La OMS (2019) define la adolescencia como la “fase de la vida que va de la niñez a la edad adulta, o sea desde los 10 hasta los 19 años”. En esta etapa de la vida humana se manifiesta el crecimiento en varias facetas, dígase, el cognitivo y cambios físicos particulares.
Una peculiaridad de la adolescencia es ese cambio de mentalidad que experimentan las personas en este proceso, mediante esa transición de la niños a la edad adulta, se adquieren competencias socioemocionales, las mismas se manifiestan de diversas maneras, por ejemplo, la irritación, la asociabilidad, el querer sobresalir, entre otras.
Este periodo de vida es de sumo cuidado, debido a que la mayoría de los trastornos de la salud mental se desarrollan en ese rango de edad, principalmente antes de los 14 años. Por lo tanto, es muy importante cuidar la salud mental a partir de esa edad, y a su vez, conocer y tener manejo de la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional se entiende como la “capacidad de desembarazarse de los estados de ánimo negativos” (Goleman, 2013, p.67), es decir, es la forma como nos manejamos en los malos momentos. El saber conducirse en los no tan gratos procesos no es algo que los adolescentes sepan, ya que en esa época de su vida sus emociones están a flor de piel y su capacidad de razonar se ve afectada. Dichas situaciones tienden a perjudicar diversos ámbitos de su vida, uno de ellos es el escolar.
El manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes en el aspecto educativo ha sido investigado por diversos especialistas, dado a que se ha visto que el mal manejo de esta influye negativamente en el ambiente escolar.
Serrano y García Álvarez (2010, p.4) en su publicación titulada Inteligencia emocional: autocontrol en adolescentes estudiantes del último año de secundaria, indican que uno de los mayores desencadenantes en el mal manejo de la inteligencia emocional es la falta de autocontrol. Estos autores en su investigación acerca del manejo de las emociones en alumnos de último año de secundaria, sostienen que la falta de autocontrol produce un grado muy alto de ansiedad, es decir, le impide tener la capacidad de relajarse en aquellas situaciones en las que no tienen el control absoluto. Sugieren que el rol del docente en esos casos es tratar de ver cómo acercarse a los alumnos, dándole ejemplos de cómo manejar las emociones y no alterarse por sucesos imprevistos, dígase, hacerles entender el problema e interiorizar aquellas emociones negativas que aparecen cuando se percibe que todo se está saliendo de las manos.
Del mismo modo Fernández et al. (2009, p.9) en su artículo Inteligencia emocional: beneficios educativos de su estimulación y desarrollo exponen otros roles en los que el docente puede desempeñar para la mejora de la inteligencia emocional en el aula y/o fuera de esta, estos deberes o recomendaciones son:
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Ser conscientes de las emociones y de los procesos que estas conllevan, para así actuar con razonamiento frente a los alumnos.
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Tener autocontrol de las emociones para poder dominar aquellas situaciones que puedan ser explosivas para el docente.
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Tener motivación. la educación en la actualidad es algo desafiante, por lo tanto, deben de asumir esa responsabilidad de buena forma.
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Ser empáticos, no solo con los alumnos, sino con toda la comunidad educativa.
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Poseer la habilidad de poder reconocer conflictos en el aula y de cómo solucionarlo.
En ese mismo tenor, Buenrostro et al. (2012, p.8) en su investigación sobre la Influencia de las emociones en alumnos de secundaria, indican que mientras menos control el estudiante tenga de sus emociones, más deficiente es su rendimiento académico. Estos autores afirman que “a mayor habilidad de autoconciencia emocional, conciencia social, empatía, manejo de estrés y adaptabilidad y regulación emocional, habrá mayor rendimiento académico en los alumnos de secundaria”, es decir, el manejo de las emociones es fundamental para un avance en el aprendizaje y de forma intelectual.
Tomando en cuenta lo anteriormente planteado, se puede discernir que es indispensable tener un mejor acceso a los cuidadores de la salud mental. Además de esto, se debe crear una cultura de cuidado a la salud mental, en donde desde la infancia las visitas a los psicólogos sean cotidianas y no verlo como un tabú o algo meramente innecesario. Haciendo esto, se podrá tener un mejor control de las emociones en la etapa de la adolescencia, sabiendo que esos cambios de humor en la adolescencia son normales, sin embargo, si se tienen las herramientas en cómo manejar esas emociones, les irá mejor con esos cambios, principalmente en el área académica.
Referencias bibliográficas
BUENROSTRO-GUERRERO, A., VALADEZ-SIERRA, M., SOLTERO-AVELAR, R., NAVA-BUSTOS, G., ZAMBRANO-GUZMÁN, R., & GARCÍA-GARCÍA, A. (2012). Inteligencia emocional y rendimiento académico en adolescentes. Revista de Educación y Desarrollo, 20.
Fernández Barreiros, M., Domínguez Fontenla, M., Cruz Fernández, V., Abelleira Docabo, M., Amado Mera, A., & Universidade Santiago de Compostela. (2009). INTELIGENCIA EMOCIONAL: BENEFICIOS EDUCATIVOS DE SU ESTIMULACIÓN Y DESARROLLO. Actas do X Congresso Internacional Galego Português de Psicopedagogía.
Goleman, D. (2013). La Inteligencia Emocional / Emotional Intelligence. B de Bolsillo.
Serrano, M. E., & García Álvarez, D. (2010). Inteligencia emocional: autocontrol en adolescentes estudiantes del último año de secundaria. Multiciencias, 10(3), 273-280.
World Health Organization: WHO. (2019). Salud del adolescente. www.who.int. https://www.who.int/es/health-topics/adolescent-health#tab=tab_1