El Obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, instó a los dominicanos a trabajar por un país mejor, a tomar responsabilidades y ser parte activa de la gran estructura social y económica, para encaminar la nación por los senderos del progreso.
Monseñor Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, estima que la solución no es tarea del gobierno solo, sino que “cada uno de nosotros tiene un papel en la construcción de un futuro más prometedor”.
Expuso que no debemos perder la esperanza de un futuro mejor, pues soñamos con un día en que nuestras calles sean un lugar de juego y alegría, libres del miedo y el peligro.
Las palabras del prelado católico fueron externadas al pronunciar esta mañana la homilía en la Catedral Santa Ana, con motivo del 160 aniversario de la Restauración de la República, donde estuvieron presentes autoridades civiles y militares de la provincia Duarte.
“Dios ha bendecido nuestra tierra con hombres y mujeres valientes, dispuestos a poner el bien común, por encima del interés propio”, precisó.
Señaló que, gracias a estos valientes dominicanos, nuestra nación fortalece su democracia, crece en valores cívicos y trabaja por el desarrollo humano y social.
El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, citó pasajes del libro del profeta Zacarias, señalando que nos ofrece una visión esperanzadora y pacífica para el futuro de Jerusalén y hoy para los dominicanos.
“Siento que el profeta Zacarías dirige sus palabras especialmente hacia nosotros, pues, aunque no enfrentamos guerras o hambrunas, nuestra realidad cotidiana se parece a una batalla: desconfianza en las calles, conductores como guerreros sin compasión, transeúntes cruzando trincheras y peligros a cada paso”, planteó Monseñor Alfredo de la Cruz Baldera.
Dijo que en los hogares también hay luchas con familias fracturadas por el abuso y la violencia, niños esperando con hambre y esperanza.
“Ante esta realidad, el Señor nos llama a confiar en él, en el futuro de nuestro país, pues Dios ha bendecida esta tierra desde los tiempos de la gesta restauradora hasta hoy, con hombres y mujeres valientes, dispuestos a poner el bien común por encima del interés propio”, sentenció.
El Obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, en la homilía de esta mañana, hizo referente al pasaje en torno a la restauración y paz para los ancianos, donde la imagen de estos sentados en las plazas, apoyándose en sus bastones, puede interpretarse como una señal de paz y estabilidad, pues en una sociedad donde hay guerra o iniquidad, los ancianos pueden no tener la libertad o la seguridad para sentarse en lugares públicos, visión que representa una restauración de la normalidad, la tranquilidad y el respecto a la sabiduría y la vejez.
También la vitalidad y alegría a través de los niños, en la cual la imagen de los niños y niñas corriendo por las calles, simboliza la vitalidad, la alegría y el renacimiento de la ciudad, lo que, en un contexto de sufrimiento o destrucción, podrían no tener la libertad de jugar en las calles, promesa que indica una vuelta a la inocencia, la felicidad y la vida comunitaria.
Entiende que esos pasajes nos hablan de una promesa divina de restauración y renovación y no se refiere sólo a Jerusalén, sino a una visión de futuro en la que imperan la paz, la seguridad y la alegría y es también un símbolo de la esperanza y la promesa de Dios para su pueblo, donde la justicia, la paz y la felicidad prevalecen.
Monseñor De la Cruz Baldera, dijo que “en este día siente que el profeta Zacarías dirige sus palabras especialmente hacia nosotros, que, aunque no enfrentamos guerras o hambrunas, nuestra realidad cotidiana se parece a una batalla con desconfianza en las calles, conductores como guerreros sin compasión, transeúntes cruzando trincheras y peligros a cada paso”.