Mientras se avecina la contraofensiva ucraniana, el ejército ruso prosigue la campaña de reclutamiento que inició este invierno, y el servicio militar obligatorio de primavera está en pleno apogeo. Sin embargo, aunque se trata de un fenómeno silencioso y difícil de evaluar, algunos rusos siguen intentando evitar servir en el ejército.

Por Anissa El Jabri, corresponsal de RFI en Moscú

Con la primavera de 2023 y la desaparición de la nieve, vuelven las protestas silenciosas y anónimas: mensajes con tiza en las aceras, pintados en las paredes, las carreteras o los bancos de los jardines públicos. "No a la guerra", "esta guerra no es nuestra", estas palabras se trazan a veces con los colores azul y amarillo de la bandera ucraniana. Los transeúntes las miran furtivamente o apartan ostentosamente la vista. En cualquier caso, los mensajes se borran sistemática y rápidamente. La oposición a alistarse en el ejército también es casi silenciosa. No sabemos cuántas personas rechazan el servicio militar o la movilización parcial, pero en Rusia sigue habiendo activistas que las apoyan. Sin embargo, no hay familiares ni amigos íntimos que hablen de su situación: prefieren no correr el riesgo de hablar públicamente.

Algunos militantes se toman en serio su activismo, pero mantienen un perfil bajo, como Elena Popova, coordinadora del movimiento de objetores de conciencia. Sin embargo, durante la entrevista que concedió a RFI, su teléfono no paraba de sonar. ¿Cuánta gente lleva meses llamándola? Dice que no lo sabe con exactitud, pero sigue recibiendo llamadas como ésta: "Una mujer me llama para decirme que su marido ha abandonado su unidad, que lleva siete meses escondido en Rusia, y que busca ayuda. Tengo que explicarle que su caso es difícil y complicado, porque lleva mucho tiempo huido. Si nos hubieran consultado inmediatamente, o al menos en un plazo de dos días, habríamos podido emprender acciones legales".

Posibles recursos legales

Algunos se quedaron petrificados ante una movilización parcial que nadie esperaba, y pocos rusos de a pie conocen sus derechos en una situación así. Elena Popova recuerda incansablemente las normas y los recursos posibles "En un plazo de dos días, no se abre ninguna causa penal por abandono no autorizado de la unidad. Este hombre podría, por ejemplo, haber elaborado un poder notarial a través de su esposa, ella habría concertado una cita por él, y él habría ido a ver a un psiquiatra de forma independiente. Habría obtenido un diagnóstico que le habría ayudado, porque en un caso como el suyo, todos sufren trastornos traumáticos, depresión y ansiedad. Y esa habría sido una buena base para enfrentarse a los médicos del hospital militar. Por lo demás, si una persona quiere evitar llegar a eso, puede simplemente escribir un texto diciendo que sus creencias y su conciencia no le permiten disparar y matar a la gente, y que exige ejercer su derecho constitucional al servicio civil".

Poco o nada se sabe de estos hombres que se esconden con familiares o en la naturaleza. No se ha hecho ningún anuncio oficial. Es a través del boca a boca o de conversaciones privadas cómo nos enteramos de que estas situaciones no son necesariamente muy aisladas. Como esta mujer moscovita que relata con un irónico sentido del humor la escena que acaba de vivir: "No tendré dentista durante al menos 3 años. Cuando llamé para pedir cita, su secretaria me dijo que estaba en la cárcel por negarse a movilizarse. Habría varios en este caso en su celda".

Las penas, sin embargo, son conocidas: 3 años entre rejas por negarse a una movilización parcial, y 5 años si un hombre que ya se ha alistado huye.

Desde el fin, o al menos según las declaraciones oficiales, de la movilización parcial, el ejército ruso no ha dejado de reclutar. Según las últimas cifras publicadas por el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Dmitri Medvédev, más de 117.400 personas han firmado contratos desde principios de 2023. El ejército actual también gestiona el reclutamiento de la primavera boreal. Comenzó el 1 de abril y finalizará el 15 de julio.

"Cada vez son más los ciudadanos que ya no confían en los medios legales…"

Junto con el reclutamiento de otoño, este es uno de los periodos en los que Arseny Levinson tiene más trabajo. Nos reunimos con este abogado, él mismo objetor de conciencia como su padre y su hermano, en un lugar público de Moscú, lejos de posibles oídos indiscretos. Es una entrevista rara de media hora, porque está muy ocupado con su agenda: este treintañero asesora gratuitamente a todos los que quieren evitar el servicio militar. Y desde el comienzo de “la operación especial” , como siempre dice el Kremlin, según él, hay más gente que quiere escapar: "Mi sensación es que la primavera pasada, justo después del comienzo de la guerra, había más gente que pedía hacer el servicio civil en lugar del militar. Pero ahora, cada vez más ciudadanos ya no creen en los medios legales para defender aquello en lo que creen. Los que en otras circunstancias buscarían un servicio alternativo simplemente huyen de la oficina de registro militar, o incluso abandonan el país". Un planteamiento que Arseny Levinson comprende: "La situación está empeorando. No todos los derechos han desaparecido en Rusia, pero la situación es cada vez más complicada. Cada vez hay más casos de personas que son enroladas en un día violando todas las leyes. Incluso los que han solicitado el servicio alternativo. No es un caso del que me esté ocupando, pero me enteré de un caso en la región de Volgogrado en el que a un joven se le denegó el servicio alternativo. Recurrió al tribunal, pero la oficina de registro militar lo engañó y lo envió al ejército en 24 horas".

Tanto en el caso de la negativa a movilizarse el pasado otoño como en el de la negativa a alistarse esta primavera, es imposible saber cómo se desarrollan realmente los procedimientos judiciales. Las audiencias tienen lugar en tribunales militares. Todos cerrados al público.