El primer ministro parte con una desventaja de 25 puntos respecto al líder laborista, Keir Starmer. Los conservadores pueden perder el voto de la derecha antieuropea y los laboristas de la izquierda musulmana. Rishi Sunak es quien más tiene que arriesgar y ha pedido los máximos debates televisivos.

Informe de nuestro corresponsal en Londres, Daniel Postico 

Las elecciones del 4 de julio se han convertido en un reto para Rishi Sunak, el actual primer ministro, conservador, la persona que sorprendió a todo el mundo, incluido su propio partido, con el anuncio de las elecciones. Primero, porque está entre 20 y 25 puntos por detrás de los laboristas en los sondeos. Y segundo, porque tenía hasta el 31 de enero para convocarlas.  

Entonces, ¿por qué las convoca ahora? El principal motivo es la publicación de datos económicos positivos en los últimos días. La inflación ha bajado hasta el 2,3% (estaba en el 11% cuando llegó al poder Sunak) y, por tanto, pueden ondear la política económica en campaña, aunque no demasiado. Y no se prevé que en los próximos seis meses vaya a mejorar mucho más la economía del país.

Es probable que haya impedimentos legales para la ley Ruanda aprobada en el parlamento y que los laboristas ya han dicho que revocarán si ganan. Los conservadores han reconocido que igual no pueden salir los primeros aviones antes de las elecciones. Y luego están las compensaciones elevadísimas por el escándalo de las transfusiones de sangre contaminada. Sunak se ha comprometido a pagar 12.000 millones de euros a las víctimas antes de fin de año. Esto no les permitiría bajar los impuestos en el presupuesto de otoño y llegarían más débiles a las elecciones. Por tanto, convocarlas ahora era el momento menos malo.

Cuando fue elegido líder conservador y primer ministro el 25 de octubre de 2022, Sunak hizo cinco promesas: bajar la inflación a la mitad, reducir la deuda pública, hacer crecer la economía, frenar la inmigración ilegal y reducir las listas de espera en el Servicio de Salud. Solo ha cumplido la de la inflación. En cualquier caso, es un compromiso que se autofijó Sunak porque no fue votado por los ciudadanos, ni tan siquiera en unas primarias.

La legislatura de Johnson

No hay que olvidar que Sunak está gobernando dentro de la legislatura de Boris Johnson, que arrasó en las elecciones de diciembre de 2019 con la promesa de llevar a cabo el Brexit. El Brexit se implementó en 2020 y ese fue el principio de los males económicos del país, acrecentados por la pandemia (durante la cual Sunak fue ministro de finanzas) y la guerra de Ucrania. Aunque los conservadores nunca han reconocido los efectos del Brexit en la economía. Sí los economistas.

En esta legislatura cayó Johnson en medio del escándalo de las fiestas ilegales durante la pandemia, y luego Truss, que apenas estuvo unos días en el cargo. Sunak es el tercer líder conservador en esta legislatura y el quinto desde la votación del Brexit en junio de 2016. Sunak prometió solucionar la desastrosa situación del país, pero fue su propio partido el que la provocó. Los conservadores llevan en el poder catorce años desde 2010, periodo marcado por las políticas de austeridad de David Cameron (ahora ministro de exteriores) y el Brexit.

El Brexit empezó dentro del Partido Conservador en las europeas de 2014 cuando el partido antiinmigración y antieuropeo de UKIP empezó a quedarse porcentaje de voto ‘tory’. El partido acabó virando hacia la derecha con Johnson llevando a su vez a los laboristas hacia el otro extremo, hacia la izquierda, con Corbyn. Ahora con Rishi Sunak y Keir Starmer (el líder laborista) ambos partidos vuelven a acercarse al centro, aunque deben contentar a sus votantes más de derecha y más de izquierda.

Traje a medida para Starmer

Es significativo que los que más han celebrado la convocatoria de elecciones son los laboristas, cuyo líder, Starmer, ya ha encargado el traje de primer ministro. Starmer está 25 puntos por delante y, por tanto, Sunak es quien más tiene que arriesgar. Este jueves, sin perder tiempo, ya ha viajado a Escocia donde espera conseguir un buen puñado de votos por la crisis de los nacionalistas. Sunak también ha pedido hacer los máximos debates televisivos y cara a caras con Starmer, que quiere limitarlo a uno o dos debates como mucho. Sunak se siente muy superior a Starmer que, pese a tener un perfil bajo, es el exfiscal general.

Los laboristas seguirán con la misma estrategia que los últimos años: arriesgar lo mínimo, no dar titulares. Ellos son los que más tienen que perder. Hay que tener en cuenta que Sunak, pese a ser el primer ministro, no es muy conocido porque apenas lleva año y medio en el cargo y nunca ha hecho campaña electoral. Por tanto, necesita la máxima exposición mediática. 

Los principales temas de la campaña van a ser la economía, la seguridad y la inmigración, donde los dos líderes colisionarán. Otro tema espinoso que ambos tratarán de evitar es el conflicto entre Israel y Hamas. Ambos son proisraelís. Los laboristas pueden perder los tradicionales votos de izquierdas de la comunidad musulmana que irían a parar a los liberaldemócratas, que reconocen la solución de dos estados al conflicto. La organización musulmana Muslim Vote está pidiendo el voto para liberaldemócratas. 

Los conservadores, por su parte, pueden perder votos con respecto con el partido Reform UK (antes Partido del Brexit y antes UKIP), de derechas, antieuropeo, que se está quedando con votos conservadores y obligándolo a tirar hacia la derecha. Se espera, eso sí, que el voto de las zonas industriales laboristas del norte prestado a Johnson en 2019 vuelva a los laboristas.