Portugal conmemora este jueves el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, con un desfile militar, una manifestación y discursos oficiales. El hecho histórico abrió el camino para la democracia y la independencia de sus colonias en África.

Hace 50 años, el 25 de abril de 1974, la Revolución de los Claveles acabó con 48 años de dictadura en Portugal.

Desde 1926 a 1974, Portugal estuvo subyugado por la dictadura más larga de Europa, instaurada tras un golpe de Estado militar contra una república políticamente inestable.

Llegado al poder en 1932, Antonio de Oliveira Salazar fundó "el Estado nuevo", un régimen de inspiración fascista asentado en tres pilares: la censura, el partido único y la policía política (PIDE).

La Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) -que practicaba la tortura y los asesinatos de opositores- fue el principal instrumento de la dictadura durante la cual hubo 30.000 presos políticos.

Entre los opositores ejecutados figura el general Humberto Delgado, un dirigente de la oposición democrática asesinado de un disparo en la cabeza en España.

En la memoria colectiva quedaron los recuerdos de los opositores encarcelados, deportados o condenados al exilio como Mario Soares, futuro fundador del Partido Socialista y presidente de la república de 1986 a 1996.

Gravemente enfermo, Salazar cede el relevo a Marcelo Caetano en 1968, dos años antes de morir. El país se enfrenta a una grave crisis económica y a las ruinosas guerras coloniales en África desde 1961.

Claveles rojos

 

Más de una década de guerras en Angola, Mozambique o Guinea-Bisáu configura el escenario para la revuelta de parte del ejército, partidario de una solución pacífica y no militar.

El 25 de abril de 1974, el "movimiento de los capitanes", formado por militares que participaron en esas guerras coloniales, acaba con un régimen que ya estaba agotado.

En Lisboa, los insurgentes ocupan la radio, la televisión y el aeropuerto y la población sale a las calles para aplaudirlos.

Alguno militares llevan claveles rojos en el cañón del fusil, gesto que se convirtió en el símbolo de la revolución.

Después de horas de tensión, las unidades hostiles se alinean del lado del revolucionario Movimiento de las Fuerzas Armadas, consagrando la derrota de la dictadura.

La democracia llega de la mano de numerosas conquistas políticas y sociales: sufragio universal, libertad de expresión, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, derecho de huelga, creación de un salario mínimo, seguridad social para todos.