La administración de un fármaco antidiabético después de detectar en individuos el coronavirus SARS-CoV-2 puede reducir en hasta un 40 % el riesgo de desarrollar COVID-19 de larga duración, según reveló un estudio publicado este jueves en The Lancet, en tanto que ElPaís de España informó que el mismo medicamento será analizado por científicos para comprobar si es posible que actúe el envejecimiento como arrojó un estudio en ratones.
La investigación publicada en The Lancet, liderada por la Universidad de Minnesota (EEUU), analizó en 1.126 sujetos con sobrepeso u obesos el efecto de la metformina, un fármaco usado comúnmente para controlar los niveles de azúcar en personas con diabetes tipo 2.
Después de dos semanas de tratamiento, los autores detectaron que durante los siguientes 10 meses el número de diagnósticos de COVID de larga duración se redujo en un 40 % respecto a aquellos que recibieron placebo.
En este sentido, solo el 6,3 % de los sujetos que comenzaron a tomar metformina en los tres primeros días tras dar positivo por SARS-CoV-2 desarrollaron COVID de larga duración durante el citado periodo, frente al 10,4 % de la muestra de placebo.
Los investigadores precisan que este estudio no ha analizado los efectos de este fármaco en sujetos que ya han pasado la COVID de larga duración, por lo que advierten de que no se pueden extraer conclusiones sobre su eficacia para tratar la enfermedad en esas condiciones.
Asimismo, sugieren que más estudios podrían determinar el impacto de la metformina en pacientes con un índice de masa corporal más bajo y en aquellos que ya han estado infectados con la COVID-19.
"La COVID de larga duración es una emergencia de sanidad pública significativa que puede tener efectos prolongados en la salud física, mental y en la economía, sobre todo en grupos socioeconómicamente marginados", explica en un comunicado Carolyn Bramante, la principal autora de este trabajo.
Fármaco "seguro, barato y ampliamente disponible"
La experta subraya la "necesidad urgente" de encontrar tratamientos y "vías para prevenir" esta enfermedad similares a la metformina, un fármaco "seguro, barato y ampliamente disponible" que "reduce sustancialmente" los riesgos "cuando se toma en cuanto aparece la infección".
Los autores recuerdan que los síntomas de larga duración que provoca el SARS-CoV-2 se han convertido en una enfermedad crónica que puede afectar a millones de personas en todo el mundo.
Sin embargo, no existen "tratamientos o métodos de prevención", más allá de aquellos, como la metformina, que reducen "el riesgo de la infección".
Otros estudios, exponen, han demostrado que este fármaco evita que el SARS-CoV-2 se replique en el laboratorio, lo cual es "consistente con predicciones de nuestros modelos matemáticos sobre replicación viral".
"Esto podría ser lo que está causando la reducción de los diagnósticos de la COVID-19 grave y de la prolongada en este estudio", agrega David Odde, coautor de la investigación de la Universidad de Minnesota.
ElPaís de España informó que el mismo medicamento se analiza como factor de la longevidad
El artículo publicado en ElPaís este mismo jueves 8 señala:
Aunque con la vejez se multipliquen los achaques, tener muchos años no se considera una enfermedad. Por eso, es difícil plantear ensayos para probar fármacos que tengan como objetivo tratar lo que nos pasa cuando el tiempo pasa. Sin embargo, hay varios grupos de científicos que quieren llevar a cabo grandes experimentos en humanos para comprobar si es posible actuar sobre el envejecimiento y los problemas de salud que lo acompañan.
En EE UU, un equipo liderado por Nir Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, está a punto de emprender el proyecto TAME, una serie de ensayos con más de 3.000 participantes para probar el poder antienvejecimiento de la metformina, un fármaco empleado contra la diabetes.
Para lograr la aprobación de la FDA, el organismo que decide qué medicamentos se comercializan en EE UU, analizará los efectos de la metformina en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la demencia, todas ellas más frecuentes en la edad provecta.
La revista Science publica un estudio internacional que propone incluir la taurina entre las sustancias que pueden ralentizar el envejecimiento. Este aminoácido, famoso como aditivo en muchas bebidas energéticas, se encuentra de forma natural en el organismo y se puede consumir al ingerir carne, pescado o productos lácteos.
En su artículo, los investigadores explican cómo han comprobado que, en todos los animales estudiados, los niveles de taurina en sangre descienden con la edad. En humanos, el equipo liderado por Vijay Yadav, de la Universidad de Columbia, observó que el nivel de taurina en las personas de 60 años era tan solo un tercio del de las de cinco. El investigador se interesó por la taurina durante trabajos anteriores sobre osteoporosis, cuando observó su función en la generación de hueso.
El aminoácido también se ha relacionado con un mejor funcionamiento del sistema inmune y menor obesidad y tiene un papel esencial desde el desarrollo embrionario.
Según se explica en el artículo, los organismos tienen una concentración hasta cuatro veces mayor en los tejidos embrionarios que en los adultos y la falta de taurina durante el desarrollo inicial de un individuo puede producir osteoporosis y ceguera, unos problemas que se pueden paliar con suplementos.
Partiendo de esa correlación entre carencia de taurina y envejecimiento, los investigadores probaron si darla como aditivo a los ratones reduciría su edad biológica. Para ello, eligieron ratones de los dos sexos de 14 meses, el equivalente a unos 45 años humanos.
Todos los días, parte de los ratones del experimento recibieron una píldora de taurina y otra parte tomó un placebo. Tras el experimento, los roedores que habían tomado taurina vivieron, de media, un 12% más si eran hembras y un 10% más si eran machos. Fueron hasta cuatro meses más, el equivalente a ocho años humanos.
El beneficio no se limitó a una mayor longevidad de cualquier manera, también tenían mejor salud y rasgos propios de la juventud, como unos huesos y músculos más fuertes, menos depresión, menos resistencia a la insulina, asociada a la diabetes, menos obesidad y un sistema inmune más potente.
Señas de identidad del envejecimiento
Además de estos rasgos más visibles, el estudio también encontró los efectos positivos de la taurina en las conocidas como señas de identidad del envejecimiento. Las píldoras redujeron la senescencia celular, la acumulación de células incapaces de dividirse que siguen liberando sustancias dañinas que inflaman y lesionan a las células vecinas.
Además, sirvió de protección ante la deficiencia de telomerasa, que puede provocar fibrosis pulmonar o demencia, redujo el daño acumulado en el ADN y alivió la inflamación. Unos efectos beneficiosos similares se observaron también en macacos.
En el estudio, también se pusieron a prueba los efectos del ejercicio sobre la taurina, tanto en deportistas como en personas sedentarias. Después de someterlos a una sesión intensa de bicicleta, los niveles de taurina se incrementaron en todos los individuos, un poco más en las personas sedentarias que en las deportistas.
Los autores consideran que estos resultados apoyan la idea de que la taurina y sus metabolitos explican, al menos en parte, los beneficios del ejercicio sobre la salud y el modo en que ralentiza el envejecimiento. Además del ejercicio, este aminoácido se puede consumir con la carne o el pescado, pero no en una dieta vegana.
Además, los autores estudiaron a 12.000 personas de más de 60 años y observaron que unos mayores niveles de taurina se asociaban a menos obesidad, menos diagnósticos de diabetes, menos hipertensión y menores niveles de inflamación.
Sin embargo, Vijay advierte de que estos datos son una correlación que deberá ponerse a prueba con ensayos aleatorizados que demuestren que la falta de taurina causa el envejecimiento y que los suplementos revierten el proceso.
“Necesitamos un ensayo aleatorizado controlado con placebo para averiguar si la taurina funciona en humanos antes de sugerir el uso en humanos de suplementos de taurina”, afirma Vijay. “Esto requerirá tres o cuatro años más”, calcula.
20 factores que prolongan la vida
Rafael de Cabo, investigador del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, en Baltimore (EE UU), recuerda cómo hace no tanto, “la única intervención que servía para prolongar la vida en ratones era la restricción calórica”.
“En los últimos años, hemos visto más de 20 intervenciones, con moléculas como el resveratrol o la metformina, que prolongan la vida, algo que parecía impensable”, recuerda.
De Cabo considera interesante el estudio, aunque plantea, como los propios autores, que es necesario un estudio de seguimiento para ver cómo evolucionan los niveles de taurina con el tiempo en las mismas personas y qué efecto tiene sobre determinados marcadores de salud para entender bien qué pasa con la taurina.
“Además, les falta encontrar el mecanismo que explique esa relación entre taurina y envejecimiento, que no lo tienen”, señala.
Sin consultar al médico no es una buena idea
Mientras tanto, De Cabo recomienda cautela con el uso de suplementos de taurina. “Si miras los datos de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), la seguridad de la suplementación con taurina es muy buena, no es un compuesto del que no sepamos nada, pero creo que tomar todo lo que quieras sin consultar al médico no es una buena idea, en particular para gente que tiene enfermedades crónicas”, opina el investigador.
“No sabemos, por ejemplo, qué interacciones puede tener con otros medicamentos, como los que se emplean para la diabetes o los antidepresivos”, añade.
Sobre la posibilidad de tomar bebidas energéticas que contienen taurina, De Cabo advierte que “esas bebidas tienen muchas otras sustancias, además de la taurina”. “No es la forma de tomarla. Sabemos que una dieta saludable y el ejercicio mantienen los niveles adecuados de taurina. Es más incómodo que abrir una lata, pero a largo plazo es mejor”, concluye.
Anna Novials, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) cree que “el trabajo es muy interesante” y valora la posibilidad de plantear estudios para ver el papel de la taurina en las personas con diabetes.
“Sería uno de los mecanismos por los que el ejercicio mejora los patrones metabólicos en individuos sanos y en los diabéticos”, explica. Tampoco descarta el interés de este aminoácido para combatir las enfermedades asociadas a la vejez, pero advierte de la dificultad de hacer los grandes estudios necesarios para comprobar su validez con una molécula natural que no permitiría explotar una patente.
Los estudios, además, deberían ser a muy largo plazo para comprobar si puede prolongar la vida significativamente, como se ha visto en ratones. O si, como ha sucedido con otras sustancias, resulta que en humanos no es tan eficaz. Aunque los datos presentados en Science son prometedores, de momento, no hay garantía de que la taurina sea un nuevo elixir de la juventud.