Este jueves 7 de septiembre a las 6:00 p.m. será celebrada una misa In Memoriam al doctor Guillermo Arturo Rivera Rincón, fallecido el pasado 5 de julio en Arlington, Virginia, Estados Unidos. La misa será oficiada en la Iglesia Santo Thomas de Aquino, avenida Independencia Esquina Máximo Gómez, Distrito Nacional.

Rivera Rincón tenía 81 años de edad y murió después de conversar con su esposa María del Carmen Prosdocimi de Rivera, con quien estuvo casado durante 48 años.

El Dr. Rivera se había radicado en Estados Unidos durante más de 40 años, pero su corazón nunca abandonó la República Dominicana.  Nació en Santo Domingo el 10 de enero de 1942 y creció durante una dictadura de 31 años.

Guillermo Rivera Rincón.

En su hogar se educó en una abundancia de amor, crianza que contrarrestó la opresión del gobierno y la crisis económica, así como la inseguridad que experimentó su familia, como muchos dominicanos de la época.  Creció en el seno de su hogar, bajo la tutela de su madre, y el apoyo de sus tías, hermanos y primos, y de las mujeres de su familia aprendió lealtad, disciplina, espiritualidad y cómo desarrollar el ingenio y contar un buen chiste o historia.

En su entorno familiar y de amigos se le conocía como una persona naturalmente franco y apasionado, con mucha sensibilidad y amor por su patria. Después de soportar una cultura del silencio, necesitaba gritar y seguir una educación superior. Consideraba sagrada la libertad, así como profesar y debatir ideas. También creía en la justicia social y sentía que uno tenía la obligación de contribuir, para tratar de cambiar las comunidades y lograr su mejoría. Sabía que el cambio es incremental y que el diálogo encabeza el cambio, pero también sabía que la acción debe seguir al discurso.

Rivera Rincón heredó estos principios no sólo de las mujeres de su familia sino también de su mentor, Juan Bosch, el escritor y primer presidente democráticamente electo de la República Dominicana. Las creencias del Dr. Rivera lo llevaron a ayudar a organizar la mayor protesta contra la ocupación estadounidense de la República Dominicana, en Río de Janeiro, Brasil, donde realizó una maestría en economía a mediados de los años 1960 en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Luego completó un doctorado en economía en la Universidad de Toulouse, en Toulouse, Francia, donde

conoció a su compañera de vida y camarada, María, a quien cariñosamente llamaba "Ketu", con quien vivió en República Dominicana, Trinidad y Tobago y, finalmente, se estableció en Estados Unidos, donde criaron a cuatro hijos: Alejandro, Michel, Patricia e Inés.

El doctor Rivera tuvo una larga trayectoria productiva y profesional, así como se dedicó a escribir artículos en diferentes medios de comunicación dominicanos. Trabajó como economista de desarrollo para el Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos, Banco Interamericano de Desarrollo y Embajada de la República Dominicana en Washington. Estas instituciones lo llevaron por todo el mundo donde lideró y desarrolló proyectos que empoderaron y ayudaron a personas en países como la República Dominicana, Guatemala, Haití, Kenia, Nicaragua, Filipinas y Paraguay.

La familia se convirtió en el motor de todas sus acciones, no sólo porque amaba intensamente a su familia, sino porque la familia es un microcosmos de sociedad. Discutió con entusiasmo temas universales con su esposa e hijos y los expuso a culturas. También debatía con amigos cercanos sobre los acontecimientos políticos y económicos de su país de origen y del mundo, con un gran conocimiento de la historia social y económica.

El doctor Rivera Rincón siempre enfatizaba la importancia de considerar diferentes perspectivas en la búsqueda de propósitos y en el desarrollo de uno mismo.

Fue un padre que dirigió su familia guiada por el ejemplo, sonreía a menudo y haría cualquier cosa por su familia. Era un hombre que siempre saludaba con “mi amigo”, “mi hermano”, “mi hermana”, como abriendo un espacio para la conversación.

Su esposa, sus cuatro hijos, sus cinco nietos, sus amigos y familiares extrañarán mucho al Dr. Rivera.