Drones y vehículos submarinos son algunos de los elementos que utiliza el British Antarctic Survey para estudiar el Polo Sur. Así recolectan los datos que luego procesan masivamente para determinar las corrientes del océano y el pronóstico del clima, con sistemas de aprendizaje profundo similares a los del ChatGPT.
Por María Clara Calle Aguirre
Los científicos del British Antarctic Survey recorren partes del Ártico y de la Antártida para recolectar información que sirva para luchar contra el cambio climático. Por ejemplo, estudian el hielo de los glaciales de la isla James Ross, en el Polo Sur; pues el aire que queda congelado en las burbujas tiene rastros históricos del dióxido de carbono y del metano, dos de los gases más contaminantes. También así, se pueden medir los récords pasados de la temperatura en la superficie o qué tan ácidos están los glaciares.
Y por más que estén en el extremo de la tierra, la realidad del continente congelado está conectada con el resto del planeta. Por un lado, los expertos han probado cómo las temperaturas en los océanos tropicales influyen en las nevadas en la Antártida al llevar más humedad.
Por otro lado, estos estudios en el hielo polar le dan herramientas a los gobiernos para trazar acciones que combatan el cambio del clima. “Sabemos que las regiones polares son las más sensibles a la crisis climática y son las que más están cambiando. Por eso, es muy importante que recopilemos la evidencia científica más reciente, que monitoreemos lo que está sucediendo, que encontremos nuevos descubrimientos para que podamos dar a los gobiernos la información que necesitan para tomar buenas decisiones y que entiendan realmente cómo pueden alcanzar la neutralidad de carbono a 2050”, le dijo Dame Jane Francis, directora del British Antarctic Survey, a la corresponsal de France 24 en Londres Luisa Pulido.
Además de estudiar los cambios históricos de las temperaturas y los gases de efecto invernadero, esta organización utiliza la inteligencia artificial para sistematizar los datos de manera masiva que recolectan a través de drones y satélites. También usan vehículos submarinos como los ‘slocum underwater glider’, que representan el futuro de la oceanografía. Son robots autónomos que pueden sumergirse hasta un kilómetro de profundidad para medir el cambio de la velocidad del agua y su temperatura, que es lo que provoca que los polos se derritan. Luego, envía su ubicación por GPS y los datos recopilados a los científicos del British Antarctic Survey que van a bordo del buque de investigación RRS Sir David Attenborough.
Inteligencia artificial para trazar las rutas de navegación en el Polo Sur
Una de las herramientas que han construido gracias a la inteligencia artificial es IceNet, un sistema que pronostica cómo cambiará el hielo marino usando el aprendizaje profundo o ‘deep learning’, que es el mismo mecanismo que usa el ChatGPT.
El programa, que ya están probando en la Antártida, hace las veces de un Google Maps, pero en medio de los glaciares. Esta herramienta de inteligencia artificial toma todos los datos que existen sobre las corrientes del océano, el pronóstico del clima, los vientos, la visibilidad para proponer la ruta de navegación que sea más eficiente y que no necesariamente es la más corta, sino donde hay menos capa de hielo. Esto contribuye a que el buque tenga que usar menos energía y, por ende, su huella de carbono sea menor. Además, su proyección propuesta es más rápida y actualizada que una imagen satelital, que en el Polo Sur suele renovarse una o dos veces al día.
“La inteligencia artificial nos proporciona el pegamento para reunir diferentes datos. Y si necesitamos predecir cómo se comporta la Antártida, cómo aumentará el nivel del mar, en última instancia, el aumento del nivel del mar cambiará en los próximos años y décadas; necesitaremos toda la información que podamos. Por otro lado, nuestro buque es como un laboratorio flotante y necesitamos llevar esa embarcación a las posiciones y lugares que más se necesitan”, explicó Scott Hosking, líder del laboratorio de inteligencia artificial del British Antarctic Survey.
La velocidad con la que se derrite el glaciar Thwaites
Precisamente con todos esos mecanismos de investigación, han demostrado que el glaciar Thwaites es una evidencia de los impactos del calentamiento global. Está ubicado en la Antártida occidental y es tan grande como todo Reino Unido o el estado de Florida, en Estados Unidos. La velocidad en la que se derrite se duplicó en los últimos 30 años y solo ese glaciar, es uno de los que más está ayudando a que el nivel del mar suba en todo el planeta.
“Su tasa de pérdida de hielo, actualmente, contribuye con cerca del 4% del aumento del nivel global del mar, por lo que supera a Groenlandia, y a la pérdida en el Himalaya y los Alpes. Tan solo el Thwaites podría contribuir con alrededor de 65 centímetros del incremento del nivel global del mar”, precisó a France 24 en Español Alex Brisbourne, geofísico glaciar del British Antarctic Survey.
Él agregó que si el llamado glaciar del fin del mundo se derrite por completo, el nivel del mar subiría hasta tres metros y medio en todo el planeta, lo que inundaría múltiples lugares ubicados sobre las costas. Sin embargo, aclaró que creen que esto sucederá en el próximo siglo.
Aun así, lo que atraviesa el Thwaites y la Antártida son una muestra de los impactos de la crisis climática. Y es allí que la información recopilada es vital para combatir estos fenómenos.