Un poco más de dos semanas después del regreso de Trump a la Casa Blanca, voces de oposición intentan hacerse escuchar para protestar contra los numerosos decretos y decisiones tomadas por su administración para cerrar algunas agencias o endurecer la política migratoria. Informe de nuestro corresponsal en Washington, Guillaume Naudin, y Edward Maille en Georgia. 

Este miércoles 5 de febrero tuvo lugar en Washington una manifestación contra el cierre anunciado de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Varios cientos de personas se dieron cita frente al Capitolio. Algunos de ellos dejaron de recibir su salario desde el comienzo de la semana, cuando el responsable del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, Elon Musk, les cortó los fondos.

Para Ariana, que porta una pancarta contra el multimillonario, no solo los empleados se ven afectados: "Cada día en África, ocho niños contraen el VIH a causa del cierre de USAID. Hay niños que están muriendo por la falta de comida. Hay medicamentos que no pueden ser enviados. Es muy grave".  

’Haremos como los franceses: no aceptaremos nada'

USAID no es la única agencia que está en la mira de la nueva administración. Para Ariana, numerosos estadounidenses van a darse cuenta: "Hoy, el ataque es contra USAID. Pero mañana será el Departamento de Educación. Después serán los otros departamentos. Todo esto va tener un impacto en la vida de todos los estadounidenses. Comenzaremos a vivir las consecuencias. No podemos aceptar lo que está pasando sin oponer resistencia. Vamos a ser como los franceses, no vamos aceptar nada", sostiene.

La metodología estadounidense consistiría más bien en impugnar ante la justicia las decisiones que los manifestantes consideran ilegales. Sin embargo, mientras los procedimientos siguen su curso y dan algún resultado, las consecuencias, entre tanto, podrían ser irreversibles.

Justamente, una jueza estadounidense bloqueó la víspera el intento de Trump de cuestionar el derecho de suelo, un principio garantizado por la Constitución. Esta decisión prohíbe indefinidamente la aplicación de uno de los decretos más controvertidos firmados por el republicano desde su llegada al poder y que debía entrar en vigor el 19 de febrero.

"El rechazo de este derecho preciado a la ciudadanía causaría un daño irreparable», argumentó la jueza federal Deborah Boardman durante una audiencia en un tribunal de Maryland.

Varios cientos de personas se reunieron en la capital de Georgia, donde vive una importante comunidad de origen latinoamericano, estimada en más de un millón de personas. Se han realizado varias manifestaciones en Atlanta en la última semana, especialmente en barrios donde se han llevado a cabo detenciones de migrantes. Nancy enarbola una bandera de México, el país que dejó cuando tenía seis años. Ahora, a sus cuarenta años, tiene la nacionalidad estadounidense, pero se manifiesta por los demás.

Manifestar en nombre de los que tiene miedo 

"Tengo familiares que están esperando sus documentos de nacionalidad. Ellos no quieren correr el riesgo de manifestarse. Yo he venido a hacerlo por ellos", dice Nancy al micrófono de nuestro corresponsal, Edward Maille. 

Marjie sostiene un cartel con la Estatua de la Libertad y, en grandes letras, se lee: «Bienvenidos». Cuando la jubilada habla de su voluntariado para ayudar a los niños inmigrantes, su voz se quiebra. « Los niños están asustados. Se dicen : ‘Aquí no nos quieren’. Los niños no entienden. Muchos de ellos gozan de un estatus de protección con respecto a su país de origen. Por eso pensaban que no tendrían problema, pero ese estatus fue revocado”.

Según Marjie, el sistema del derecho de asilo ya no funciona. "No deberíamos estar obligados a esperar cinco o no sé cuántos años para obtener documentos. Soy madre y haré todo lo que esté a mi alcance para poner a mis hijos en un lugar seguro", dice.