Tras más de una década de guerra devastadora y un régimen autoritario, la caída de Bashar el-Assad marcó un giro histórico en Siria, devolviendo a los sirios momentos de alegría, incluso en la capital. Nuestra enviada especial a Siria, Melissa Barra, lo constató en un parque de Damasco con jóvenes que critican en público y ya no le temen al ejército. 

Cae la noche en el parque Al Jahez de Damasco. El fin de semana está por terminar, pero como nunca antes, los jóvenes se reúnen en los cafés o incluso en los estacionamientos del parque.

Después de trece años de revolución y la caída del régimen, millones de sirios celebran por fin su libertad, dejando atrás los temores del pasado.

"Antes todo era más complicado. Ahora se siente un ambiente diferente. Antes veníamos aquí, pero ahora la gente sonríe más. Todo el mundo parece más feliz. Salimos más y ya no le tememos a las patrullas del ejército", dice uno de ellos.

A pesar de la presencia de autoridades armadas vigilando el parque, los jóvenes de Damasco comienzan a adaptarse a esta nueva normalidad.

Hasta hace apenas un mes, criticar abiertamente a las autoridades era impensable.

"Antes podíamos pasar entre cuatro y cinco horas al día detenidos en un retén policial. En otras palabras, si trabajabas, tenías que salir de casa a las cinco de la mañana. Ahora, ¿qué hace el nuevo gobierno? La policía es un desorden, el transporte público es un caos. No hay orden", relata Azza, una joven.

’Nos gustaría tener más seguridad' 

Nos encontramos en un barrio acomodado. Sin embargo, esta juventud también siente los efectos de la escasez heredada del antiguo régimen.

"Claro que la gente está feliz, pero nos gustaría tener más seguridad. La gente sigue teniendo miedo. Sin electricidad, la mayoría de las calles permanecen a oscuras hasta el amanecer", comenta otro joven.

En los hogares sin generadores eléctricos, apenas cuentan con dos horas de luz al día.