo la poesía, no tiene nada que envidiar a lo que se está haciendo en otras latitudes. El problema de nuestra literatura es de difusión. Para colmo somos escritores en un país de no-lectores, lo que dificultad más nuestro reconocimiento y valoración. Si no te leen ni en tu país, es difícil que las editoriales extranjeras se interesen en nuestro minúsculo mundillo editorial. Un poeta escribe para que lo lea otro poeta. El cuanto y la novela, que podría captar más lectores en el extranjero, no tiene tantos cultivadores en RD. Considero que la clave de la internacionalización de la literatura dominicana es desarrollar una generación de novelistas y a través de ella impulsar los demás géneros hacia un justo reconocimiento internacional de nuestra tradición literaria.
En otro ámbito estético, el fenómeno de la bachata es el ejemplo de mi argumento. Porque con el apogeo del ritmo musical se ha puesto de relieve toda la cultura dominicana.
G.C. ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto literario?
F.B: Yo escribo mucho y publico poco. A los 17 años mi mamá me dijo que más que escritor soy un guardador de anotaciones en papelitos, un “guardador de papeles viejos”. Así le llamó a mis borradores pre-era digital, cuando escribía a manos. Pues digamos que es un hábito. Casi no he publicado nada en proporción a todo lo que permanece inédito. Tengo proyectos en todos los géneros que irán saliendo poco a poco. Aunque me daría igual que solo lo lea el fuego o que lo descubran tras mi muerte. Muchos de los grandes autores no conocieron éxito en vida, por lo que eso no me obsesiona. Así como los asesinos, en nuestro país hay publicadores en serie, si revisas su obra, de 14 libros solamente valen la pena dos o tres. Yo espero conseguir mejor averaje.
De todo lo que tengo en carpeta, lo más próximo en publicarse, quizás podría ser lo siguiente: la primera entrega de una trilogía de novelas históricas, un ensayo sobre la poética de la bachata, una recopilación de cuentos premiados entre 2010 y 2015, y un poemario que también tiene que ver con la bachata. En el ámbito más académico, debo concluir mi tesis doctoral, la cual abandoné por lo absorbente de la participación política y su correlato de ser funcionario en un país subdesarrollado.
G.C: ¿Qué consejos les darías a los jóvenes escritores y escritoras para que sigan desarrollándose?
F.B: Mi consejo es que diversifiquen su consumo cultural, que no se limiten a la literatura. Vivimos en el momento más polifónico de la historia de la humanidad, por lo que en ese mismo sentido, debemos estar a la altura de la calidad y originalidad que demanda nuestra época. En definitiva, para ser un escritor potente en el siglo XXI, hay que leer mucho más libros que las generaciones anteriores, pero también estar en sintonía con todos los artefactos estéticos y de comunicación, desde una serie top en Netflix hasta lo que ahora mismo acaba de publicar The New York Times sobre la subasta en Sothebys de un Basquiat. Un escritor actual tiene que ponerse anteojos semióticos, ser un omnívoro de toda la cultura.
G.C: Agradecemos a nuestro invitado por su disposición.
Hasta una próxima entrega.