La guerra comercial que Dondal Trump está manteniendo con distintos países vio un capítulo más con la decisión del presidente de Estados Unidos de imponer unos aranceles del 25% al acero y el aluminio importados a Estados Unidos. La medida afectará entre otros a Canadá y México, importantes proveedores de estos metales.
Donald Trump anunció nuevos aranceles, en este caso del 25% para el acero y el aluminio importados a Estados Unidos, una medida esperada que hizo pública en el avión presidencial mientras se dirigía a la Superbowl.
Los aranceles afectarán especialmente a Canadá, que es el principal proveedor del aluminio y aluminio importados a Estados Unidos, y a México, Brasil y Corea del Sur, que por su parte son destacados abastecedores de acero al país norteamericano.
Donald Trump aseguró además que "el martes o el miércoles" anunciará "impuestos aduaneros recíprocos" para igualar el gravamen que sufren los productos estadounidenses en el extranjero con los aranceles que deberán pagar esos países por los bienes que exportan a Estados Unidos. "Si nos gravan con un 130% y nosotros no les estamos gravando, eso no se quedará así", dijo.
La Unión Europea, que también se encuentra en el punto de mira de Trump, aseguró no tener constancia aún de ninguna medida. La Comisión Europea anunció este mismo lunes no haber recibido "ninguna notificación" de nuevos aranceles.
La diplomacia del 'garrote'
Desde su regreso al despacho oval el 20 de enero, Donald Trump ha utilizado la imposición de derechos aduaneros como elemento de presión económico y diplomático, ya sea para equilibrar el déficit comercial o lograr concesiones de otros países.
Leer tambiénTregua de un mes en la guerra arancelaria de EEUU con México y Canadá
Los casos más destacados hasta la fecha han sido Colombia, que aceptó la repatriación de migrantes indocumentados tras una amenaza de Trump sobre los aranceles, y México y Canadá, que reforzaron su seguridad en las fronteras para conseguir una pausa de un mes en los impuestos aduaneros anunciados por Trump como castigo por no combatir suficientemente -a ojos del presidente- el tráfico de personas y de fentanilo hacia Estados Unidos.