Monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, respaldó la reforma a la Constitución propuesta por el presidente Luis Abinader, por entenderla fundamental en estos tiempos de cambio y renovación.

El obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís planteó que esta propuesta de modificación constitucional surge como respuesta a las exigencias de nuestra era, buscando garantizar y profundizar la institucionalidad de la nación.

Las consideraciones del prelado católico fueron emitidas esta mañana, al pronunciar la homilía en la Catedral Santa Ana, con motivo de la conmemoración del 161 aniversario de la Restauración de la República, donde señaló que urge restaurar los valores cívicos. A la homilía asistieron las principales autoridades civiles y militares de la provincia Juan Pablo Duarte.

En torno a la modificación constitucional, De la Cruz Baldera precisó que como iglesia “estamos llamados a discernir los signos de los tiempos y apoyar aquellos esfuerzos que fomenten el bien común, la justicia y la dignidad de todos los dominicanos.

“La Constitución es el soporte de nuestra República , el marco legal y moral ​que sustenta nuestro convivir como nación; es, en esencia, el pacto social que nos une y nos compromete a vivir bajo las mismas leyes y principios”, refirió.

Agregó que por esa razón la reforma constitucional no debe ser tomada a la ligera, pues es un acto de profunda responsabilidad cívica y moral, destinada a fortalecer nuestra democracia y asegurar que nuestras instituciones operen en favor del pueblo.

Significó que al respaldar la reforma, reafirma su compromiso con una República Dominicana más justa, inclusiva y democrática, está reiterando su compromiso con un futuro donde cada dominicano tenga igualdad de oportunidades para prosperar y donde el poder se ejerza en servicio del pueblo y no en beneficio de unos pocos.

Monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, en la eucaristía de este 16 de agosto, recordó la gesta heroica de aquellos hombres y mujeres que, embargados por un amor inquebrantable a nuestra tierra, se alzaron con valentía en defensa dela soberanía, la libertad y los principios que forjan nuestra identidad nacional.

“La gesta de la Restauración trasciende la mera confrontación bélica, se erige como una manifestación tangible de nuestra esencia como pueblo; fue aquel el instante en que la dignidad de la nación renació de las sombras, de la opresión en que los corazones dominicanos, al unísono, palpitaron con el anhelo de una patria emancipada y soberana”, indicó.

Planteó que es el mismo espíritu de renovación que hoy no nos convoca a revitalizar no solo nuestra memoria histórica, sino también aquellos valores patrios, cívicos, éticos y cristianos que cimientan nuestro convivir.

El obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís sostuvo que es imperativo reavivar el amor a la patria, un amor que se manifiesta en el respeto a las leyes, la honestidad, la responsabilidad y la solidaridad, agregando, que son fundamentos que no podemos permitir se desmorones .

“En un mundo cada vez más más acosado por la corrupción y el egoísmo, se nos llama a ser luz y sal, a ser testigos de la verdad y la justicia en todos los ámbitos de nuestra existencia”, significó.

Empero, advirtió que no se puede olvidar que sin una ética firme, todo lo demás carece de sentido, pues la ética es la brújula que orienta nuestro caminar y hoy, en una era que en nombre de una libertad distorsionada, pretende despojarnos de este norte moral.

“Vivimos en un tiempo crítico y se nos quiere convencer de que todo es relativo, de que la vida humana carece de un valor inherente, de que es posible existir sin Dios y sin un código moral, lo que constituye el desafío más grande que enfrentamos como nación y como humanidad”, añadió.

Advirtió que la defensa a la vida, desde la concepción hasta su término natural, el respeto por la dignidad de cada ser, la promoción de la familia como núcleo fundamental de la sociedad y la práctica de la solidaridad y la caridad son imperativos morales que no se pueden soslayar.

“La restauración que hoy necesitamos, trasciende lo político o económico, es primordialmente, una restauración moral y espiritual y no podemos progresar como nación si permitimos que se erosione el tejido moral de nuestra comunidad, como tampoco podemos permitir que el egoísmo, la corrupción, la indiferencia y el relativismo ético minen los cimientos de nuestra República”, estimó.

Concluyó señalando que hoy el Señor nos invita a ser artífice de esta restauración y nos exhorta a colaborar unidos por los valores cívicos , éticos y cristianos que aseguran un porvenir de paz y prosperidad para nuestra patria, tras advertir que no nos dejemos confundir por ideologías liberales, carente de ética y no sucumbamos ante las artimañas de un mundo que, en nombre de una libertad falaz, promueve una existencia desprovista de moral, desinteresada en la vida y ajena al sentido de comunidad.