El gigante Amazon acaba de anunciar su mayor inversión en energía eólica en Canadá, con un parque de 495 megavatios de capacidad en la provincia de l’Alberta. Una señal que podría convertir a Gafam -Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft- en un motor de la transición energética. 

A menudo se compara a Amazon, Apple e incluso Google con verdaderos estados. Desde el punto de vista de su poder económico; Apple facturó en noviembre de 2023, 383.285 millones de dólares. Amazon, 554.028 millones de dólares. Es más que la riqueza producida en 2022 por Irlanda, el 27º país del mundo en términos de PIB. 

Pero la comparación no se limita a la riqueza. Mientras que la gran mayoría de las empresas comprarían su energía al proveedor público o privado del país de implantación para garantizar su producción, Gafam -Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft-, han decidido ir más allá: financiar proyectos energéticos renovables. 

Amazon acaba de invertir en el parque eólico terrestre más grande de Canadá. El proyecto, compuesto por 83 aerogeneradores, tendrá una capacidad de 495 megavatios, o mejor dicho, la mitad de la potencia de un reactor nuclear, en las llanuras de la provincia de l’Alberta.  

La empresa que lo gestionará será la danesa ‘Copenhagen Infrastructure Partners’ y aportará tanta energia renovable a la red electrica de l’Alberta, como la que consumen las estaciones, los centros de cumplimiento y los centros de data de Amazon en la provincia. 

Mecanismos atractivos 

¿Por qué l’Alberta? Durante un siglo, l’Alberta ha sido la tierra del petróleo por excelencia y ha asegurado el poder geopolítico y energético de Canadá mediante la explotación de las arenas bituminosas, un recurso petrolero repetidamente señalado por su daño ambiental. Pero, paradójicamente, la provincia canadiense es también la más activa en materia de energías renovables. El gobierno federal, por su parte, ha implementado créditos fiscales para cualquier inversión en energías renovables o hidrógeno limpio. 

“Alberta atrae, cada vez más, a inversores de energías renovable”, dice Sara Hastings-Simon, profesora asociada de la Universidad de Calgary que se especializa en cómo las políticas, el comercio y la tecnología influyen en las transiciones energéticas.  

“En la mayoría de las provincias y otros países, las empresas productoras de electricidad están bajo el control del Estado, y es el Estado el que regula las centrales eléctricas. L’Alberta tiene un mercado competitivo. Cualquier empresa cualificada puede venir a vender electricidad en el mercado cada hora”, explica el investigador. 

Las inversiones empresariales en sistemas de producción de energía son relativamente recientes. “No conozco muchas empresas que hayan invertido en una central eléctrica de gas natural o de carbón, por ejemplo”, sonríe Sara Simon-Hastings, antes de continuar: “Se trata de un fenómeno global impulsado por grandes empresas tecnológicas, empujadas a hacerlo por activistas que les señalaron que obtenían grandes ganancias, que consumían mucha energía y que tenían los medios para descarbonizar su producción. » 

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Una primera toma de conciencia 

Un mercado abierto, junto con la caída de los costos de los megavatios renovables en los últimos años. Un fuerte sol y fuertes vientos de las llanuras de l’Alberta, han atraído a Amazon a la provincia. Esto permitió multiplicar por ocho la capacidad de energía renovable de la provincia entre 2020 y 2022. Sin embargo, las recientes moratorias sobre las energías renovables impuestas por el gobierno conservador de Alberta no deben volverse demasiado permanentes, a riesgo de romper esta dinámica. 

En cualquier caso, los Gafam finalmente han tomado la dirección correcta. Hasta hace poco, Apple, al igual que Google, se enorgullecía de ser “neutral en carbono”, gracias a la compensación de carbono. Aunque, este sistema es criticado porque no reduce eficazmente las emisiones de carbono. La inversión de Amazon en l’Alberta demuestra que Gafam ha comprendido el límite de la compensación y se conecta cada vez más con las energías renovables. "No se convierten en productores de energía renovable, no es su negocio: invierten en proyectos y, de hecho, fomentan la transición tranquilizando a los bancos gracias a su poder económico", resume Sara Hastings-Simon.   

Apple, que ya alimenta sus servidores con energía 100% renovable desde 2013, aspira a la total neutralidad de carbono para 2030, al igual que Google. Meta también tiene su programa de reducción de GES, al igual que Microsoft. Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon, anunció su “compromiso climático” hace cuatro años para lograr la neutralidad de carbono en 2040, siguiendo su estela a otras empresas.   

Un largo camino por recorrer 

Como cualquier empresa, Meta, Amazon o Apple tienen un objetivo: vender más productos cada año. Los últimos iPhone o asistentes personales deben agotarse para crear nuevas versiones, y los Black Friday deben ser períodos de consumo excesivo para deshacerse de los artículos no vendidos. Facebook, al igual que Google, fomenta el consumo excesivo con un modelo basado en publicidad online. 

Ciertamente, los daños al ecosistema pueden mitigarse a largo plazo gracias a las iniciativas desarrolladas por Gafam, pero la venta anual de millones de teléfonos inteligentes y otros productos tecnológicos, que consumen recursos mineros estratégicos, no puede ser virtuosa hasta que se implemente un reciclaje perfecto y total de los productos. Un objetivo que aún está lejano, aunque Apple, por ejemplo, se acerca año tras año con su programa de reciclaje de iPhone. Y éste es sólo uno de los muchos desafíos que quedan por afrontar. 

A Gafam también le gustan las tecnologías de captura de carbono. Muchos expertos afirman que estas inversiones no deberían hacerse en detrimento de las energías renovables, sino de forma complementaria. De hecho, si las tecnologías que permiten capturar los gases de efecto invernadero que ya se encuentran en la atmósfera son muy atractivas, el dólar invertido en ellas es de hecho mucho menos eficaz para luchar contra el cambio climático que un dólar invertido directamente en energías renovables.  

La ONG Greenpeace, por su parte, también denuncia el apoyo de estas empresas a los combustibles fósiles. Por lo tanto, queda un largo camino por recorrer, incluso si las inversiones de Gafam en energías renovables siguen siendo un primer paso saludable hacia la transición.