Este lunes se conmemora el 58 aniversario de la Revolución de Abril de 1965, que fue liderada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y otros mártires, patriotas y combatientes revolucionarios.
Fue el 20 de diciembre de 1962 cuando se efectuaron las primeras elecciones democráticas en República Dominicana durante casi cuarenta años.
Los principales actores de ese proceso fueron el profesor Juan Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Viriato Fiallo, candidato de la denominada Unión Cívica Nacional, organización compuesta por las clases poderosas del país, que en su mayoría se oponían a Rafael Leonidas Trujillo pero pretendían heredar los bienes y empresas del tirano.
La otra fuerza política influyente, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), decidió no participar en las elecciones, aunque respetaría los resultados de las mismas, en cuanto estos fueran transparentes y no vulneraran la voluntad del pueblo. Dicho movimiento era liderado por el Joven abogado Manuel Aurelio Tavares Justo (Manolo Tavares). Juan Bosch ganó de forma abrumadora esas elecciones, según reseña Wilfredo Tejeda Castillo en un artículo publicado en ACENTO.
Para el 27 de febrero de 1963, Bosch fue juramentado como presidente constitucional de la República, con lo que se inició un gobierno más democrático, popular, defensor de los valores patrios y morales del país.
De esta manera se promulgó una nueva Constitución, considerada como una de las más avanzadas, democráticas y progresistas del continente.
Siete meses después de instalado el gobierno de Bosch un grupo de militares y civiles con apoyo de los Estados Unidos y la Iglesia Católica llevaron a cabo un golpe de estado, 25 de septiembre de 1963.
Después, Manolo Tavares, junto a otros jóvenes dominicanos del 14 de junio perdieron su vida en las "escarpadas montañas" luchando por el respeto a la constitución y la voluntad del pueblo violadas con el golpe de estado a Bosch.
Así se instauró un gobierno de la oligarquía compuesto por tres personas, denominado como el triunvirato, que en poco tiempo se fue reduciendo hasta quedar en manos de una sola persona; Donald Read Cabral, un representante de las clases poderosas de la nación y garante de los intereses extranjeros.
Dentro de las fuerzas armadas, no solo había militares golpistas y oligarcas, sino que también estaban un grupo de jóvenes oficiales, coroneles en su mayoría, encabezados por quien fuera la figura inicial de la revolución de abril y gestor del movimiento constitucionalista, coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez, comprometidos con los mejores intereses de la patria, quienes tenían un plan para reinstalar a Bosch en el gobierno. Para tales fines convencieron a Francisco Alberto Caamaño y otros militares.
Luego de varios intentos, estando Bosch en Puerto Rico, la tarde del sábado 24 de abril de 1965, a través del programa radial “Tribuna Democrática” el joven político, José Francisco Peña Gómez, anunció que un grupo de jóvenes militares liderados por el coronel Caamaño acababan de dar un contra golpe al gobierno del triunvirato, con el objetivo de reinstalar a Bosch.
El derrocado triunvirato y los militares oligarcas de San Isidro trataron de impedir el contra golpe, pero el pueblo luchando junto al coronel Caamaño y los constitucionalistas, impidieron que los militares golpistas avanzaran hacia la capital.
Se produjeron varias batallas entre los constitucionalistas contra los militares golpistas encabezados por el general Elias Wessin y Wessin, siendo la más conocida la del puente Duarte.
Cuatro días después de iniciada la revolución, el 28 de abril de 1965, Estados Unidos envió 42 mil marines e invadieron el país, ya que no querían el regreso de Bosch al gobierno.
La guerra de abril pasó de ese modo a convertirse en una guerra patriótica, ya no solo fue por el regreso de Bosch, sino también por respeto a la soberanía del pueblo dominicano, a su libertad y su autodeterminación.
Varios meses de combates en las calles dominicanas, miles de personas asesinadas por los invasores y nuestra capital casi destruida, daños irrecuperables en vidas y bienes fue el saldo de
La segunda intervención militar de los Estados Unidos a Santo Domingo dejó como saldo miles de personas asesinadas, la capital casi destruida y daños irrecuperables en vidas y bienes.