El día de los actos de celebración de la creación de la provincia Pedernales, 1 de abril de 1958, el gobierno del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina inauguró en el municipio Pedernales: viviendas, la iglesia, edificio de oficinas públicas, dos escuelas y el hospital que luego designaron doctor Elio Fiallo, médico investigador, íntimo amigo y admirador del Jefe, pero sin servicios a este pueblo del extremo sudoeste.
Tres años antes, el 16 de octubre de 1955, el huracán Katie, categoría 3, azoló la comarca que apenas había crecido desde el primer asentamiento formal con 32 familias de colonos llevadas en 1927 desde Duvergé, provincia Independencia, por la Sierra de Baoruco, durante la gestión del presidente Horacio Vásquez (1924-1930) como parte del plan oficial para formalizar la frontera sur.
El pueblo urgía intervención estatal para su reconstrucción y el Generalísimo Trujillo encargó de esa tarea al joven ingeniero Wáscar Tejeda Pimentel.
La mayoría de las casas edificadas en el centro de la ciudad aún existen, igual la iglesia, en el cuadrante Juan López, Genaro Pérez Rocha, Sánchez y 27 de febrero. Pero el edificio del hospital fue demolido poco antes de 2016 para construir uno nuevo en la misma área, aunque sectores entendían que debió preservarse para dedicarlo a otros fines (consultas, laboratorios, almacén, biblioteca).
Antes del hospital original, en la calle Duarte, camino a la playa, la salud de las familias del sitio pendía de la Sanidad, el dispensario médico del Ejército, las comadronas, los curanderos, los brebajes, los ensalmos de la pintoresca Porfiria el Papelón… y de la fe.
Un viaje a la provincia Barahona, 126 kilómetros hacia el oeste, era cuestión de un día por un trillo de carretera endiablado. Había que levantarse a las 2 de la madrugada para comenzar dos horas más tarde la odisea hacia el este.
Pedernales era sección de la común Enriquillo, Barahona. Una resolución del ayuntamiento de esa localidad, emitida el 10 de abril de 1938, lo convirtió en distrito municipal. Y la Ley 83 del 16 de septiembre de 1942 (Gaceta Oficial 5801), lo elevó a común con la misma jurisdicción. La Ley 4815 del 17 de diciembre de 1957 creó a partir del 1 abril del año siguiente la provincia Pedernales, con dos municipios (ciudad Pedernales como cabecera) y Oviedo.
Se vivía o sufría los tiempos en que Danilo Trujillo, sobrino del tirano, mostraba con arrogancia su poder y hacía bajar desde Los Arroyos, en Sierra de Baoruco, el camión cargado de haitianos a su servicio en los aserraderos de madera preciosa para curarles de “rámpanos” y otras infecciones.
Miguel Pérez y Pérez, 83 años, nació en Pedernales gracias a una partera. Fue músico y empleado del ayuntamiento. Siempre estuvo activo hasta que marchó a la capital a finales de los años 50.
“Originalmente, cuando yo era muchacho, no había hospital; existía la Sanidad, donde había un practicante que le decíamos el doctor, era ayudante del médico. Funcionaba ahí frente a donde estaba el obelisco, donde estaba la farmacia de Colita y Pillo (Santa Rosa) y recientemente Polibito tenía un negocio de comida (frente al actual parque central). Ahí ponían vacunas a los estudiantes, curaban cualquier heridita, los rámpanos que daban a algunas personas y otras infecciones. Recuerdo que los haitianos que estaban con Danilo los bajaban en camiones, custodiados y ahí los curaban”, explica.
En la parte posterior de la fortaleza de piedra construida en 1934 a la entrada del pueblito había un dispensario médico. Lo atendían un oficial médico con rango de teniente, un practicante y un dentista. Los médicos se desplazaban en ocasiones a las casas para atender cualquier enfermo. En misión obligatoria, la Sanidad asistía a las escuelas para vacunar a niños y niñas.
Acota Miguel: “Después, el resto de la gente se curaba con brebajes, ensalmos y cosas así… y con la ayuda de Dios. Había parteras, una era famosa: Isabel Ledesma (Isabel Rigola). Valencia también, que trabajaba en Sanidad. Nosotros, los hijos de Carlitos Pérez nacimos con parteras. Eran personas con sabiduría natural que aprendieron con el tiempo y pasaron sus conocimientos de generación en generación”.
La Cruz Roja Dominicana disponía de una ambulancia aérea para resolver emergencias en sitios desterrados y difícil acceso. La avioneta monomotor aterrizó dos veces en el aeródromo del Campo de Aviación (ahora barrio), al norte de la ciudad, camino a las lomas de la sierra donde están las comunidades agrícolas Aguas Negras, Mencía (antes Flor de Oro), La Altagracia y Los Arroyos.
En contexto
Lejos de la capital (unos 334 kilómetros), con malísima carretera y contigua a Anse -a- Pitre, el poblado más pobre del país del hemisferio (Haití), la joven comarca de la parte más austral del territorio dominicano era vulnerable y estaba a expensas de las enfermedades.
Algo había que hacer. Pero la opción no podía ser su desaparición porque había sido creada para preservar el territorio de la frontera sur.
En vista de la exclusión social, la población de la provincia apenas ha crecido. En territorio es la séptima más grande del país (2,080 kilómetros cuadrados), pero la menos poblada de las 31 provincias y el Distrito con 34,375 habitantes del total nacional de 11 millones, conforme resultados del X Censo Nacional (2022) realizado por la Oficina Nacional de Estadísticas.
El sábado 10 de febrero de 1940, el periódico Listín Diario destacaba: “Se está construyendo y pronto será terminado un dispensario médico en este Distrito cuya obra es digna de encomio por los benéficos servicios que prestará a la comunidad. También consignamos que la constante actividad del practicante de la Brigada Sanitaria, señor Federico Belliard, es intensa y sigue cosechando éxito notorio, pues las enfermedades que azotaron en diciembre con más intensidad, han mermado mucho, especialmente el terrible paludismo. Actualmente se están tratando muchos casos de diversas enfermedades y hay buena existencia de medicinas, lo que representa un generoso esfuerzo tanto de la Secretaría de Agricultura, como de la Sanidad, que han cooperado conjuntamente en atención a las necesidades de estas regiones fronterizas”
El mismo medio publicó el 6 de agosto de 1940 un breve que tituló y subtituló así: “Instálase el Hospital Militar de Pedernales. Está siendo dotado de muebles y equipos”.
En el cuerpo de la información, detalla: “Según hemos sido informados, dentro de pocos días quedará convenientemente instalado el hospital militar de Pedernales, el cual será de mucha utilidad para el destacamento que rinde servicios en aquellas comarcas. Ya están llegando todos los muebles y el equipo quirúrgico necesario. Los alistados están de plácemes en aquella población sureña”.
Informaba el medio sobre el dispensario médico del Ejército edificado en la fortaleza que, años después, sería diezmada por los ciclones.
Desde el traslado de la Fortaleza Enriquillo hacia la entrada del pueblo, la comandancia y la cárcel policial funcionan en un galpón de tal edificación que dejaron los fenómenos hidrometeorológicos. Pese al hacinamiento y a su ubicación en el centro del pueblo, el Gobierno no ha construido un nuevo destacamento.
Un dispensario del Estado también funcionó hasta que hicieron el hospital en la calle Libertad, entre la Genaro Pérez Rocha y la Duarte, justo detrás de la posterior vivienda del exsíndico balaguerista Onésimo Acosta Matos. Era una casona de madera y galería con arquitectura vernácula.
La existencia resultaba tan dura como la misma piedra pedernal que dio nombre el pueblo.
“La vieja Isa (Isabel Rigola) era la partera de siete de los diez hijos de mi mamá hasta que naciste en el hospital (1960); luego siguió Valencia, hasta bien entrados los años 60. Entre esas enfermeras había uno que le decían el practicante, que ejercía en el dispensario con el doctor Troncoso y luego en la Alcoa. Ese era Pane, el hijo de Riquita. Y más atrás, me contó mi mamá, estaba el doctor María Morel”, evoca Elsa Pérez.
Afirma que “en tiempos del doctor Troncoso llegaron los “practicantes”. Troncoso estuvo desde antes del hospital, en el dispensario. Otros médicos de la época eran Santos, Gallardo, Pantaleón, Paredes, Reyes, Lajara y Díaz Sosa (odontólogo)”.
Pedernales registra enfermeras también simbólicas: Remedio Méndez (hermana de Lilian Leonor), Teresa Féliz Pérez, madre del primer médico nativo Luis Ney Hernández Féliz (1978) y Cana, madre del versátil músico Luis Cana.
Del Seguro Social al Elio Fiallo
El hospital adscrito a la Caja Dominicana del Seguro Social nació con las obras de la fundación de la provincia en 1958. Pero no tardaron los reclamos para que fuera traspasado a la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social y así dar cobertura a la mayoría de la población.
Tenía veinte camas el edificio situado justo frente a la Escuela Primaria Urbana Hernando Gorjón, mismo Gorjón, español, oportunista y tramposo disfrazado de humanista y filántropo, según historiadores de la talla de Emilio Cordero Michel (Hombre de Empresa y Hombre de Presa). El nuevo centro contaba con los servicios de una batería de médicos especialistas.
El primer director fue el doctor Adriano del Orbe, un militar que luego se destacó como anestesiólogo de la prestigiosa clínica Gómez Patiño de la capital.
Elsa Pérez resalta la eficiencia de ese centro en los primeros años.
“Reluciente y estaba equipado con un buen laboratorio, rayos X, incubadoras y un excelente personal médico. Un ejemplo de eso son las cirugías de intestinos practicadas a mi abuelo y a una tía que murió casi de cien años”.
De acuerdo a acuerdo a Miguel Pérez, “la cosa cambió después que hicieron el hospital. Tenía una batería de médicos especialistas, laboratoristas y buenos servicios un médico que se hizo famoso allá, el doctor Maluf . Se hizo famoso operando apéndices. Usted iba con una gripe y salía operado de apéndice”, ironiza.
El 11 de julio de 1961, el periódico La Nación resaltó la designación del centro como hospital Elio Fiallo, quien había sido el primer director del Cuerpo Médico del Ejército Nacional e íntimo amigo y admirador del tirano.
De inmediato ofreció parte de su biografía: Elio Augusto Fiallo Burgos había nacido en 1882 en Ciudad Trujillo (capital del país).
Médico cirujano, partero y profesor de la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja Dominicana, muy distinguido en los círculos profesionales y en la sociedad capitalina, destacó el medio impreso de la era.
Fiallo Burgos no ofreció servicios en Pedernales. Murió en 1939 en Ciudad Trujillo.
El 21 de marzo de 1967, una nota de Listín Diario resaltó el reiterado reclamo del senador por Pedernales y carismático líder del Partido Revolucionario Dominicano, el profesor Pablo Rafael Casimiro Castro, para que el hospital pasara al control de Salud Pública.
El tradicional medio impreso hacía eco de una misiva que el legislador enviara al titular de la institución, doctor Gilberto Herrera Báez, enfatizando que el traspaso era una necesidad perentoria para la provincia y solucionaría una vieja demanda.
Le puntualizó que el hospital del IDSS “solo atiende a los asegurados y, si Salud Pública lo adquiere, atendería a todo el mundo”. Le aseguró que, según la información en sus manos, el Seguro Social estaba en la mejor disposición de realizar la operación.
De acuerdo al dirigente, por sugerencia suya la operación se haría durante el gobierno de Juan Bosch (1963). El gobierno constitucional presidido por el fundador del PRD fue derrocado a los siete meses de instalado, el 25 de septiembre de 1963, por las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica y asociaciones empresariales con el aval de Estados Unidos.
Casimiro Castro opinó que si no se concretaba el traspaso del hospital, Salud Pública y el ayuntamiento debían unirse para construir uno. Enfatizó que para esos fines, el ayuntamiento aportaría RD$110,000 pesos que le adeudaba la Liga Municipal Dominicana.
El sábado 14 de marzo de 1970, el rotativo El Caribe titulaba: IDSS arrienda hospital de una forma simbólica.
El cuerpo de la información destacó que el Seguro “cedió como arrendamiento simbólico a la secretaria de Salud Pública el hospital de su propiedad instalado en la ciudad de pedernales”. El costo del establecimiento hospitalario y los equipos médicos es de RD$350,000, informó.
El director del IDSS, doctor Francisco A. Ortega Ventura, dijo que “la consideración se hizo en interés de integrar en esta región un servicio médico-asistencial que ampare toda la población, tanto asegurada como de Salud Pública”.
Resaltó que el hospital cuenta con 20 camas y banco de sangre y desarrollará una labor de prevención y tratamiento de enfermedades endémicas y programas materno-infantiles.
A cambio de la concesión, SP se responsabilizaba a mantener un número determinado de camas donde los asegurados recibirían atenciones médicas y los subsidios en metálicos.
El Seguro se comprometía a pagar el salario del director y de un médico ayudante, mientras SP asumiría los gastos de manutención de los médicos y pagos del personal restante.
El doctor Ortega Ventura informó que la integración de servicios es preconizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y busca evitar duplicidad en gastos de recursos económicos en países en vías de desarrollo como la República Dominicana. La capacidad de servicios del hospital era muy superior a la población asegurada, enfatizó.
Firmaron la operación de “arrendamiento simbólico”, por el Seguro Social, el subdirector del departamento médico y encargado de los servicios en el Distrito Nacional, doctor Claudio Arias Ortiz, y el secretario de Salud Pública, doctor Mario A. Fernández Minaya.
Desde el primer director, Adriano Del Orbe, han dirigido los doctores Villalona, Carlos Sención Noboa, Pérez Valenzuela, Manuel Ferreras, Luis Francisco Oviedo Moquete, Tomás Segura Gómez, Fernando Sánchez, Xiomara Acosta, Frank González, Ana María Acosta, Sócrates Mancebo y el actual Efraín Hernández.
José María Muñoz (Cachón), 67 años, comenzó sus pinitos de enfermero en Pedernales. Después de un periplo por hospitales de la capital, fue pensionado y ahora se dedica al Derecho.
“El hospital fue muy destacado. Cuando comencé, entre 1975 y 1976, no había médicos internos ni pasantes. Solo uno o dos médicos que llegaban nombrados. Fue cuando el doctor Daniel Guzmán, valiéndose de sus contactos en Salud Pública, trajo los primeros médicos internos y unos pasantes, entre ellos la doctora Medina, la doctora Aybar, el doctor Vargas. Entre los primeros internos estuvieron Peña Maleck, Francisco Rivera Fondeur, Isabel Menual… Luego regresaron a hacer pasantías”.
De acuerdo a Muñoz, “la enfermería vino a tomar más auge después del 1975 en que formamos el equipo de salud y las enfermeras tuvieron otro sistema. Los turnos eran de 24 horas, cuando entré como practicante, los turnos eran de 12 horas (siete de la mañana hasta 7 de la noche, y el sueldo era de 110 pesos). Entonces llegaron a reforzar enfermeras mayores que nosotros, como Teresa, la partera, Bienvenida, Aleíta, Juana, Josefa, Annety…El primero de los varones fue Ramón Pérez y Carvajal, y los encargados de Sanidad fueron los técnicos Víctor Samboy y Freddy, que tenían un motor Susuky e iban los martes a los cabareses a examinar a las prostitutas. En ese tiempo decían: “¡Ahí vienen los Sanidad!”.
Recuerda que se integró después Adam Cruz, quien era enfermero del Seguro Social en Cabo Rojo, porque en el hospital había una parte del Seguro y otra de Salud Pública”.
Aníbal Antonio Pimentel, 72 años, pasó gran parte de su vida sirviendo como enfermero en el hospital. Estudió Enfermería en Barahona, fue nombrado en el hospital en 1975 y está pensionado desde 2016. Había llegado a Pedernales en 1968, desde su pueblo natal Tábara Arriba, Azua, para trabajar en la única farmacia, la Santa Rosa, propiedad de Artemia Montes de Oca (Colita). El pabellón de cirugía del nuevo hospital lleva su nombre.
“Mi compromiso como enfermero y servidor público es ayudar salvar vidas junto a los doctores, sin importar la clase social y económica de las personas. Servir a los más necesitados es una bendición”, sostiene.
Recuerda sus compañeros: Cruz Adam Heredia, Mariscal Adames (Hilario), Angelita Morillo, Josefa Pérez, Axilde Ramírez, Aleja Urbáez, Biemba Vargas, entre otros.
Un nuevo edificio
El seísmo que sacudió a Haití la tarde del 12 de enero de 2010, por las condiciones de empobrecimiento profundo dominantes en su población dejó un saldo de al menos 300 mil muertos, pero también desnudó el sistema de hospitales de la frontera. Su capacidad resolutiva quedó a años luz de la demanda de atención.
De aquella catástrofe brotó la idea del proyecto de un nuevo hospital Elio Fiallo. Y la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional estaba dispuesta a financiarlo, además de dotar de plantas eléctricas a los cinco centros estales de las provincias de la línea.
Sería construido conforme las normas internacionales de hospital seguro establecidas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Decidieron demoler el “viejo hospital” que abarcaba un área de construcción de 2,600 metros y 28 camas.
El 30 de noviembre de 2016 el Gobierno presidido por Danilo Medina inauguró la obra edificada en 3,200 metros cuadrados, dotada de un área con 54 camas (34 más que el proyecto de 1958), expandible a 60, áreas de emergencia para pediatría, ginecobstetricia, adultos, medicina interna, mamografía, sonografía, rayos X, ortopedia, nutrición, banco de sangre, tres quirófanos, área de triage, nueve consultorios, farmacia y otros para atender a unas 55 mil personas de la provincia y áreas cercanas.
Según las autoridades, la obra se decidió para elevar la capacidad de respuesta ante desastres. Aclararon que forma parte del proyecto “Reducción de la Vulnerabilidad de la población fronteriza entre la República Dominicana y Haití ante la ocurrencia de brotes epidémicos y/o catástrofes”, bajo la responsabilidad del Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales, el Ministerio de Salud Pública y el Servicio Nacional de Salud.
Técnicos de la OPS aseguraron que la edificación es “tipo A” en términos estructurales.
Un remozamiento y el turismo
Siete años más tarde, el 4 de enero de 2024, el presidente Luis Abinader ha inaugurado la reconstrucción y equipamiento del centro a un costo, según el Servicio Nacional de Salud (SNS), de 71 millones 147 mil 331 pesos con 05 centavos.
“Para que este destino se desarrolle de manera integral, de manera correcta y con éxito, teníamos que mejorar este hospital, preparado para ofrecer servicios de salud de manera digna a los residentes en la zona y a los turistas”, resaltó el mandatario en el discurso emitido ese miércoles.
Entretanto, el director del SNS, Mario Lama, afirmó que con la intervención en la infraestructura y con el equipamiento, los referimientos a otros hospitales se reducirán en un 80 por ciento.
Conforme el funcionario, el área de emergencia tiene diez 10 camas de observación y enfermería, hay 33 camas de internamiento, además de laboratorio, rayos X, sonografía, cinco consultorios, odontología, área de vacunación, farmacia, unidad quirúrgica, sala de partos y área de esterilización.
El actual director, Efraín Hernández, defendió el rol del hospital estatal de cara a la ejecución del proyecto de desarrollo turístico.
“El turismo se ha disparatado desde que el presidente Abinader anunció el desarrollo turístico. Se prendió el bombillo. La semana pasada atendimos un belga. ¿Cuándo aquí había llegado un belga? En todas las entregas de guardias usted oye: un estadounidense, un canadiense, dos franceses, un venezolano… El hospital tiene capacidad resolutiva, está muy bien preparado, tanto en insumos como en equipos. Tenemos un sonógrafo estacionario en emergencia… Es un hospital con 52 camas para uso normal del usuario, extensibles a las que usan los médicos para descansar”.
Al ser preguntado sobre facilidades para servicios, aseguró que tienen cinco pediatras, ocho gineco-obstetras, cuatro cirujanos, cinco anestesiólogos, cinco ortopedas, tres médicos de Medicina Familiar, cuatro internistas, 11 generales, un urólogo, dos psicólogos; 50 enfermeras; 11 bioanalistas, cuatro técnicos radiólogos.
El director Hernández desglosa los servicios durante julio reciente, aunque antes precisa que un mes anormal por el cierre migratorio de la frontera. Asegura que la cantidad se redujo al mínimo por la reducida afluencia de nacionales de Haití.
El personal registró 1721 consultas, 3,008 emergencias, 624 radiografías, 259 sonografías y 104 electrocardiogramas.
En Pediatría, 229. Obstetricia, 170. Ginecología, 66. Salud mental, 50. Medicina interna, 276. Planificación familiar, 100. Cirugía general, 89. Ortopedia, 113. Odontología, 333. Consejería, 204. Pruebas de laboratorio, 17,000. Otras: 58.
Admite que el hospital afronta el desafío de completar algunas especialidades como Urología, Anestesiología, Medicina interna. “Pero estamos en eso, eso llegará”, afirma.
Sobre pacientes de Haití, advierte: “Nosotros no somos Migración. Como hospital, asistimos a cualquier paciente que necesite ayuda médica. Es notoria la carga de haitianos que tenemos; pero, aunque estamos en la frontera, tampoco es que aquí vemos más haitianos. En realidad somos de paso. El haitiano está generalmente en las ciudades grandes, el haitiano emigra por el estómago, como cualquier migrante. Pedernales no es el destino”.
Según sus datos, entre 40 y 48 por ciento de los nacimientos en el centro asistencial proviene de Haití. Atienden 20 por emergencia de un total diario entre 90 y 110.
“Hay que hacer notar que el haitiano que trabaja tiene seguro privado. Con el tema de la sobras, hay seguros humano, GMA”.
El sistema se complementa con cuatro unidades de atención primaria.
El hospital carece de cardiólogo. El director Hernández dice que esa ausencia la suplen con los internistas, quienes –asegura- tiene equipos y los medicamentos necesarios para responder a las eventualidades.
“Eso depende de si el internista se enfoca en esa área, que no es el caso de Pedernales”, riposta el cardiólogo intensivista Pedro García (Ney), pedernalense, médico en Plaza de la Salud y en los estatales Centro Cardio-neuro-oftalmológico y trasplante (Cecanot) y el hospital universitario Salvador B. Gautier.
Con experiencia de servicio acumulada en el Elio Fiallo, sostiene que éste no garantiza de manera permanente los servicios en las cinco especialidades establecidas para un hospital provincial de segundo nivel, como establece la Ley General de Salud, que son: Pediatría, Ginecología y Obstetricia, Medicina Interna y Anestesiología. Puntualiza que la mayoría de los casos llegan en la noche y la madrugada.
Más allá del mandato de la Ley (42-2001) –opina-, por la distancia de la capital, el Elio Fiallo debería tener la capacidad para garantizar otros servicios como cuidados intensivos, diálisis, imagenología con tomógrafo, traumatología y psiquiatría y estar integrado al programa nacional de repercusión coronaria (tratamiento para salvar vidas para pacientes con infarto al corazón), entre otros.
Entiende que “las autoridades de salud del país, desde siempre, han jugado mucho a la política de las apariencias, de las poses, de las fotos, de los allantes, le importa más mostrar el número de especialistas nombrados… Sin embargo, eso es muy diferente a tener la atención cada vez que un paciente lo necesita y la forma en que se aborda cada caso que llega al hospital. En emergencia, por ejemplo, es muy cuestionable, muy deficiente, que no encaja con los protocolos de actuación”.
Asevera que cuando más cerca se estuvo del objetivo de servicios permanentes fue hace 20 años en que un grupo se empeñó en esa tarea.
“En el 2000 el cirujano Sócrates Gatón Hernández, la pediatra Ana María Acosta (exdirectora del hospital y actual directora provincial de Salud), la gineco-obstetra Sandra Díaz y un servidor mantuvimos el hospital brindando servicio de manera permanente y resolviendo la inmensa mayoría de los problemas que se presentaban en el hospital, logrando que fuesen casi nulos los referimientos. Teníamos un joven pasante que hacía su pasantía en Paraíso, pero que tenía entrenamiento como técnico en anestesia y nos ayudaba con servicio cada dos días”, explica.
García sostiene que hay más de 20 especialistas nombrados, pero “ni antes ni después ha habido un compromiso de médicos especialistas nombrados en el hospital para una cobertura 24/7 de los principales servicios y de medicina especializada”.
Cadáveres de náufragos en Oviedo
Pedro Nolasco Pérez Heredia llegó a Pedernales en 1966 como segundo teniente médico del Ejército Nacional. En la compañía estadounidense que explotaba los yacimientos de bauxita y caliza, la Alcoa, solo había un médico, el doctor Billini.
Cuenta su hijo José Pérez Heredia (Santo), médico, que su padre alternaba sus servicios en la fortaleza, el hospital y las viviendas de pacientes del pueblo, las lomas y en una clínica contigua a su vivienda en la Libertad, donde hacían partos, ingresos por gastroenteritis y otras.
Murió el 27 de enero de 1997, a los 71 años, al sufrir un infarto fulminante cruzando por Los Olivares, cuando iba hacia Oviedo en función de legista a levantar un cadáver de varios que habían aparecido en las costas de playas Blanca y Mosquea tras un naufragio de una yola con 38 personas a bordo que pretendían llegar desde el este del país hasta Puerto Rico, pero que fue desviada y llevada a unos 500 kilómetros hacia el oeste por una corriente del mar Caribe.
El doctor Guzmán llegaría un año más tarde a Cabo Rojo (1967) como médico de la minera y –en opinión de Santo- se destacó por su labor preventiva en el pueblo y la gestión de pasantes para el hospital, entre ellos: los hermanos Carlos y Máximo Calderón.
A esos nombres, José María Muñoz suma a José Peña Malef, Rosa Domínguez, Isabel Menual, Francisco Rivera, Johnny Vargas y Marisol Peña.
A mediados de la década del 70, Nolin, un joven muy conocido en el pueblo porque alquilaba bicicletas y era operador del proyector del cine Doris, fue impactado por una camioneta cuando iba a Oviedo.
Yacía grave a una orilla de la vía a expensas del azar de un auxilio. De repente, un vehículo que pasaba hacia Pedernales se detuvo. Se trataba de cuatro médicos y un laboratorista que iban a cumplir pasantía al hospital Elio Fiallo
Nolin salvó su vida por el rescate fortuito de Máximo Buenaventura Calderón, Carlos Calderón, Morales y Torres de la Paz, quienes luego dejarían huellas en el pueblo. El laboratorista era Ramón Barón Torres, hoy médico cardiólogo.
El enfermero Antonio Pimentel destaca el valor de los médicos. No olvida aquellos sinsabores de un Día de las Enfermeras, hace unas cuatro décadas. Ginette, su hija pequeña, sobrevivió por la intervención oportuna de un profesional de la salud.
“Ella estaba donde una tía llamada Balín; mi esposa y yo estábamos trabajando. La niña se introdujo en la nariz una naranjita, y, cuando Zoila, mi esposa, llega a las 12 del día, la niña le pregunta: -Mami, ¿y papi? –Trabajando, le contestó. -¿Y no viene, ahora? -La mamá le dijo: -No, él sale a las dos y por ahí mismo se va porque hoy es Día de las Enfermeras, se va al balneario La Piedra, donde están celebrando los médicos y enfermeras.
Entonces, la niña le contó su preocupación a su madre: -Te voy a decir qué me pasó: -Es que tengo una naranjita metida en la nariz”.
La madre corrió con ella hacia el hospital y seguido le recomendaron salir urgentemente hacia el hospital regional Jaime Mota de Barahona. El padre ya se había olvidado de celebración y salió raudo desde el hospital para la casa a prepararse para salir hacia la provincia vecina. La niña lucía morada por la falta de oxígeno.
“En el balneario, el doctor Carlos Alberto Paradís Reyes pregunta: ¿Qué sucede? Y al contarle, dejó todo y corrió para mi casa, y me paró en seco y me dijo: No, no, no, Antonio, no vas salir para ninguna parte. Tú y yo vamos a resolver eso ahora mismo. Cogió la niña y se la llevó para el hospital. Hillman, Colita (parientes) y mucha gente se reunió. La niña estaba muy mal. Paradís Reyes era anestesiólogo. La anestesió, preparamos una pinza y le sacamos la naranjita. Cuando la mamá vio que a la niña la sacaron de cirugía desgonzada, pensó que había muerto… Por poco se desmaya. Yo le dije: es la anestesia, y ella se calmó”.
Ginett Pimentel Pérez ha cumplido 47 años en agosto. .
Antes de llegar a Pedernales, el doctor Paradís Reyes había estado por Tábara Arriba de Azua donde estableció amistad con el padre del enfermero Aníbal Antonio, Orígenes Pimentel. Las circunstancias le juntaron con el enfermero en Pedernales.